ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Depredadoras celestes

Gabriela Alejandra López Miranda

La bruja aparecía en las historias que mi abuela Elisa nos contaba antes de dormir, en esas noches que entre menos sueño teníamos más terrorífico se tornaba el relato, hasta dejarnos —a mis hermanas y a mí— casi sin ganas de movernos ni respirar. Mi abuela, la Chulis, nos hablaba de mujeres solas, sin hijos, que no querían casarse y vivían en los tapancos de las casas del pueblo; mujeres que tienen el poder de sustituir las partes de su cuerpo por las de un guajolote. Sin saberlo, un día me convertí en una de esas mujeres.

¿Quiénes son las brujas?, ¿por qué resultan tan peligrosas? Las brujas, según Silvia Federici, son esos sujetos que el capitalismo no ha terminado de destruir, son las herejes, las curanderas, las esposas desobedientes, las mujeres que se animan a vivir solas, las obeah que envenenaban la comida del amo e inspiraban a los esclavos a revelarse. Me sorprendió que en un texto de Jacques Galinier acerca del sacrificio entre los mazahuas se hablara de una región cercana a mi pueblo, Chapa de Mota, así como de presencias femeninas inscritas no sólo en los registros de la historia europea, sino en las narraciones, en las palabras de mis ancestros, en los relatos de la gente del pueblo; por ejemplo, voces que nos cuentan la historia de “una mujer que estaba en su casa. Estaba cosiendo cerca de su bebé. De repente vio un hilo que colgaba del techo y que llegaba hasta su hijito. Lo cortó con las tijeras. Al día siguiente encontró sobre el techo de su casa un guajolote muerto. Hizo averiguaciones en el pueblo, y descubrió a una mujer muerta en su cama con el cuello tronchado. Era ella, la bruja”.

Esta historia de Galinier se parece a mi poema, y no por casualidad. Él es un antropólogo francés que recopila relatos de comunidades del norte del Estado de México. Las historias de mi abuela Elisa se conectan con esta tradición. Recuerdo que siempre que llegaba un nuevo bebito a la familia había que poner unas tijeras en forma de cruz y una esponjita con alfileres enterrados debajo de su almohada para que no lo “chupara la bruja”. Es la primera vez que escribo sobre esto, es la primera vez que lo pienso conscientemente. Mi poema es consecuencia de un ejercicio de memoria, de regresar al lugar del que vengo. El contenido de la escritura puede estar en cualquier parte.

Quien desee profundizar en el tema puede acercarse a estos dos libros:

Galinier, Jaques (1984), El depredador celeste: notas acerca de los sacrificios en los mazahuas, en Journal de la Societé des Americanistes, traducción de Ángela Ochoa, disponible en: http://www.revistas.unam.mx/index.php/antropología/article/view/15735/14946. 

Federici, Silvia (2013), El Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, México, Pez en el Árbol.

 

 

Gabriela Alejandra López Miranda (Chapa de Mota, Estado de México, 1987). Es Licenciada en Comunicación por la UAEMex y Maestra en Sociología por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, institución en la que estudia el doctorado en Ciencias Sociales y Políticas. Es docente en la Facultad de Derecho de la UAEMex e integrante del taller de poesía de la revista grafógrafxs.