ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Azucena Robledo (Toluca, Estado de México). Es cofundadora de la Compañía de Títeres y Marionetas Titerefué. Ha publicado relatos en diferentes antologías, como Retratos de la soledad (Editorial Trajín), Llama de amor viva (Norte/Sur); y Mujeres vampiros (Gato Descalzo, e-book).

 

ABSOLUTO

 

—¿Qué quieres de mí? — ella preguntó.

—Quiero absolutamente todo — respondió él.

No muy segura, desabotonó el vestido para dejarlo caer; hizo lo mismo con el brasier, dejando al descubierto sus senos pequeños. Las pantaletas resbalaron por los muslos.

Él la miró fríamente, sin expresión. Ella clavó sus ojos pardos en aquel rostro tan dolorosamente hermoso; recorrió su cuerpo con estudiada precisión, lentamente, deteniéndose, jugueteando con los dedos para que él pudiera mirarla. El frío de su rostro y el de la tarde le erizaron la piel. Con delicadeza, separó su cabello exactamente a la mitad, dejando ver la delgada línea blanca en medio del cráneo. Luego, con un movimiento que parecía imposible para sus manos, jaló con tal fuerza la piel que la hizo desprenderse de los músculos. Poco a poco se deshizo de ella, como una oruga abandona la crisálida.

El olor acre de la sangre se esparcía a la misma velocidad que la noche. Él continuaba impávido.

Ella, con sus uñas a manera de navajas, rasgó girones de músculos. Órganos y tejidos se acumulaban en sanguinolenta ofrenda que acomodó ordenadamente sobre la cama.

Antes de quedar inconsciente, sacó su corazón y lo partió en dos. Entre válvulas y ventrículos reposaba un diminuto colibrí luminoso que, al sentir el contacto con el aire nocturno, desplegó sus alas para huir: mas él, con un veloz movimiento felino, lo atrapó.

Sonrió antes de devorarlo. 

 

Nota

 

Tiene poco tiempo que me integré al taller de Grafógrafxs. Supe de él por las publicaciones en Facebook y decidí unirme. Al principio no participé, sólo leía los cuentos de los demás, escuchaba las opiniones de Alonso y de toda la pandilla del taller. Quedé fascinada. Me atrapó desde el principio. Cada sesión Alonso recomienda lecturas para la semana; hay autores que no conocía y otros que me he visto obligada a releer. La calidad de los textos de los participantes es genial, pero no tanto como el tallereo minucioso, en cuanto a forma y fondo que hacen de ellos. Eso se me hace básico, porque, sin herir susceptibilidades, efectúan una crítica muy objetiva que, en lo personal, es de gran ayuda. Al momento de escribir, siempre hay detalles que omitimos. El taller es un gran espejo.