ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Dos poemas

Dean Atta

 

No soy el nigger de nadie[1]

 

Raperos, cuando usen la palabra nigger recuerden que esa fue una de las últimas palabras que Stephen Lawrence[2] escuchó. Así que no me vengan con que es una palabra reapropiada.

 

No soy el nigger de nadie

más vale que dejen descansar en paz a mis ancestros,

que no se revuelquen en las tumbas de las plantaciones en Jamaica,

a los apilados, apenas a mitad del viaje, en sus sepulcros acuosos

en la cubierta del barco esclavista,

con el fin de cobrar los seguros,

a los encadenados a la embarcación,

amontonados, tantos como se podía

mientras el barco se mantuviera a flote,

los despojados de cualquier sueño, de la dignidad.

Con el futuro que era un amo y bautizarse con nombre europeo.

A los enfermos y heridos:

el peso muerto en espera de ser arrojado.

El costo que Lloyd’s en Londres

ya tenía presupuestado.

 

No soy el nigger de nadie

díganle a Drake y Weezy

que se equivocan,

pues no soy el nigger de nadie

también díganle a Jigga y Kanye

nada de nigger en París,

ni nigger en Londres,

ni nigger en Nueva York,

ni nigger en Kingston,

ni nigger en Accra,

tampoco soy un nigger con huevos (N.W.A.) en Compton

porque no quiero que me digan “Hey, nigger”.

 

¿Cómo pudieron criarse escuchando a Public Enemy

y convertirse en el peor enemigo para ti, para mí?

 

Ustedes mataron el hip-hop y resucitaron a

zombies decapitados

que no ven más allá de la nariz,

que vagan sin destino,

que no tienen agallas porque no tienen sangre que alimente

su corazón, tan sólo aquella que se riega en las calles.

Mientras tengan qué comer les importa un carajo

si sus corazones laten.

Son fríos como el oro blanco de sus joyas,

porque el dinero está primero,

aplastando el respeto a sí mismo,

sobre su autoestima,

más allá de animar a los niños a perseguir sus sueños

hay que acumular los billetes

porque son más grandiosos que el amor.

 

Mejor díganme nigger, porque sé que les asusta

decirme “hermano”,

saber que venimos del mismo origen atroz,

que no importa qué tan lejos lleguemos

si nunca seremos como los que forjaron esta palabra,

saber que el racismo es una forma

de ser institucionalizada,

saber que nigger será la última palabra que antes de

ser linchados será escuchada.

 

Traducción de Fred Castillo Dávila

 

De donde vengo

 

Vengo del pay de cordero y el asado de los domingos

del pollo Jerk y las hojas de parra rellenas

vengo de viajar a través de mis papilas gustativas

y de amar donde vivo

 

vengo de un hogar que algunos llamarían roto

vengo de un Hazlo tú mismo que nunca se completó

vengo de esperar junto al teléfono a que él llame

 

vengo de ondear la bandera blanca a la soledad

vengo de la bandera del arcoíris y la Union Jack

vengo de un pasaporte británico y una maleta siempre lista

 

vengo del combustible de aviación y el agua de coco fresca

vengo de cruzar los océanos para encontrarme a mí mismo

vengo de los problemas profundos y las soluciones superficiales

 

vengo de un vocabulario limitado,

pero de una imaginación sin restricciones

vengo de una educación aceptable y una madre maravillosa

vengo de tener permiso para soñar,

pero, en vez de eso, elegir despertar

 

vengo de donde sea que repose mi cabeza

vengo de preguntas sin responder y libros sin leer

del esfuerzo desapercibido, y las disculpas y gracias no dadas

 

vengo de aquellos en quienes confío

y aquellos a quienes he dejado atrás

vengo del año pasado y del anterior

y no me doy cuenta de cómo he cambiado

vengo de verme en el espejo y de verme en línea

para encontrarme a mí mismo

 

 

vengo de las historias, mitos, leyendas y cuentos populares

vengo de las canciones de cuna y las de pop,

del hip hop y la poesía

vengo de los griots, las abuelas y las cuentacuentos

 

vengo de las palabras publicadas y las sonrisas de extraños

vengo de mi propia pluma, pero veo que la gente

se hace trizas como papel

cada uno, una historia o un poema que no logró llegar a un libro.

 

 

Traducción de Dagmar Embleton Márquez

 

 

Dean Atta (Londres, 1985)

Poeta, activista de la comunidad LGBT, músico de rap y performer de poesía en voz alta; británico de origen chipriota y jamaicano. Se graduó de la Universidad de Sussex en Inglés y Filosofía. Fue nominado al premio Polari al primer libro, por I Am Nobody’s Nigger (Westbourne Press, 2013), y  recientemente publicó la novela infantil Black Flamingo (Hooder Children’s Books, 2019).

 

En 2012, The Guardian lo catalogó como “el poeta del i-phone”, debido a que el poema aquí traducido se fue escribiendo primero como una actualización de estado en Facebook y de inmediato como una publicación en Twitter. Gracias a la viralización del poema se empezó a reconocer su trabajo, que se remontaba a 2002. Su obra, siguiendo la tradición de Linton Kwesi Johnson, Maya Angelou y con la influencia del hip-hop, se remonta a la premisa de que la poesía se debe recitar. Quería ser rapero, pero la homofobia reinante de la escena lo obligó a buscar en el spoken word su lugar. Frecuentemente asume a la poesía en su rol como consciencia social y sobre todo manifiesta lo que significa reconocerse y ser joven, negro y homosexual en nuestra actualidad en el Reino Unido. 

 

 

 

[1] Un video donde se presenta la versión original recitada por Dean Atta está disponible en el canal de rap SBTV en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=pxp0QanPe2E

[2] (1974-1993) Adolescente británico a quien mataron cinco miembros de una agrupación racista mientras esperaba su autobús al sur de Londres. El brutal asesinato se erige como un evento que cambió al Reino Unido. Dos de los asesinos fueron condenados hasta 2012. A lo largo de esos años su madre buscó que se hiciera justicia.