Poemas para una atleta //epifanía del family fitness
Pablo Piceno
no sé si es amor
pero ver tus piernas extendidas
sobre el pasto sintético del family fitness
en pleno sol de la tarde
como dos sauces pariendo el planeta marte
se lo parece tanto
•
ayer descubrí tu tiktok
contando todo lo que te molesta del gym
un himno a la empatía
como tú la diosa caída a la tierra saludando a todos por igual
y tu opción preferencial por los pobres
los explotados de esa cadena de gimnasios
abrazando a nina la delgadita del aseo queriéndola
tratándola como a un humano
cómo no infatuarme así?
•
tu sonrisa levantando pesas
el rellano del amor
el alivio de las penas
la mesa de los coetáneos
compartiendo el pan del sexo
la sal del sudor postorgásmico
abrazado uno al otro
•
cuando me enamoré a los trece
a los dieciséis
a los veinte
a los veintitrés
ayer
antier
también escribí piensos como este
pero nunca sobre unas piernas iguales
sobre las nalgas más torneadas de la región cholulteca
y en una de esas de la vía láctea entera
sobre el ciego solaz del afecto
del atávico deseo por un cuerpo ya deificado
sin transformación necesaria
intuyo que esto molestaría a san pablo
a sus tiendas convertidas en cuerpos angélicos cuando venga el señor
lo sentimos el número que usted marcó ya existe
el triste final de la trascendencia es el cielo en la tierra, pablito
que baje dios y la vea
el día que te pensó debió estar muy de buenas
o muy excitado o muy lleno de sí
sitiado en su epidermis
•
como no te conozco
ni sabría pintarte
ni sé si hoy mismo te he de soñar
y por eso tal vez mañana te olvide
o te mire andar y no te reconozca
—porque cambiamos todos—
como todo eso ha de pasar
me tomaré en tu honor una copa de vino
y te escribo estas coplas para disecar el encanto
por los ojos tuyos que nunca me han visto
y por tus manos que nunca he tocado
no saldré del pueblo si bebo del pozo
ni soñaré el sueño si me invento un nombre
(gira a intermitencias la cajita de música
y te borda como un memorial
la carne de la plegaria
arrumbada en la sombra)
•
me borraré el corazón de bad bunny
que me tatué en el brazo izquierdo
me da pena traerlo desde que vi hoy
en tus cajas de texto
que no te gusta el reguetón
(mucho menos su profeta mayor)
lo asumiré como un reto:
dejar de oír reguetón por el tiempo que me quede de vida
o por el preterido intento que me quede antes
de que me bloquees de tus redes sociales
entablaré conversaciones sobre la historia del rock
leeré y releeré on the road de kerouac
la tumba de josé agustín
alistaré maletas y el verano iré
al tomorrowland de bélgica
keinemusik en eme
raves de neomampostería
aprenderé a ser equivalente a tu deseo
aunque me enfrente contra mí mismo
aunque no sea ya nunca yo
•
si todavía guardas el vestido blanco
que te envié en secreto
si un día lo llegaras a usar
piensa que ningún mal habita en mí
que el deseo de amar y ser tocado por la gracia
no es culpa de nadie
y nadie sabe decir lo que ama
cuando aquello que ama
lo toma por sorpresa
uno hace lo que puede con lo poco que tiene
aunque quiera hacer más
•
estos poemas los escribo hoy junto a la barra de peso muerto
porque tú no estás y no tengo necesidad de impresionarte
porque por no verte me siento así
y porque el tiempo es tan breve
y mi memoria pésima y tengo que escribirlo todo
pero tu mirada no:
esa no la borra ni la ultimísima actualización del whatsapp
ni el eclipse más grande avenido en treinta décadas
ni la gesta heroica de levantar la barra más pesada
con el alma angustiada apretando mi humanidad diminuta
tu mirada permanece
maneat semper
Pablo Piceno (Wolfsburg, Alemania, 1990). Estudió Literatura y Filosofía en la Universidad Iberoamericana, campus Puebla. Es autor de Metáfora del sol ilustre (Proyecto Literal, 2017). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2018 por La Castellane errante.