ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Poema en que se retoman células

Maricela Guerrero

 

No sé qué pero yo, hoy ni mis muertos

            con Mahler y toda la cosa, ni Pearl Jam, ni la santa
            suerte

            de vivir en un departamento sin jardín interior exterior

            —ni una plantita, vamos ni sapos, palmerines—

            pastizales;

no concreto la imagen, la heráldica de cada cosa: por ejemplo,
            los ingenios azucareros, sin dulce nada —un terroncito.

Poema en que se retoma el beatus ille

 

Considero que escribir es quizá una de las manifestaciones creativas más democráticas posible —claro, si es que los programas de alfabetización funcionaran, si hubiera tiempo y oportunidad, y si un poco de gracia y otra cosita y arriba y arriba, y arriba iré—. Bueno es que estas consideraciones, así tan sueltas y con docto tono de persona conocedora, nos tendrían que poner a pensar en variables diversas, aunque digamos que idealmente escribir o construir esculturas y ciudades con piedritas o trozos de madera debería ser un derecho universal y una posibilidad real de estar en el mundo; aunque claro, con los niveles de analfabetismo en aumento, la precarización de la vida de niños y jóvenes, la visión utilitarista de la educación en el sistema neoliberal, escribir y construir con piedritas o trozos de madera ha sido un enorme privilegio.

Desde ese privilegio es que escribo sobre los ingenios azucareros y la dulzura en ese poema donde se condensaron muchas de las intuiciones que tengo sobre el lenguaje, la vida, la escritura y la alegría. Intuiciones que evocan imágenes para construir una argumentación sobre por qué vivir es tan emocionante y gozoso, aun —y quizá, sobre todo— si se perciben las inclemencias del sistema económico y social que nos obliga a un trabajo remunerado en algunos momentos francamente deshumanizador o si se considera la pauperización de la vida en común. Recientemente leí a Rita Segato, quien en el prólogo Contra-pedagogías de la crueldad explica dos proyectos históricos divergentes en su concepción de bienestar y felicidad:

el proyecto histórico de las cosas y el proyecto histórico de los vínculos, dirigidos a metas de satisfacción distintas, en tensión, y en última instancia incompatibles. El proyecto histórico centrado en las cosas como meta de satisfacción es funcional al capital y produce individuos, que a su vez se transformarán en cosas. El proyecto histórico de los vínculos insta a la reciprocidad que produce comunidad. Aunque vivimos inevitablemente de forma anfibia, con un pie en cada camino, una contra-pedagogía de la crueldad trabaja la consciencia de que solamente un mundo vincular y comunitario pone límites a la cosificación de la vida.

Y por qué hay que poner límites a esa cosificación, porque esencialmente en un mundo de individuos que devienen en cosas, como dice José Alfredo: “la vida no vale nada”; y eso es terrible, engendra violencia, depredación y aislamiento, duele y aterra. Cada vez que se asesina a una persona, cada vez que se arrasa un bosque, cada vez que se caza a un animal por deporte presenciamos actos perpetrados por un sistema que ha trozado los vínculos entre personas, animales y vegetales; y es dolorosísimo.

Esas intuiciones sobre la vida y la vinculación, la idea de dolerse ante los acontecimientos y la búsqueda de un lenguaje capaz de reconectarme con personas y seres queridos —los árboles y plantas de mi infancia— están imbricadas en los poemas que escribí en ese libro que temprana y cariñosamente nombré los arbolitos, y que luego creció, tomó vida propia y en manos de los editores de Antílope se llamó El sueño de toda célula. Ese libro fue escrito durante una crisis muy fuerte que me confrontó con mi ser amoroso, maternal y autocrítico en el mundo; en ese libro reconsideré la vida desde las células, así como de las personas que cuidan células, organismos, manantiales, bosques, lobos y aman.

 

Lenguaje

No hay hora ni lugar ni espacio en que no anduviera buscando
un lenguaje hecho de manos y viento y nutrientes; en que no
estuviera investigando una forma redonda y conveniente de
nutrirlos

 

de acompañarlos

de estar:

crecer en compañía

 

Escribí ese libro en Archivo Cacique Zombi Vampiro, la oficina a donde me reinstalaron luego de una reingeniería que nos costó la pérdida de varios compañeros, uno de ellos muy querido, brillante y combativo, quien —al dejar el Archivo Muerto, como se llamó la primera oficina que cerraron— no resistió y lo perdimos trágicamente. Entre otras cosas, Fernando hacía ciberactivismo y fue quien, en aquella oficina, me enseñó estrategias de búsqueda avanzada en internet y otros temas que hace 10 años eran toda una novedad y una posibilidad importante para no dejar que ningún Archivo Empleador se quede con todo y te sorba el cerebro totalmente. Esto es relevante, porque el método de escritura e investigación que apliqué en estos poemas incluye el uso de búsquedas de internet, el almacenamiento de información en libretas virtuales y la geolocalización de los mapas de google, como en este poema sobre lobos y especulación inmobiliaria:

 

Introducciones

Aquí a 557 kilómetros de distancia al este en dirección hacia el
camino mexiquense, siguiendo instrucciones del localizador
durante siete horas y treinta y tres minutos sin detenerme podría
llegar a un bosque en el que desde 1976 se dejaron de ver lobos,
el Canis lupus baileyi cuyo peso podría variar de 25 a 47 kilos,
casi como mi hijo mayor que este otoño cumplirá 12 años.

 

Ahora introdujeron compañías constructoras extranjeras que
derribarán árboles y traerán  progreso, una vida mejor y drenaje
y servicios para usted y su familia, ¡deje de pagar renta y hágase
de un patrimonio! Dice su oferta donde un hombre blanco
abraza a una mujer trigueña y los dos amparan a un niño y una
niña muy sonrientes.

 

A siete horas y veintitrés minutos, por la carretera internacional
a Oaxaca y después tomando hacia Tehuantepec, siguiendo
instrucciones podríamos llegar a San Pedro y San Pablo Ayutla
que colinda con Tamazulapan del Espíritu Santo. Los dos
pueblos pelean por mover límites y un manantial.

 

Ayutla apela a un mapa que localizaron en el archivo Orozco y
Berra: plano del pueblo de Ayutla, Distrito de Villa Alta del
año 1907 con medidas de 47x73 centímetros, varilla:
CGOAXX01 con número de clasificación: 3055-CGE-7272;
ahí queda claro que el manantial deviene y augura paz.

 

Han pasado más de cuarenta días y el manantial sigue bajo
resguardo de personas armadas y muchas células se plantean
preguntas en lenguas inusitadas y minerales.

 

En variadas lenguas vernáculas se plantean preguntas a los
lagos y las montañas, en muchas lenguas, millones de células
piden paz y devenir.

 

Uno de los motivos que aparecerá en estos poemas será el del manantial de Ayutla, noticia que he seguido de la mano y la voz de Yasnaya Aguilar, quien, además de todo el trabajo de reflexión e investigación sobre diversidad lingüística y cultural, llevó a la Organización de las Naciones Unidas el expediente con el agravio contra la comunidad de Ayutla en el que les quitaron el acceso al manantial desde junio de 2017, sin que el gobierno de Oaxaca resolviera el conflicto.[1] A lo largo de los poemas aparecen otras referencias a defensores de bosques y cuerpos de agua. Esas personas, con su arrojo en defensa de árboles, plantas, animales y comunidades, nos demuestran que el proyecto histórico de los vínculos es posible y necesario si pretendemos sobrevivir, es decir, no sólo combaten poderes económicos-políticos reales y crueles, con su coraje brindan esperanza y otras visiones de la vida; como lo han hecho las plantas mediante otras formas de comunicarse y vincularse, mucho más efectivas, amorosas y compasivas que las propuestas por el mundo occidental.

Para componer algunos de los poemas de ese libro vi documentales, leí investigaciones sobre la comunicación de las plantas y recuperé las clases de biología de la secundaria de una maestra Olmedo en la que se concentran los afectos y contradicciones de tías, amigas, maestras y mi madre. Además, y sobre todo, fui a terapia. Después de leer el libro, la Dra. O. me recomendó una obra de teatro que se llama Estado Vegetal, de Manuela Infante, que me hizo alucinar de lo potente que es, y me llevó a ver a la autora en una entrevista donde habla de un libro que se llama Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, en el que los autores Stefano Mancuso y Alessandra Viola exponen sobre las investigaciones que están reconociendo cómo funciona la inteligencia de las plantas y cómo las personas estamos a punto de cambiar el paradigma sobre nuestra escala imaginaria de inteligencia, en la que por mucho las plantas están en la cima.

 

Pulmones

Sé que mi pregunta está mal planteada que lo que digo no es lo
que sucede:

he visto árboles caer

y desgajarse;

 

he visto personas amarrarse a un árbol para que no lo tiren.

 

Hemos visto personas defender un río

 

y en cada momento nos ocupamos desde lo que nos podrían

doler los pulmones si el aire;

si no hubiese quien:

¿cómo los llaman?

 

pulmones naturales del mundo:

que la industria de la combustión

y su necesidad de carbono y componentes ardiendo: industrias:

emporios de fuego:

ardor y combustión:

 

que así en algunos modos se respira:

y el dióxido de carbono

es a la vez requerimiento para producir azúcares, clorofila y
verdor: metabolismos, transformaciones de sustancias en
sonoridades y azar.

 

Esta tarde precisamos el ardor del oxígeno al mirarnos a los
ojos y respirar.

Una nueva llamada telefónica anuncia que la Maestra Olmedo
se repondrá a su modo, que sus células devendrán a sus
maneras.

 

Respiramos juntos.

Al lado de nosotros un animal rebufa y duerme plácidamente.

 

Volviendo al “Poema en que retoma el beatus ille”, mis intuiciones sobre el gozo de la vida, sobre la conexión entre personas, animales y seres vegetales, siguen llevándome de una investigación a otra, de un poema a otro, en el que:

 

Después de todo, no somos eternos:

gocemos del abril y mayo que ya vendrá el agosto,

una golondrina de sí sola no hace verano, no crecen los pechos

ni las uñas, créalo o no...

polvo seremos, y a estas alturas, vaya a saber si polvo enamorado;

quizá enormes pechos consagrados por el celuloide, los platillos

mahlerianos, qué otra cosa

el azúcar se disuelve

te friega los dientes y las arterias,

por eso los ingenios y sólo te pagan las horas de la zafra,

zafremos palabras dulces del verano,

ferméntense que ardan ─OH, también mis muertos,

scripta manen, todo se combustiona, los cuerpos

se corrompen, desaparecen,

el pelo, las uñas

polvo polvo nada.

 

Si bien sigo dudando de muchos paradigmas y saberes, he podido acariciar una certeza que se desprende después de releer estos versos, y es que sí, siempre seré polvo enamorado.

 

Maricela Guerrero (Ciudad de México, 1977). Pertenece al Sistema Nacional de Creadores desde 2018, y recibió el premio Clemencia Isaura de Poesía. Es autora de los libros El sueño de toda célula (Antílope, 2018), Fricciones (CCD, 2017) y De lo perdido lo hallado (Conaculta, 2015).

 

 

[1]    https://www.proceso.com.mx/581267/llega-a-la-onu-el-caso-de-desabasto-de-agua-en-comunidad-mixe-de-oaxaca?fbclid=IwAR1TRBLfRzev71StqFtaUJdM-kfxa6dLp1jLMTpJW_ulmheBZdFwHNRmyB0