Cinco poemas
Marcus Groza
transcripción de un audio de whatsapp
no es sólo por causa de la tempestad
que aún no me fui
estoy borracho gateando en el tapete de tu sala
él me contó otras historias sobre ti
está todo perforado por la brasa de tu cigarro
los truenos idolatran tu nombre
los cubos de hielo se desvanecen más lentamente
dentro de tu vaso
los hilos sueltos del tapete en la orilla donde pasa más gente
tienen miedo de esos truenos
si supieran ladrar gritarían contra el cielo
los hilos sueltos del tapete en la orilla donde pasa más gente
tienen miedo de la herramienta que usas
para remover pelo por pelo
yo canté para que suban
acaricié cada hilo suelto y dije: la tempestad es buena
«I love this hour
When the tide is just turning»
estoy escuchando a Lhasa en el último
que se jodan tus vecinos
tu tapete me dice que ya no hay placer
cuando pisas
a partir de ahí comenzamos a crear cierta complicidad
creo que somos parecidos
estoy borracho sí
prefiero las tempestades
prefiero la navegación alrededor de heridas nuevas
no quiero jugar contigo
en este relevo de rencores y amarguras
quiero una herida nueva
estoy sólo esperando el día amanecer
y evaporar el macramé de vómito y sangre
que derramé en el suelo de tu sala
tu tapete me contó todo
y miró en mis ojos largamente
después dijo que vio bailar acedas agujas
en el fondo mal iluminado de mis angustias
y de las angustias que no son mías
pero que asumo
como si estuviera siempre
ayudando a un ciego a atravesar la calle
el ciego eres tú y el ciego soy yo
que pasé tu maquillaje en la cara
ahora me visto con tus cabellos
y en el centro me mantengo desnudo
nadando en una lágrima de rímel
poética
ahora es del roce entre los pies y el suelo
que tomo mi música
pero es del roce de pies bailando
coreografías que no desencadenan
primaveras ni preceden la lluvia
yo ya dormí y desperté muchas veces
no puedo embriagarme sólo de pan peces
buenas cosechas y flores recién cortadas
sobre la mesa puesta
quiero el veneno que la mañana vierte
en los ojos del ciego
el rojo encarnado
que no atrae toros
ni paraliza automóviles
quiero una mezcla de vuelo y caída
el aliento muerto de una danza
que sobreviva a la música
cristalino en llamas
la mañana suaviza la cabeza de los niños durmiendo,
la mañana suaviza el cálculo la conciencia ciudadana
el pensamiento masculino en la cabeza de los adultos,
al abrigo de todo progreso continuar durmiendo, como
quien desperdicia el día desesperadamente continuar
durmiendo, insistir errático como quien desafuera el alma
de todos los que habitan nubes encristaladas y llaman a
su elitismo como consciencia translúcida, en algún
momento el cuerpo se levanta, es un largo camino cuarto
corredor baño, la mañana deplora los ojos dibujados por
la niña en las paredes, la mañana deplora y colapsa aunque
las paredes la ignoren, claridad flácida, tantos ojos dibujados,
intentan simular las enrarecidas ventanas, la mano enjuaga
el rostro, la mano acaricia lo que no conoce, lo que a través
de las entrañas pide pasaje baño corredor cocina, el cuerpo
se habitúa a la desesperación, nada menciona las virtudes
analgésicas, los ojos dibujados en la pared se empequeñecen,
el cristalino en llamas, cómo es bueno para los ojos ver el sol,
palimpsueño
queremos dormir y despertar revitalizados, queremos
dormir aun a costa de un sueño de plástico, no
importa el arenal que abandonamos afuera, arenal o
pantano o inmensa antesala, atiborrada de angustias
traumas ganas procrastinadas, quehaceres de la vida
pequeña, un lugar repleto anverso y reverso, paraje
inmundo de agujeros de tanto que la goma frota el
ojo hinchado, ante todo es necesario no resucitar
los pijamas mohosos de la infancia, puede no
parecerlo pero dormir es ultrajar, dormir es ensuciar
con transparencias, moretón difuminado mancha
invisible nido de pureza, paraíso es dejar todo en la
puerta, no entrar con nada, ungidos apenas de la más
desposeída entrega,
cuarto oscuro
quemar los ojos en la tristeza caliente, desorbitar
el amor, acercarse a las cortinas mientras la luz
mastica nuestra ternura y finge comentar cosas
aleatorias, sonreír en el instante exacto puede
fracturar lo negativo, entre la construcción del
que duerme una belleza que cae, resuena
ínfima, o nombre o noche o emulsión o eco
que condimenta el amargor de la boca, cuando
6 de la tarde es la única alegría, las manos
encharcadas de repetidos gestos, salida de
emergencia que buscamos en una gaveta de
cosas viejas, obscuridad de las lámparas
alineadas señalando la misma emboscada,
en realidad, inexistente, donde de nuevo y
de nuevo tropezamos, fuego-rastro
Traducción de Sergio Ernesto Ríos
Marcus Groza (São José dos Campos, Brasil, 1984). Escritor, profesor, dramaturgo y escenógrafo. Es licenciado en Filosofía por la USP, maestro en Artes por la UNESP y doctor en Artes Escénicas por la UNIRIO. Es autor de la antología de poemas Uma pedra em cima disso —2013-2023— (Numa, 2024), Museu da higiene (2022), de la novela O que não é mar se machuca y de la obra de teatro Não urine no chão (2021).