ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Cytotec le informa sobre su uso
médico:[1]

Anaité Ancira

 

 

Te tomas dos

primero.[2]

 

Esperas.[3]

 

5………… 4………………….. 3…………………….....………..

 

¿te sientas?

¿caminas?

¿platicas?

¿ves la tele?

¿cuánto tiempo lleva esa alarma sonando?

¿hace cuánto pasó la última patrulla?

 

……….......……..2…………………......…1…………………….

 

uterus contractus[4]

 

Todo mojado[5]

el calzón, tu entrepierna, el pantalón, la colcha de la cama.

 

Un calambre,

luego otro,

no sabías que te podías doblar en cuatro.

 

Intentas llegar al baño pero en el camino te partes en ocho.

 

……………………....0……………………………………………

 

uterus contractus, abortus inmediatus[6]

 

“puedes tener dolor, náuseas, vómito, diarrea, fiebre, escalofríos, sangrado abundante y con muchos coágulos”[7]

No habías entendido que era todo eso al mismo tiempo

y te retuerces en la cama,

corres al baño,

mejor te quedas sentada ahí,

mejor no,

mejor tomas agua,

mejor la vomitas,

mejor te sientas en la orilla del colchón,

te quitas el pantalón manchado,

aprietas la colcha,

miras la alfombra,

la pinche pared tan quieta

tan blanca,

tan callada,

ahí.

Si pudieras pararte de manos y que todo se regresara

pero mejor no,

mejor te sientas en el escusado,

pones el bote de basura entre tus piernas

y vomitas,

cagas,

meas,

lloras,[8]

todo

ahí

así

repitiéndose cada vez más lento.[9]

Pasan tres horas

1,2,3

¿mejor?

mejor morirte[10]

 

Un calambre

luego otro

no sabías que te podías partir en dieciséis

 

Te acuerdas de las otras pastillas[11] que te dieron,

de esas te tomas dos

pero no ayudan.

Te acuerdas que la doctora te preguntó

“¿estás segura de que esto es lo que quieres?”

Te acuerdas que te lo preguntó dos veces

porque pensaste que le habías contestado que sí a la primera

pero no le habías contestado nada

y te volvió a preguntar:

“¿estás segura de que esto es lo que quieres?”[12]

 

Ahora estás “malpariendo” ahí en el baño,

en la cama

y en el pasillo que hay entre uno y el otro

con la certeza de las buenas decisiones,[13]

esas que se toman cuando “mejor” y “peor”

son lo mismo.

 

 

Sólo habrá que esperar un rato más,[14]

a esta hora mañana[15]

tal vez puedas estar en el cine

viendo la nueva película de

Woody Allen.[16]

 

 

Verde que te quiero verde

 

Para Sebastián, Ruby Tuesday y Enrique

 

He abortado tres veces, de formas distintas, todas las veces han sido muy dolorosas física y emocionalmente. La primera vez fue hace casi 14 años. Todavía no era legal la interrupción del embarazo en el DF, pero se sabía que en el WTC había varios ginecólogos que la realizaban de manera “segura”, y ahí fuimos mi pareja y yo. Tenía 23 años, vivía sola y me mantenía. La idea de ser mamá me era por completo ajena, ni siquiera me lo había planteado.

El doctor nos dijo: “El procedimiento es así: llegas al hospital, te sedamos completa, te hacemos una aspiración y en cuanto te sientas lista regresas a tu casa”.

Corte a: yo acostada en el quirófano de un hospital cerca de San Cosme, en bata, con las piernas abiertas, mirando el reloj de pared que marcaba las 10 a.m.; el doctor con un gorro de los pumas, diciéndome adiós con la mano, se fue desvaneciendo hasta que me desperté de golpe y abrí los ojos; ahora el reloj marcaba las 10:15 a.m.

“Lista”, me dijo.

Me llevaron a un cuartito donde estaba mi pareja en un sillón. Nos quedamos en silencio; creo que fueron horas. De camino a mi casa… silencio… pasamos a una farmacia a comprar lo que me habían dicho: muchos kotex, mucho ibuprofeno, jugos y agua. La anestesia se pasaba y los dolores empezaban a sentirse cada vez más fuerte. Me llevó a mi casa y se fue. No sé cuántos días pasaron; sólo me acuerdo de que estuve en mi cama por días, en silencio, sangrando, adolorida, dolida, confundida.

Siete años después las circunstancias eran otras: tenía un hijo de cinco años, vivíamos solos, trabajaba y estaba sin pareja. No había mucho que pensar, después de tener un hijo la decisión de abortar tiene otras implicaciones, al menos para mí.

El aborto estaba empezando a ser legal en el DF y ya existían clínicas especiales. Esta vez fue una interrupción con pastillas, una de las experiencias más dolorosas y feas de mi vida, punto. Día y medio de una especie de trabajo de parto que salió muy mal: contracciones, vómito, diarrea, sangrado, todo al mismo tiempo. A pesar de tener pareja, es algo que se vive sola, en la parte más profunda del cuerpo y del no cuerpo. El recuerdo de los siguientes días, meses, también es muy borroso. Recuerdo que una tristeza negra y pesada se me vino encima y me aplastó; salir de ahí fue un proceso muy largo.

Me ha costado más de un año recuperarme de mi último aborto; sentí que mi cuerpo estaba furioso, mis ciclos apenas están empezando a regularizarse y mis hormonas siguen haciendo fiestas sorpresa sin invitarme.

Sé que hablo de estas heridas emocionales desde un lugar de privilegio que me permitió interrumpir mis embarazos de forma segura, y tener una contención emocional para sanar las heridas que eso me dejó. No es la regla, ni la mayoría de los casos; eso no debería discutirse.

Deberíamos discutir cómo tener una educación sexual más asertiva en forma y tiempo. ¿Qué pasaría si desde la adolescencia nos enseñaran a las mujeres a estar más en contacto con nuestro ciclos menstruales y nuestro cuerpo, en lugar de vendernos la idea de que es algo que huele feo, que es molesto, que duele? Que nos enseñaran a reconocer cuando estamos fértiles, que tanto hombres como mujeres sepamos cómo funcionan nuestros ciclos reproductivos. No nos embarazamos solas, la reproducción es una responsabilidad de dos. Sería distinto si los hombres supieran los días en que su pareja es fértil.

No nos pueden prohibir decidir sobre nuestro cuerpo, lo que sí pueden hacer es tener infraestructuras laborales más aptas para mujeres y hombres. Lo que sí podemos es tener un plan de salud que incluya el acceso a formas seguras de interrumpir un embarazo, informar las consecuencias de tomar una u otra decisión. Si decides tener un hijo sí va a cambiar tu vida; si decides no tenerlo merece la pena tener contención emocional, porque aunque sean “sólo células” (para algunos), esas células son vida, no son una persona, pero sí son vida. Es un proceso físico que empieza, al interrumpirse tiene efectos en el cuerpo y en las emociones de las mujeres. El estar defendiendo si está bien o mal no nos deja vincularnos con ese proceso que es nuestro, nos pertenece, tenemos el derecho a escoger cómo lo vivimos.

Yo soy completamente pro derecho a decidir, a veces me cuesta conectarme con el discurso del “feto ingeniero”. La realidad es que en un embarazo sí se gesta una vida y sí se interrumpe. No pongo en tela de juicio si está bien o mal moralmente. Es como si no nos diéramos permiso de sentir ese duelo y de darle un lugar, porque si se lo diéramos estaríamos otorgándole la razón a los “defensores de la vida” que dicen que somos asesinas despiadadas. Es una responsabilidad muy grande ese superpoder que tenemos las mujeres de gestar en nuestro cuerpo a otra persona, y después sostener a esa persona en la vida. Si no queremos, no estamos listas o no tenemos las posibilidades de recibirlo en la vida y darle nuestro amor incondicional, tenemos todo el derecho de hacer lo que necesitemos con ese superpoder.

Decidir interrumpir un embarazo también es maternar. Y somos mamás de todos nuestros hijos, los que están en la vida y los que no, también. Es nuestro derecho.

Desde que entendí esto digo que soy mamá de cinco hijos, aunque sólo he criado a dos. Daría mi vida por ellos y no hay cosa que me guste más que escucharlos reír; tenerlos fue una decisión propia, no una imposición. Esa debe ser la regla si lo que queremos es respetar la vida.

 

Anaité Ancira (Ciudad de México, 1980). Publicó en 2018 el libro Play, pausa, rec, mute (Editorial Grupo Rodrigo Porrúa).

 

 

[1]    Cada tableta de Cytotec contiene 200 mcg de Misoprostol. Este medicamento es de uso controlado, por lo cual no se vende en farmacias sin receta médica.

[2]    El tratamiento consta de dos dosis de cuatro pastillas, aplicadas con 24 horas de diferencia cada una.

[3]    El sangrado debe empezar de 7 a 9 horas después de tomada la dosis.

[4]    La inducción del parto es un conjunto de procedimientos dirigidos a provocar contracciones uterinas de manera artificial con la intención de desencadenar el parto cuando los beneficios de finalizar la gestación para la madre y feto sobrepasan los beneficios potenciales de continuarla.

[5]    El sangrado es el primer signo de que el aborto ha comenzado.

[6]    Cytotec es un análogo que promueve la curación de úlcera péptica e incrementa las contracciones uterinas en el embarazo; puede causar expulsión parcial o completa del embrión.

[7]    Doctora dixit.

[8]    El volumen de lo que se expulsa varía de acuerdo con el tiempo de gestación.

[9]    El sangrado dura de 8 a 12 días; esto depende del organismo de cada mujer.

[10]  Cytotec no es recomendable para personas hipersensibles.

[11]  ACTRON 600. Cada cápsula contiene 600 mg de ibuprofeno.

[12]  Entre las ventajas de este método abortivo están que puedes estar en tu casa, no requiere anestesia, a diferencia del aborto quirúrgico. Y es más natural, como un malparto.

[13]  No es lo mismo tener un hijo CON alguien, que tener un hijo DE alguien.

[14]  Una vez concluido el tratamiento, con la expulsión del producto se puede presentar sangrado por varios días, en algunos casos como máximo hasta 15 días.

[15]  La única manera de cerciorarse de que el aborto fue “exitoso” es mediante una ecografía, ya que tanto las pruebas caseras y las sanguíneas van a seguir apareciendo positivas hasta 40 días después de terminado el tratamiento, que es el tiempo que tardan en desaparecer las hormonas de embrazo del organismo. Es importante revisarse, porque si el aborto no se completó pueden quedar restos de tejido en el útero, lo cual produce infecciones o hemorragias.

[16]  Puedes empezar a tener sexo tan pronto como te sientas cómoda…