Una cinta roja es el ojo de la isla
Luciana Bedini
En realidad no podría hablar de preguntas respecto a este libro. Yo lo asumí como una revelación sin aspavientos, como una ilación sin esfuerzos en la que las conjeturas no se anticipan a los versos. Luego, claro, nacido el poemario hubo que criarlo un poco, alimentarlo, corregirlo, “mezclar” los poemas y darles un sentido editorial. Encuentro diferencias, sí; podría decir que Una cinta roja… tiene un tono más enrarecido, más lejano a mi cotidianeidad. Creo que es una voz lejana que llega de manera oscilante y que sí, por momentos esta voz amasa algunas imágenes con registros vinculares próximos. Quizás otro contraste podría ser la “sexualidad” abierta y “natural”; creo que se genera una especie de ecosistema erótico que late y aloja en su frecuencia los versos y las dimensiones de los versos del libro.
Trabajé una lógica de facetamiento, pero las divisiones pueden o no ser otra parte de la cosa, de la isla, de lo grande. Digo, internamente relacioné ciertas características de algunos poemas con conceptos que rodean la palabra Isla, como aislación, desvinculación, periferia, pero como un juego, no como una marcación o límite. Hay también cierta narratividad, pero es en este caso una excusa para perderse. Quise arrimar al lector una plataforma frágil, que no se explique.
Supongo que las transparencias son un poco esto que te decía sobre hacer hablar la otredad sin pelearse con lo que el sistema propone como “lógico”. La otredad no es otro mundo u otro sistema de valores ajeno a este. Es un planteo sutil, que invita a poder habitar los espacios sin amarramientos tan explícitos a las doctrinas funcionales de producción, que implican (entre otras muchas cuestiones) la imposición de temporalidades, principio-nudo-desenlace y otros ordenamientos. En este sentido, durante el transcurrir del libro sí se producen fugas, un perderse, un desanclar y quedar un rato boyando en zonas sin aparentes sedimentos. A este mundo isleño también lo componen familiares, exparejas, parejas imaginarias, personas que conocí en una isla que queda entre Ecuador y Colombia, escenas ciertas y otras producto de una sinapsis poética (se podría decir). Creo que existen cúmulos de nostalgia también, dialogando con las imágenes explícitas de los poemas. Los paisajes son complejidades pero también silencios.
la luna arde al costado de la ruta,
cada tanto paramos para sacar fotos
somos autótrofos incandescentes.
muñequitos confundidos que hablan y hablan
boquitas llenas
con genitales volcánicos.
me someto dos veces:
primero a que me roces por la mañana,
segundo, a tus dedos suaves en mi útero
punzando para romper el hechizo.
después,
me abro en el mar, las olas me
rompen las partes duras
soy silenciosa y gozo con el espectáculo
de la espuma interna, sangrada, lasciva.
nací a la siesta, sangré a la siesta
extrañé a un amor filoso y después
nadé en las aguas de un pasado
que también quema, y las llamas
que son hilos siguieron sosteniéndome.
***
médano:
pequeña colina de arena que forma y empuja el viento
una cinta roja amontona cuerpos
hombre en la luna
hija de hombre en la luna
verano inconfundible y ninguna tortuga que
trague sus huevos
sueño que estoy con mi madre y
que espero un colectivo para seguir viajando
como una prótesis son las palabras
que alcanzan para caminar.
la arena negra me tapó los pies y
entonces vi el ojo mayor de la isla
en forma de cinta roja.
hay una delgada línea entre el brillo y
la ausencia:
mi hermano y mi madre jugando a las cartas
la noche de navidad.
***
arcanos mayores
tres cartas:
sabiduría
contemplación
rey de bastos.
aparezco montada en un caballo blanco, sin piernas.
el basto es titánico, el caballo tiene una brida de oro en el pecho.
no sonrío, tengo miedo de morirme sucia.
el suelo tiembla del blanco humano
cuarta carta: la inocencia,
al relato no lo recuerdo.
la música es lo único propio en este recinto
Luciana Bedini (Concordia, Entre Ríos, Argentina, 1985). Es docente, escritora, gestora cultural y coordina proyectos de educación. Ha publicado los libros Amanecí en Tailandia (independiente, 2010), Humo (Mitomante, 2011) y Una cinta roja es el ojo de la isla (Borde Perdido Editora).