Mosca
Cecilia Juárez
Vine aquí como la mosca
de un camino largo de regreso de la muerte
vine después de oler las tumbas y con el sol
astillarme los ojos para hacer pedazos mi cuerpo de coleóptero
asir con las patas la mierda del mundo
y volar sola
vine a morir aquí
entre predicadores que hablan de la vida
sus consecuencias y sus premios
predicadores que llenan edificios
con canciones que robaron de algún sitio
vine como judas
como cristo
como juana de arco
como armagedón
mosca
minúsculo cohete arropado entre las mieles de la mierda
vine para cantar sola entre las corrientes
vine a que me odien
me persigan
gasten un tiempo en procurar mi muerte
que de todas formas sucederá muy pronto
vine para hacer invitaciones fútiles
yo sigo el dulce camino de lo podrido
quien no lo haga no comprendo qué hace
devasto la calma y la quietud
pero en silencio casi
quien no lo haga no-comprendo-qué-hace
vine a morir a esta casa sola
encima de las horas que tuve
¡Cómo se siente estar aquí a bordo de esta isla pequeña
que es mi cuerpo!
Acepté la misión del vomitivo
quien no lo haga yo-no-sé-qué-otra-mierda-pueda-estar-haciendo
no sé si lo he dejado claro:
observarlo todo como a mitad de un viaje
eterno y vívido
que ha de emprenderse con los pulgares arriba
¡vivid, volad!
porque de los carroñeros es el reino.
Proceso creativo
Digamos que puedo escribir gracias al departamento de objetos perdidos que hay en mi cabeza.
Unamuno decía que había escritores ovíparos y vivíparos; estos últimos organizaban todo en su mente y luego lo parían entero cuando estaba listo. Yo hago eso. Y a veces me asusto porque no escribo nada en largas temporadas. En ocasiones intento escribir, pero escribo pura basura de bajísima estofa, ni siquiera de la que hace composta o se recicla, basura-basura de esa que regresan armados con rifles los piratas de Somalia directito a los primermundistas, o de la que abandona una señora en la madrugada sobre un camellón. Después de un tiempo entendí que aun cuando no escribo estoy escribiendo.
Por ejemplo: leo una nota que dice que una serpiente pitón fue encontrada en una piscina. Se trata de Australia, claro, la Costa Dorada. ¿Y qué con que haya sido encontrada ahí? Pues la piscina estaba vacía, así que la pitón pudo resguardarse del sol y sobrevivir hasta que, por azares del destino, alguien llegó a veranear. Ese alguien vio a la pitón y llamó a bienestar animal. Llegaron los veterinarios, sacaron a la pitón de la piscina y se dieron cuenta de que estaba infestada con más de 500 garrapatas. Estaba moribunda porque se había convertido en un edificio de departamentos, la pitón, y aquello ya era una cuestión insostenible.
La nota me da vueltas en la cabeza; sale en la plática. Tengo mis personas favoritas para charlar sobre esas cosas intrascendentes.
Después de hablar sobre el tema y especular hasta los límites de lo absurdo respecto a una serpiente pitón infestada de garrapatas en una piscina vacía de cierta casa de veraneo en la Costa Dorada australiana, hay una frase que suelta mi interlocutora y que me atrapa: pero… son enemigos muy pequeños, ¿no crees? Y me doy cuenta de que tiene razón, que si te dieran a elegir entre brincar a un pozo con garrapatas o a uno con pitones, la probabilidad de que elijas a los insectos es mayor. Pero el elemento definitorio es la cantidad. Y esa es mi chispa: lo que no puedo responder, lo que me intriga, lo que me parece una metáfora de lo humano. Y cargo durante días la imagen de la pitón sometida a la tormenta parasitaria dentro de una piscina vacía. Cargo preguntas.
Entonces sigo con mi vida, pero no olvido a esa serpiente. Me entero de que se recuperó. Qué bueno que le pasó eso en el primer mundo. Acá habrían dicho uuuy, no seño, esa ya no se salva, ire…*la picarían con un palo*… ire nomás cómo la dejaron… uy, no, ya mejor evítele el sufrimiento… Y habría muerto, la pitón.
Pueden pasar varios días antes de que consiga vaciarme en la hoja; pero cuando lo hago, todo ha sucedido ya en algún sitio de mi cabeza.
Cecilia Juárez (Toluca, 1980). Estudió Literatura. Es locutora, guionista y productora de radio. Su más reciente libro es Cómo hablar con tu perrx (Ediciones El Humo, 2019). Ha publicado Fábulas serie B (Diablura ediciones, 2017) y Lobos en un corral de lobos (Mantra, 2016).