ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Lo común en la escritura
de Briceida Cuevas Cob

Monserrat Acuña

 

En las últimas décadas, para algunas naciones originarias la escritura se ha convertido en una herramienta a través de la cual es posible narrarse lo ocurrido tras la imposición de la matriz colonial-patriarcal en el territorio ahora conocido como América. Asimismo, ha significado un ejercicio de diálogo articulado en dos sentidos: hacia afuera, en tanto que los poetas pertenecientes a poblaciones originarias traducen su cultura y establecen una conversación con Occidente, y hacia adentro cuando representan un modo de construcción de la colectividad y la diversidad de verdades (Tuhiwai, 2012: 195). En ese sentido, es imposible pensarlas desvinculando cuerpos y territorios: existe una relación intrínseca entre la escritura indígena y los movimientos sociales, pues han sido las reivindicaciones de los pueblos indígenas las que han posibilitado la construcción de un canon literario y han abierto espacios para el surgimiento de intelectuales orgánicos (Del Valle, 2013: 6). 

La emergencia de la escritura en lengua originaria puede rastrearse a partir de los años sesenta, pero, indudablemente, hay un auge de publicaciones a fines de los ochenta y comienzos de los noventa, que fue acompañado —como bien han señalado especialistas en el tema, como Arturo Arias, Jorge Tapia, Valle Escalante y Luz María Lepe— por la reconfiguración de las subjetividades indígenas y la puesta en crisis de la hegemonía de las literaturas nacionales (Del Valle, 2013: 7). La escritura de los pueblos originarios puede ser considerada en nuestros días un espacio de resignificación y reapropiación de las identidades. Su manifestación representa “uno de los fenómenos culturales más novedosos en la región” (2013: 1). 

Un término como “literatura contemporánea en lenguas originarias en México” resulta ser una categoría amplia y compleja de establecer, en tanto que la atraviesan fenómenos como el surgimiento de un Estado monolingüe y “lingüicida”, los contextos sociopolíticos que han posibilitado la construcción de campos literarios interesantes en ciertos territorios, los resultados de la colonización, los esfuerzos desde el interior de las comunidades por revitalizar la lengua, y las trayectorias de los diferentes autores que componen un atlas integrado por 11 familias lingüísticas, 68 lenguas y 344 variedades. Esta amplia categoría incluye a autores que escriben sólo en español y a los que también lo hacen en lenguas originarias; además, quienes escriben en lengua originaria suelen elaborar una segunda versión en la lengua mayoritaria, lo cual añade a la lista el fenómeno de la autotraducción y las discusiones en torno a la idea de versión y original. Cuando hablamos de literaturas indígenas se engloba tanto a escritores hablantes nativos de las 68 lenguas como a aquellos que han aprendido su lengua de herencia en un momento posterior, en un esfuerzo consciente de descolonización y reagenciamiento de su identidad. Por esa razón estas escrituras “representan un posicionamiento político y un lugar de enunciación particular desde el cual el sujeto indígena articula sus lenguajes y sus políticas” (Del Valle, 2013: 3). 

A pesar de los beneficios del reciente auge de las literaturas indígenas, la escritura no ha estado exenta de ser un espacio en el que se reproducen las dinámicas de exclusión impuestas por la colonización. Escritura y poder han estado vinculados y, en muchas ocasiones, la primera ha sido usada como sinónimo de alta cultura y ha funcionado como sustento para la suposición de que las poblaciones amerindias eran ágrafas y, por lo tanto, menos valiosas que la cultura hegemónica. Por esa razón se vuelve fundamental recordar que la preferencia por el lenguaje verbal escrito es un capricho de Occidente, que sistemáticamente ha hecho a un lado los múltiples textos elaborados por las culturas de América y cuyos dispositivos resultan tan diversos como los textiles, la oralidad, los quipus, los glifos, la danza y la música.

Al convivir con todas estas otras formas de textualidad, las escrituras indígenas cuestionan la noción de la literatura como lenguaje escrito, en tanto que su tradición no está exclusivamente compuesta por los objetos libros. Estas literaturas se vinculan a otras tradiciones del lenguaje. En este artículo hablaremos específicamente de algunas de las características de la oralidad, pues se toma como estudio de caso la obra de Briceida Cuevas Cob, con la intención de trazar algunas pistas sobre los modos en que la oralidad forma parte del bagaje de la creación poética de la autora. 

En un primer momento es importante mencionar que Briceida Cuevas Cob, escritora maya yucateca nacida en Tepakán, Campeche, ha sido reconocida nacional e internacionalmente por su trabajo poético. En 1993 fundó, junto con otros escritores pertenecientes a poblaciones originarias, la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, A.C. En 2012, fue elegida como representante de Campeche en la Academia Mexicana de la Lengua. Es autora de los libros de poesía U yok’ol awat peek’/El quejido del perro en su existencia (1995), Je’ bix k’iin/Como el sol (1998) y Ti’ u billil in nook’/Del dobladillo de mi ropa (2008). También ha participado en diversas publicaciones colectivas y, como resultado de una serie de talleres impartidos en Calkiní, publicó U ts’íibta’al Cháak (Escribiendo la lluvia, 2011) con textos escritos por niños y adultos de la comunidad. Además de su labor como poeta, es reconocida por su trabajo para difundir y preservar la lengua maya y la literatura en lenguas originarias de México.  

Briceida Cuevas Cob escribe en maya yucateco, maayat’aan, una lengua amerindia derivada del tronco mayense y hablada principalmente en Yucatán, Campeche y Quintana Roo. La lengua maya yucateca es la segunda lengua originaria con mayor número de hablantes en México, después de la lengua náhuatl. Actualmente se escribe con caracteres latinos, con un sistema establecido en 1984, aunque en el pasado era escrita mediante un sistema de glifos. Existe una cantidad considerable de registros textuales de la literatura maya antigua, como lo son el Popol Vuh, el Chilam Balam y Los cantares de Dzitbalché. Además de esos registros escritos, los relatos han sido también transmitidos de boca en boca, de generación en generación.

El inventario fonológico del maya es muy distinto al del español, ya que en el maya yucateco abundan los sonidos consonánticos sordos y el uso de consonantes glotalizadas, las cuales son un rápido cierre de la glotis que “provoca una suerte de pequeña explosión que se agrega al sonido de cada consonante” (Vapnarsky, 2008: 17). Conocer esas características de la lengua nos puede dar una idea de la creación de la autora e incluso nos hace conscientes, a quienes no somos mayahablantes, de “las resonancias de las armonías y desarmonías vocálicas, el rebote de las glotales, el énfasis de las reduplicaciones silábicas, la trama sutil de las consonantes, sus deslices sibilantes, sus golpes y cortes, sus pulsaciones y cesuras” (2008: 17).

La apuesta de Briceida Cuevas Cob por retomar la voz de su comunidad parte desde el hecho de elegir como disparador de la creación poética la vida cotidiana de la mujer maya. A lo largo de la obra de Cuevas Cob, especialmente en sus libros Como el Sol y Del dobladillo de mi ropa, es posible observar cómo se retratan los espacios y objetos desde los cuales la mujer maya se desenvuelve:

 

Maan,

a wíimo’obe’ ka’atúul chan ch’upalalo’ob tu báaxal looxo’ob táan a p’o’. 

U chéel a páakate’ u sinmubaj ti’ u yóom. 

Máax ku yilikech je’el u ya’alik ma’atech a muk’yaj.

 

Señora,

son tus senos dos niñas que juegan a golpearse cuando lavas. 

El arco iris de tu mirada se halla tendido en la espuma. 

Quien te viera diría que no sufres.

(Cuevas Cob, 2008: 102-103)

 

Cada poema explora el ritmo de la conversación coloquial, se retoman características de la lengua hablada y de las estructuras tradicionales; sin embargo, el ejercicio poético no se reduce simplemente a la calca al español de formas que parecen novedosas en la lengua mayoritaria, pero que son lugar común en el maya. La autora reelabora y resignifica esas metáforas muertas, toma como materia prima la lengua de la comunidad y la transforma para hacer poesía. Entra en diálogo con sus propias tradiciones y renueva la catacresis de la oralidad mediante la escritura. Briceida pone de manifiesto un profundo respeto por los modos del habla diaria mediante los cuales se expresa la creatividad de la comunidad; por esa razón retoma formas comunes, como la burla, el consejo y las lamentaciones. Un ejemplo es el poema “Pequeña riña entre la gorda y la flaca”, en el cual retoma insultos coloquiales del maya para tejer la anécdota. Cuando una de ellas llama a la otra “—¡Teech tu’ne, u munyali ja’ nok’ pei!/Mujer con ropaje nube de tormenta” (Cuevas Cob, 1998: 50), esa frase coloquial colmada de poesía es usada como un insulto para decirle a la otra que no sabe lavar. Abundan en la obra de la autora expresiones extraídas tal cual del habla de la comunidad, pero que han sido retrabajadas, de tal manera que mantienen la cadencia de la expresión común, pero, al mismo tiempo, tienen imágenes llanas, sencillas y profundas, como en el poema “La casa”:

 

Le naja’ tu ye’esik u ch’ala’atel 

síiskunaja’an tumen ke’el. 

Ti’ u xa’anil u jo’ole’ 

tu ch’ajch’ajáankal u yalab ki’imak óolal. 

Ti’ u táan u yiche’ 

ts’o’ok u jawal u pokpokxiik’ u páakat ku je’elsikubaj tu 

[páakab che’il kisneb. 

¿Ba’ax k’iin ka wixa’ab u pak’il tumen áak’ab?

 

Muestra la casa sus costillas 

humedecidas por el frío. 

De sus cabellos de palma 

gotean resquicios de alegrías. 

En su rostro

ha cesado de aletear su mirada que descansa en el

[marco carcomido de sus ventanas. 

¿Cuándo la noche orinó sus muros?

(Cuevas Cob, 2008: 32-33)

 

La autora conserva el modo en que la comunidad percibe los sonidos al mantener los ruidos onomatopéyicos del maya en la versión que elabora en español. Esta decisión es especialmente clara en el poema “Canción triste de la mujer maya recién fallecida su madre”, en el que Cuevas Cob elabora poéticamente su propia versión del llanto que escuchaba en su lugar de origen. No sólo conserva “Jeiin”, onomatopeya del lamento en maya, hay algo que se cifra de la cosmovisión y la singularidad de la cultura que ella es capaz de articular a través de sus poemas:

 

Je’iiiiiiiiiin, je’iiiiiiiiiin, 

in xki’ichpan na’,

¿leti’ wáaj le áak’ab táan u ji’ik u sen ba’ chawakil 

wayak’ tin wich 

wa jach jaaj ts’u tuts’tal a wíinklil, 

bey chan tsuutsuy, 

utia’al ma’ u suut xik’nal? 

Je’iiiiiiiiiin, je’iiiiiiiiiin.

 

Je’iiiiiiiiiin, je’iiiiiiiiiin, 

mi madre hermosa, 

¿es la noche quien le unta la más larga de las pesadillas 

a mis ojos 

o es verdad que tu cuerpo se halla tendido, 

cual pequeña torcaza,

 para no alzar el vuelo más?

 Je’iiiiiiiiiin, je’iiiiiiiiiin.

(Cuevas Cob, 2008: 118-119)

 

Como se ha mencionado, el fondo y la forma de los poemas involucran la vida cotidiana de la comunidad. El lenguaje usado es cotidiano también y, aun así, la autora es capaz de crear imágenes fuertes al interior del texto, que reinventan y miran novedosamente lo común. Esa decisión de retomar lo ordinario es también una decisión política, en tanto que permite a la autora hacer visibles los discursos que son ignorados por la hegemonía. Escribir en lenguas minorizadas, crear desde ellas para formular modos distintos de percibir el mundo, significa también una apuesta por lo comunitario y una posibilidad de abordar subjetividades no planteadas y que resultan estar siempre en resistencia ante los embates del proyecto colonial, patriarcal y capitalista que impera en Occidente. Esto vincula a la obra de Briceida Cuevas Cob con un compromiso político que suma interés a su poesía, además del intrínseco valor literario que esta, por sí misma, tiene.

 

 

Referencias

 

Cuevas Cob, Briceida (1995), U yok’ol auat pek’/El quejido del perro en su existencia, Quintana Roo, Casa Internacional del Escritor.

Cuevas Cob, Briceida (1998), Je’ bix k’in/Como el sol, México, Instituto Nacional Indigenista.

Cuevas Cob, Briceida (2008), Ti’ u billil in nook’/Del dobladillo de mi ropa, México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

Cuevas Cob, Briceida (2011), U ts’íibta’al Cháak (Escribiendo la lluvia), Campeche, INALI.

Del Valle Escalante, Emilio (2013), Teorizando las Literaturas Indígenas Contemporaáneas, Chapel Hill, Editorial A Contracorriente.

Tuhiwai Smith, Linda (2012), A descolonizar las metodologías. Investigación y pueblos indígenas, Santiago de Chile, LOM Ediciones.

Vapnarsky, Valentina (2008), “Prólogo”, en Briceida Cuevas Cob, Ti’ u billil in nook’/Del dobladillo de mi ropa, Ciudad de México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, pp. 12-19.

 

Monserrat Acuña (Querétaro, 1994). Traductora, editora y poeta. Es Licenciada en Estudios Literarios con línea terminal en escritura creativa, y estudiante de la Maestría en Estudios Amerindios y Educación Bilingüe de la Facultad de Filosofía de la UAQ en la línea de estudios sobre literatura indígena, oralidad y etnicidad. Publicó la plaquette Muñelocos (Pan Caliente Editoras, 2018). Edita El Periódico de las Señoras.