ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

 

Volviendo a las viejas lecturas

Demian Marín

 

Cuando era niño, veía a mi padre leer algunos libros que había en casa. Después, cuando crecí y decidí estudiar Letras, volví a ver a mi padre leer los mismos libros de mi infancia. Los leía una y otra vez. Y yo, estudiante de Letras, no lograba entender qué placer podía encontrar en leer lo mismo que ya había leído, en volver a pasar por los mismos episodios, capítulos, ideas plasmadas en cada uno de esos libros, sus libros de cabecera. Para mí, estudiante de Letras, mi padre se estaba perdiendo muchos episodios, capítulos, ideas que poblaban otros libros, algunos incluso mejores que los que mi padre, de manera obstinada, leía una y otra vez.

No entendía esa necedad de mi padre, hasta que yo mismo comencé a hacerlo, a volver a las lecturas que me habían marcado en algún punto de mi vida. Y una de ellas es, precisamente, la que en su momento dejó en mí una huella imborrable. Tinta china (Ediciones Heliópolis, 1995) es una compilación de entregas de periodicidad variada a la revista Vuelta que durante tres años realizó su autor, Hugo Diego Blanco. Tinta china es, también, uno de los libros que podría considerar como pilares de mi propia escritura.

En este libro, de carácter ensayístico, el autor explora las diversas aristas del pensamiento, la literatura y la cultura de aquel país del Lejano Oriente que tan enigmático nos ha parecido a los occidentales. A través de 32 escritos, algunos más poéticos, otros más narrativos, Blanco nos lleva a un viaje de ida y vuelta, en el que describe con palabras certeras la esencia de China, tanto la actual como la milenaria (viaje de ida), al tiempo que dialoga con grandes autores de la talla de Goethe, Elizondo, Canetti o Durrell, quienes en su momento tuvieron esta fascinación compartida por la literatura de aquel país y plasmaron en sus escritos un poco de esa tinta china, indeleble y poderosa (viaje de vuelta). 

Con la lectura de Tinta china, el lector llega a preguntarse hasta dónde se puede avanzar, con qué profundidad se puede escarbar para entender una cultura tan compleja como la china. Para muchos, esta complejidad ha sido catalogada como «sabiduría». «No logro llegar a entender esa “sabiduría” china», dicen quienes se enfrascan en los escritos provenientes de las tres corrientes filosóficas: el budismo, el taoísmo y el confucianismo; corrientes que, por cierto, tienen mucho más en común de lo que conocemos en Occidente. Para el autor de Tinta china, esta supuesta «sabiduría» podría ser, simplemente, una forma de vida, una cosmovisión no compartida, a la cual nosotros, alejados por completo, nos hemos dado a la tarea de bautizar como «sabiduría», por no contar con otra palabra.

En suma, el libro es una delicia de principio a fin. Digno de ser leído y releído. Con cada relectura, nuevas ideas van surgiendo, y el paisaje nublado se va haciendo cada vez más nítido con los trazos que Blanco deja en cada texto ensayístico de los que conforman este libro.