Siete poemas
Ana Martins Marques
SÃO PAULO
Después de un tiempo
todas las cosas quedan marcadas
como si estuvieran impregnadas de veneno
Hay un tiempo en que los lugares
son limpios y nuevos
abiertos como claros
pero ya no es este el tiempo
Sobre cada lugar se sobrepone
la experiencia del lugar
como un sello
en una postal
Por ejemplo
hoy siempre que sobrevuelo
São Paulo
pienso que en algún departamento
de esta ciudad interminable
tú
fumando
con lentes
ejerces tu derecho
inalienable
de no pensar más
en mí
mesa
más importante que tener un recuerdo es tener una mesa
más importante que ya haber amado un día es tener una mesa sólida
una mesa que es como una cama diurna
con su corazón de árbol, de bosque
es importante en materia de amor no meter los pies por las manos
pero más importante es tener una mesa
porque una mesa es una especie de suelo que apoya
a los que aún no cayeron para siempre
Accidente
Escribí este poema el último día
después de eso no nos vimos más
al principio cruzamos llamadas
en las que tú siempre parecías estar a punto de perder el tren
mientras yo siempre parecía haber terminado de perderlo
escribí este poema después de la primera llamada
me hablabas de visados y reparticiones
y sobre cómo para conseguir un documento siempre es necesario otro
que mientras tanto sólo se puede obtener en posesión de aquel
yo hablaba sobre las noches perdidas en compañía de alguien
que nunca eras tú
después poco a poco dejaste de marcar
escribí este poema el segundo domingo
en el que de nuevo no volviste a marcar
alrededor del poema como en torno de un accidente
se juntó mucha gente
para ver lo que pasaba
El encuentro
Acordamos encontrarnos en un libro
en la página 20, líneas 12 y 13, allí donde se dice que
“privarse de alguna cosa
también tiene su perfume y su energía”
acordamos encontrarnos en un mapa
después del tercer pliegue
entre las manchas de humedad
y la ciudad circulada de azul
acordamos encontrarnos
en la primera carta
entre la frase estúpida en que reclamo de la falta de dinero
y la única palabra escrita a mano
acordamos encontrarnos
en el periódico del día, en algún lugar
entre los accidentes de automóviles
y las tasas de cambio
acordamos encontrarnos
en este poema, en la última palabra
de la segunda línea
de la segunda estrofa de abajo para arriba
Buena idea para un poema
Anoté una frase en un cuaderno
la encontré un tiempo después
me pareció una buena idea para un poema
lo escribí rápidamente
lo cual es raro
poco después me ocurrió que la frase anotada en el cuaderno
parecía una cita
pensé recordar que la había copiado de un poema
pensé recordar que había leído el poema en una revista
busqué en todas las revistas
son muchas
no lo encontré
pensé: ¿si no me hubiera acordado de que la frase no era mía
sería mía?
pensé: ¿si yo me acordara dónde leí todas las frases que escribí
alguna sería mía?
pensé: ¿es un plagio si nadie lo nota?
pensé: ¿debo librarme del poema?
pensé: ¿es un poema tan genial?
pensé: las palabras cambian de piel, tanto robé por amor, en cuántos y cuántos
libros ya leí
historias sobre nosotros dos
pensé: no es un poema tan genial
Es más difícil esconder un caballo que la palabra caballo
Es más fácil librarse de un piano que de un sentimiento
Puedo tocar tu cuerpo pero no tu nombre
Es posible terminar una frase con un beso así como es posible
terminar súbitamente una danza con una palabra
entonces haría falta entender el beso como un elemento gramatical
agregar las palabras entre los movimientos básicos de la danza
¿Qué tanto del deseo habita
en la palabra deseo?
Lo que llevo en los bolsillos
Un encendedor
amarillo
un poco
de arena
monedas brillantes
tu nombre
anotado
en un papel doblado
mi playa
de bolsillo
un encendedor
amarillo
un poco
de arena
monedas brillantes
tu nombre
anotado
en un papel doblado
mi desierto
de bolsillo
***
Tengo sólo palabras.
La palabra casa.
La palabra ventana.
Feliz de aquel que tiene
lino, cal, madera.
Feliz de aquel que tiene
aceite, agua, hulla, lana.
Tengo apenas nombres
verbos, proposiciones, pronombres.
Feliz de aquel que tiene
sal, seda, cemento, sangre.
Feliz de aquel que tiene una silla;
yo tengo la palabra silla.
Feliz de aquel que tiene una mesa;
yo tengo la palabra mesa.
Traducción de Sergio Ernesto Ríos.
Ana Martins Marques (Minas Gerais, 1977). Es maestra en Literatura por la UFMG. Es autora de los libros A vida submarina (2009); Da arte das armadilhas (2011); O Livro das Semelhanças (2015); Duas Janelas (2016), escrito con Marcos Siscar (Luna Parque Edições), y Como se fosse a casa (2017), escrito con Eduardo Jorge (Relicário). Ganó el Prêmio cidade de Belo Horizonte en 2007 y 2008 y el Prêmio Alphonsus de Guimaraens en 2011.