3 poemas
Anna dos Santos
siento una angustia surgiendo, despacio, en mi pecho.
sutil, elíptica, se viene instalando.
deseo tanto que el sol atraviese esta ventana mía.
puedo imaginar lo tibio en mi rostro si el sol por un instante resolviera alcanzarlo.
un rostro tibio es un descanso
si al menos recibiera visitas…
sería buena anfitriona.
si al menos este sol tocara en mi puerta...
pero no,
creo que no cesaría tal angustia.
en junio hasta las ciudades más calientes parecen sentir frío.
percibo trémulo mi cuerpo suelto en la ciudad
y no conozco nunca lo que está cubierto.
las construcciones,
el concreto fresco en la calzada,
el interior de cada muro.
consigo ver cómo todo está lleno de secretos.
encogerme…
marchitar…
esperar al misterio revelárseme.
*
alguna cosa en mí quiere florecer
desperté con la sensación de
serena
haber subido
montañas
y una tristeza de quien definitivamente existe,
que es casi siempre triste y no sabe vivir
no comprendo tanta alegría abundante
todo es caótico y las noticias,
bombas atómicas mal-emitidas
el sol se va antes de las once,
la mañana ya no conoce la propia calma,
el viento vaga como nosotros
y las aves
aturdidas
vuelan en el cielo
los ruidos se funden en una sola y constante máquina,
las personas están sonriendo
y yo no puedo entender
hay cientos de dolores en mis movimientos
y siento sangre escurriendo de un modo que es interno y no sucede
los sentidos no alcanzan,
la inteligencia no aprende…
sé que algo va profundamente mal,
pero no se consigue avistar qué.
*
me he mirado con algo de piedad,
y ¡qué tragedia es
ser capaz de sentir piedad de mí misma!
me he estado sintiendo con náuseas diariamente,
considerablemente triste,
miserablemente sola.
todo el día la misma vida empequeñecida,
el café fuerte,
las horas desperdiciadas,
la improductividad irrefutable.
en esta ciudad tan pacata,
la soledad llega antes que cualquier alegría,
hay siempre el mismo letargo por horas,
y la peligrosidad aun así tiene su turno.
me enmudecí repentinamente,
y parece que toda mi vida ahora es la preparación:
para cuando mi andar sea torpe,
para cuando mi piel sea enteramente bisagra.
para cuando ya no pueda hablar con voz joven.
lamentable ver mi cuerpo pálido reflejado en el espejo,
sin sed ni ansias,
apenas marasmo.
espero, cuerpo mío,
que no se acabe así.
inerte.
ha de agigantarse por algún rincón,
alguna hora,
después que esta letargia toda pase…
Traducción de Sergio Ernesto Ríos
Anna dos Santos. Estudia Filosofía en la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro. Es autora de Um rosto morno é uma folga (Macabéa Edições, 2020).