Cinco poemas
Gastón Leandro Ezequiel Vázquez
Mi abuelo
Mi abuelo está borracho
(Como siempre)
Levanta su vaso y grita:
“¡Yo soy Francisco Franco,
Maestro mayor de obras!”
La gente de la fiesta lo aplaude
Y levanta sus vasos por mi abuelo.
Se retira a un lugar oscuro a mear
Mientras mea toma un trago de vino
Mientas toma un trago de vino
Lágrimas amargas le brotan
Desde sus viejos ojos
Recorriendo su piel reseca.
Siempre pasa de la alegría
A la tristeza
Y de la tristeza al llanto en poco tiempo.
Se sacude y vuelve a la fiesta
Deja el vaso en una mesa
Me levanta en sus brazos y grita:
“¡Este es mi nieto, carajo, y también
Va a ser maestro mayor de obras!”
La gente de la fiesta levanta sus vasos
Y aplauden
Mientras lágrimas
Amargas le brotan desde sus viejos
Ojos recorriendo su piel reseca.
Mi abuelo está borracho
(Como siempre).
Taxidermia
Como hábil taxidermista
Tomo el cadáver del poema
Y le aplico algunos sustantivos en la piel.
Adjetivos en las córneas, las uñas
Y el esófago.
Algún verbo para que simule movimiento.
Los adverbios completarán la tarea
De reanimación aparente.
Como hábil taxidermista
Uso al lenguaje
Para que el cadáver del poema
Parezca que está vivo
Parezca que dice algo.
Poesía feroz
Mis sábanas son de fuego
Mi aliento es de fuego
Vivo y habito en una casa de fuego
Me alimento del fuego
Y el fuego me acobijó
En el vientre de mi madre.
La sudestada todo lo devora
Los niños huyen con sus padres
Un eclipse confunde
El día y la noche
El sueño y la vigilia
Mis versos de fuego
Que evaporan las turbulentas
Aguas de este mar feroz
Que no se rinde ante nada.
La sudestada gana sobre mí
Todas mis lenguas de fuego son apagadas
Devoradas por el agua
Y en vez de morir
Me devuelven al vientre materno.
Ahora:
Mis sábanas son de agua
Mi aliento es de agua
Vivo y habito en una casa de agua
Me alimento del agua
Y el agua me acobija
En el vientre de mi madre.
Ayer habité la ferocidad del fuego
Hoy habito la ferocidad del agua.
Pronto
Seguramente
Habitaré la ferocidad de la tierra
Y también la ferocidad del aire.
Y cuando haya agotado todos
Esos habitares
Y esas ferocidades
Al fin
Podré habitar
La ferocidad de la poesía.
Ensayo sobre la representación
Dicen que alguien le reprochó a Magritte
Que la pipa representada era una pipa.
Magritte, lúcido
Como cuando te hacen un trasplante de cerebro
Animó al reprochador a cargar la pipa y fumar.
Si esto es cierto
Que la pipa representada no sirve para fumar
¿Cómo nuestros representantes
Van a servir para gobernar?
Yo lírico
El yo que piensa
No es el yo que escribe
El yo que escribe
No es el yo que siente
El yo que siente
No es el yo que observa
El yo que observa
No es el yo lírico.
El yo lírico
Es el Otro, el pobre, el desamparado, el exiliado, el secuestrado, torturado y desaparecido. Es el mendigo, el alcohólico, el adicto que duerme en los rincones buscando calor. Es el hijo no querido, el que arrastra una cruz con la cual se lastima. Es el convicto condenado injustamente y el convicto que delinque por profesión. Es el que vuelve a casa después de 10 años y se funde en un abrazo con sus padres. Es el que busca un propósito en las mismas calles en las que anduvo perdido. Es los libros usados con sus hojas añejas. Es la respiración entre el verso y la prosa. Es un poema infinito que se escribe cada día. Es lo que piensa
Lo que escribe
Lo que siente
Lo que observa.
El yo lírico es lo que ha vivido
Lo que vive
Y lo que quiere vivir.
Gastón Leandro Ezequiel Vázquez (Buenos Aires, Argentina, 1980). Entre sus libros publicados se encuentran Parresía, tomo 1: El camino de la ética; Katábasis; La galería de los ases, y Poecía. Hornea el proyecto “Pan poecía” en Instagram: difusión de poesía seleccionando versos que se hacen en masa de pan casero, pizza o pan dulce.