Algunos poemas de Carta de renuncia
Miguel García Ramírez
Carta de renuncia
Por medio de la presente
me dirijo a quien le quede este saco remendado
que viene siendo la poesía
sincerándome
alzando la voz por quienes nunca
leerán esto:
Los despalabrados.
Los muertos de hambre.
Los sin sitio. Las de ningún lado.
Por medio de la presente, les hago saber que renuncio:
A morir ahogado con mis propias palabras
A quedarme sentado mientras vuelven a saquearnos
A ser el hombrecito de la casa
Al diccionario aquel —caduco desde hace varios siglos—.
Renuncio a las fronteras donde nos venden por partes
A los muelles donde moriremos ahogados
A cargar sobre mi espalda la culpa de los culpables
A mis frustraciones y a las de mis antepasados
Renuncio a suicidarme bajo una luna de hierro
—los muertos no escriben poesía*, las muertas en una de esas—.
Renuncio al silencio
…
Renuncio al silencio, benefactor de los injustos
de los pederastas
de los enfermos porque quieren
de la complicidad de los pobres.
Renuncio
para no darle al sistema la satisfacción de echarme.[1]
Busco entre los escombros de la poesía peruana
Tenemos asignados montones de cuerpos por recoger:
el mío / el tuyo / 1 continente perdido
Busco entre los escombros de la poesía peruana
tecleo buscando dentro de una red intangible
donde se enredan peces de ojos explotados en sangre
—meto la mano—
nombres de poetas perdidos a mitad de la carretera
nombres de poetas enterrados debajo de un poste de alumbrado
o un arbusto de margaritas
o siemprevivas o botellas de cocacola rellenas de orines
nombres de mujeres que decidieron formatear el sistema
ante la terrible certidumbre de recibir una bala en el pubis
o en las sienes o en la punta de la punta de la lengua
Tarde o temprano yo también caeré en el anzuelo
Pisaré la granada escondida entre la hierba sin cortar
Me explotará la mano derecha
—siempre abierta y atenta para recibir el saludo enemigo—
todo por culpa del cohete cebado que dejamos hace varias navidades
debajo de un auto abandonado a media cuadra
pero que sacamos del exilio
para ver si todavía echaba chispas
Con mi mano de margarita sangrienta diré adiós
a este poema
que intenta ser un homenaje a la poesía perdida
entre los escombros de este sistema RA(E)quítico
—mañoso-dichoso-descomunal-sangriento—
Busco entre los escombros de la poesía peruana
y apenas encuentro fotocopias de cuerpos por recoger:
el mío
el tuyo
1 continente perdido.
Quemarropa
Qué fuera la palabra si no 1 ritmo
caricia húmeda-profunda
diente postizo que se tambalea
enemistad-amorosa
Ayer vi pasar algunos muertos
ninguno podía pronunciar 1 palabra
ese debe ser el infierno qué más da
Yo hubiera preferido otro oficio
Todo menos poeta dije hace no tantos ayeres
No sabía muy bien lo que escribía
Seguiré sin saberlo pero mi cuerpo exige:
1 explicación
1 razón para seguir andando
1 manera de darme calor
en noches como estas
cuando la traición dispara a quemarropa
Qué fuera la palabra si no 1 ritmo
balada satánica
pacto entre el sordo y el estruendo
mapa de ningún sitio
Yo hubiera preferido otro oficio:
calor-amor-pudor-seguro social-jubilación-
hijos-hijas-dios-velatorios-piedras en el riñón
Y muerte a montones para llorar por algo.
Miguel García Ramírez (Ciudad de México, 1993). Es autor de Poemas mal-habidos (Pez Ciego, 2020), Derrumbe (Buenos Aires Poetry, 2024), Carta de renuncia (UACM, 2024) y El corazón afiebrado (Granuja, 2022). Textos suyos aparecen en diversas revistas, como Monodemonio, Grafógrafxs, Tóxicxs, Tianguis de Letras y Digo.Palabra.Txt.
[1] * Poesía
Estructura formal de gritar en medio del matadero
para ver si alguien
—1 planta,
1 vaso de agua medio lleno,
1 niño hereje—
alcanza a escucharnos
y se guarda la duda
de saber si pudo haber hecho algo por nosotros.