ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Cinco poemas

Raciel Hernández Quirino

 

 

La astronauta[1] que perdió el conocimiento

 

Lo que quise decir fue Al fin el día que se construye Roma.

Lo que quise decir fue Con argamasa sueña Henry Ford.

Lo que quise decir fue Houston, la carne es triste pero hoy damas no cover.

Lo que quise decir fue Se desplazó, rodó y cayó del cielo, un tremendo bólido.

Lo que quise decir fue Té para el führer, pensando en Leonard Cohen.

Lo que quise decir fue tiros de bruma, polillas, entenados de aire.

Lo que quise decir fue zampoñas en cabalgaduras, crápulas y cazadores.

Lo que quise decir fue ¡Oh, quemas de circo!

 

 

 

Magnificencia nazi en América[2]

 

Aquella tarde del 6 de mayo de 1937 en los alrededores de la Estación Aérea Naval de Lakehurst, Nueva Jersey, dos jovencitas se tocaban gozosamente en la ducha mientras afuera sus padres conversaban sobre los peligros del cloruro de metileno para los restauradores de bañeras; un misionero cerraba los ojos y recordaba a un niño desnudo visto de pronto en un traspatio de albergue en las faldas de la sierra de Zongolica; mi madre sentía escalofríos al observar el paso confiado de jóvenes pilotos como un rebaño de caballos emergiendo del Horicon Lake; todos pensaron en Dios, pero nadie recordó a las polillas que se hacen añicos contra las lámparas de petróleo a medianoche, ese chasquido suave, casi imperceptible. Ni siquiera los sueños dorados de Hollywood podían prometerles un final a salvo de nuestros errores: en el cielo una lengua en llamas lamió súbitamente la parte trasera del dirigible Hindenburg, que aquel día había salido a dar una demostración de su magnificencia nazi en América. 34 segundos bastaron para que la nave entera fuese consumida por el fuego. 

 

 

 

Un mundo raro

 

Hace unas horas armamos nuestras casas de campaña y quemamos malvaviscos. La mayor parte del tiempo me parece que estoy en un programa de NatGeo. Plinio el Viejo no vigilaba las alturas con tanta diligencia como nosotros con esta cámara infrarroja, pero el destino quiso que le tocara ver una asquerosa lluvia de carne y sangre de animales ovinos. Sé que las estrellas y todo a su alrededor penden de un árbol de plástico fabricado en China: ralo, quebradizo, a punto de caer. Abundan verdaderos espantos celestes. Desde luego, creo en la veracidad de muchos testimonios. El mismo Plinio creó una fascinante clasificación:

 

Dolium: objetos ígneos que exhalan luces humosas, almas de rifle o brasitas de piedra flotando en la oscuridad como veladoras.

Clípeos: objetos redondos, metálicos, tal escudo de caballería romana, que huyen a lo lejos, entiéndase más allá de nuestros bolsillos.

Chasma: aparición que semeja un corte en el cielo, un antes y un después, un hasta aquí, eso es todo.

Trabs: (literalmente «viga» en latín) objetos enormes, alargados y contundentes: macana, bastón retráctil, vara de kendo.

 

Hablamos en voz baja como temerosos de despertar a un bebé. Quiero hacerme a la idea de que es agradable recostarse en el polvo con las manos metidas en el abrigo sin poder apartar los ojos del cielo. Hoy me toca vigilar toda la noche. Supongo que tendrá mucho que ver la lluvia de peces con la pregunta sobre cómo se originó la vida en la Tierra. ¿Por qué cada año en la misma época llueven peces en la ciudad de Yoro, Nicaragua?

 

 

 

Problema lógico[3]

 

Al partido México vs Alemania en Rusia 2018 asistieron 20 mil mexicanos. Cada mexicano o bien no lloró o bien lloró al cantar «Cielito lindo». Se dan los datos:

 

a) Al menos uno de los mexicanos no lloró al cantar «Cielito lindo». 

 

b) Dado cualquier par de mexicanos, al menos uno de los dos lloró al cantar «Cielito lindo». 

 

¿Puede determinarse partiendo de estos dos datos cuántos mexicanos no lloraron y cuántos lloraron al cantar «Cielito lindo»?

 

 

 

1994

 

Un hombre asegura que en el patio de su casa

se topó con seres hermosamente ataviados

de curiosas costumbres y lenguaje inferior dicen 

escépticos etnólogos naturalistas

ceños fruncidos sobre hipótesis y portaobjetos

agarrándose a verdades con los entusiastas 

que optan por las sombras en el pequeño bosque 

para explorar su sueño hecho realidad 

aunque sea mentira aunque sea un truco 

que busca dejarlos en ridículo y habrá que ver 

si tienen alma grita el señor cura 

y los jovencísimos enviados de la capital

llevando cámara en mano para obtener

pruebas de estos seres desafiantes

de nuestro mundo en su pequeño bosque 

diciendo otra vez que se aprovechan 

de los pobrecitos a ver si tienen alma 

a ver si con el tiempo pueden ser al fin 

como nosotros cosas que olvidamos

 

Raciel Hernández Quirino (Ciudad de México, 1982). Es autor de Western (FETA, 2012), Ouija (La Máquina Infernal, 2019 / Liliputienses, 2020) y Ovnis mexicanos (Liliputienses, 2023).

 

 

[1] La misión espacial TST 115 de la NASA, que durante 12 días, en septiembre de 2006, realizó trabajos de montaje de segmentos y paneles solares en la Estación Espacial Internacional, estuvo marcada por extraños avistamientos que nadie pudo explicar satisfactoriamente. Las cámaras del transbordador Atlantis registraron objetos no identificados que se desplazaban de forma «inteligente», como si vigilaran las maniobras de los astronautas. Durante la conferencia de prensa, tras el regreso a casa, la oficial naval estadounidense Heidemarie Stefanyshyn-Piper mencionó: «Me di cuenta de que había algo diferente también y supuse que eso no podía suceder, tomando en cuenta la preparación que tiene el equipo...». Cuando estaba a punto de referir aquello que había presenciado en el espacio, extrañamente perdió el conocimiento ante las cámaras de televisión de todo el mundo.

[2] Máquinas
silvestres
deshojándose.
Julián Herbert

[3] Even where horrible green parrots
call and swing.
W. B. Yeats.