ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Algunos poemas de Carta de renuncia

Miguel García Ramírez

 

 

Carta de renuncia

 

Por medio de la presente

me dirijo a quien le quede este saco remendado

que viene siendo la poesía

sincerándome

alzando la voz por quienes nunca

leerán esto:

 

Los despalabrados.

Los muertos de hambre.

Los sin sitio. Las de ningún lado.

 

Por medio de la presente, les hago saber que renuncio:

 

A morir ahogado con mis propias palabras

A quedarme sentado mientras vuelven a saquearnos

A ser el hombrecito de la casa

Al diccionario aquel —caduco desde hace varios siglos—.

 

Renuncio a las fronteras donde nos venden por partes

A los muelles donde moriremos ahogados

A cargar sobre mi espalda la culpa de los culpables

A mis frustraciones y a las de mis antepasados

Renuncio a suicidarme bajo una luna de hierro

—los muertos no escriben poesía*, las muertas en una de esas—.

 

Renuncio al silencio

Renuncio al silencio, benefactor de los injustos

de los pederastas

de los enfermos porque quieren

de la complicidad de los pobres.

 

Renuncio

para no darle al sistema         la satisfacción de echarme.[1]

 

 

 

Busco entre los escombros de la poesía peruana

 

Tenemos asignados montones de cuerpos por recoger:

el mío / el tuyo / 1 continente perdido

Busco entre los escombros de la poesía peruana

tecleo buscando dentro de una red intangible

donde se enredan peces de ojos explotados en sangre

—meto la mano—

nombres de poetas perdidos a mitad de la carretera

nombres de poetas enterrados debajo de un poste de alumbrado

o un arbusto de margaritas

o siemprevivas           o botellas de cocacola rellenas de orines

nombres de mujeres que decidieron formatear el sistema

ante la terrible certidumbre de recibir una bala en el pubis

o en las sienes                        o en la punta de la punta de la lengua

 

Tarde o temprano yo también caeré en el anzuelo

Pisaré la granada escondida entre la hierba sin cortar

Me explotará la mano derecha

—siempre abierta y atenta para recibir el saludo enemigo—

todo por culpa del cohete cebado que dejamos hace varias navidades

debajo de un auto abandonado a media cuadra

pero que sacamos del exilio

para ver si todavía echaba chispas

 

Con mi mano de margarita sangrienta diré adiós

a este poema

que intenta ser un homenaje a la poesía perdida

entre los escombros de este sistema RA(E)quítico

—mañoso-dichoso-descomunal-sangriento—

 

Busco entre los escombros de la poesía peruana

y apenas encuentro fotocopias de cuerpos por recoger:

el mío

el tuyo

1 continente perdido.

 

 

 

Quemarropa

 

Qué fuera la palabra si no 1 ritmo

caricia húmeda-profunda

            diente postizo que se tambalea

                                   enemistad-amorosa

 

Ayer vi pasar algunos muertos

ninguno podía pronunciar 1 palabra

            ese debe ser el infierno          qué más da

Yo hubiera preferido otro oficio

Todo menos poeta      dije hace no tantos ayeres

            No sabía muy bien lo que escribía

 

Seguiré sin saberlo                 pero mi cuerpo exige:

1 explicación

1 razón para seguir andando

1 manera de darme calor

en noches como estas

cuando la traición dispara a quemarropa

 

Qué fuera la palabra si no 1 ritmo

balada satánica

            pacto entre el sordo y el estruendo

                                   mapa de ningún sitio

 

Yo hubiera preferido otro oficio:

calor-amor-pudor-seguro social-jubilación-

hijos-hijas-dios-velatorios-piedras en el riñón

 

Y muerte         a montones                 para llorar por algo.

 

Miguel García Ramírez (Ciudad de México, 1993). Es autor de Poemas mal-habidos (Pez Ciego, 2020), Derrumbe (Buenos Aires Poetry, 2024), Carta de renuncia (UACM, 2024) y El corazón afiebrado (Granuja, 2022). Textos suyos aparecen en diversas revistas, como Monodemonio, Grafógrafxs, Tóxicxs, Tianguis de Letras y Digo.Palabra.Txt.

 

 

[1] * Poesía

Estructura formal de gritar en medio del matadero

para ver si alguien

—1 planta,

1 vaso de agua medio lleno,

1 niño hereje—

alcanza a escucharnos

y se guarda la duda

de saber si pudo haber hecho algo por nosotros.