ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Tres poemas

Brenda Ríos

 

Razones de Rambo

 

Me gusta cuando piensas en los otros baby

no cuando haces letreros de tu perro perdido

y comienzas

“Hola, me llamo Tonino,

me perdí en la calle de López,

y soy muy guapo”

 

Me gusta que me lamas los dedos de los pies

y que pongas tu cuerpo encima como una colcha

pesada, acogedora

tu cuerpo es la nave espacial

con una luz mirando a la tierra

yo soy la tierra

 

No me gusta nada baby

cuando no te pones condón

y finges tener sexo sólo conmigo

 

No soy posesiva bebé

pero cuando hablas así no eres mi persona favorita

tu modo de mirarme las piernas

con ganas de que nadie más me mire

 

No es fácil pertenecer

te digo te digo te digo

nadie es de nadie

pero te ríes y mandas doce mensajes al día que dicen

dónde estás amor

te echo de menos

 

Sucede que el amor es Rambo en un Vietnam imaginario

secuelas de una guerra

un hombre con metralleta dispuesto a amputar a todos

por una noble causa

 

Rambo toma el té en los descansos de las escenas

se ve cansado, aún más de lo que el papel requiere

sus manos son grandes, sus músculos se engrasan con aceite

para bebé

Rambo dijo apenas veinticinco palabras en un filme

de 107 minutos

Rambo tiene problemas con el lenguaje

no sabe decir bebé, he luchado, triunfé, liberé a los prisioneros

 

Me gusta cuando piensas en los otros baby

y haces la cena y me cuentas tu día

y yo hablo de Rambo por horas

como si fuera un libro o un día en la oficina

 

Cuando no me imaginas con otros hombres

podemos dormir abrazados con nuestros brazos enteros

las piernas enteras

sin que nadie venga a la recámara con un machete

y una cinta en la cabeza

los ojos justicieros locos

puestos en la oscuridad del cuarto mirándonos dormir

sin hacer ruido. 

 

 

Monogamia

 

No conocí a las esposas de mis hombres

(todos ellos con un perfil particular

quijada pronunciada, altos, morenos, manos alargadas

temblaban al verme y, sospecho, al no verlas a ellas,

las dueñas del tiempo)

 

Las imaginé redondas, endulzadas por una vida relativamente simple aunque a veces se estresaban un poco,

al retrasar la cena,

un niño que se niega a lavar los dientes, comer o dormir

como hacen los niños normales del mundo

imaginé que todas ellas eran una sola mujer

ojos de vaca: llenos de amor

ganaron la batalla de un matrimonio dócil

sin haber sacado el cuchillo del cajón de la cocina

 

Yo los despedía aún febriles

ellas los recibían calmados y en paz

como si hubieran ido a misa:

con fe y con culpa como hacen los hombres normales del mundo

Me habría encantado hacer una fiesta sólo para ellas

yo usaría un vestido azul

y ellas sabrían quién era yo

y todas sabrían quiénes eran las demás

 

Se darían consejos del hogar y la crianza

de cómo lograr mantener atados a los maridos

con un hilo suave pero flexible de amor y chantajes finos

que no se deben creer

cada una tendría un vaso de vino y en la otra mano

el hilo amarrado, como debe ser

 

Yo no soy el centro de esta historia cruzada

a los veintisiete hombres que amé

los regresé a tiempo

nunca me excedí

no hay que dejar que el cuerpo tierno domine

para que haya amor debe haber contención y brindé

en la fiesta imaginaria con mis rivales

ellas sonreían llenas de agradecimiento

porque su plan no fue alterado

ellas eran las señoras

y yo la anfitriona

de un corazón tan grande

de un alma tan poderosa

que no tomé a ningún hombre para mí

los alimenté de mí

y los dejé libres

como a cualquier hombre normal de este mundo.

 

 

Pensaba en Dios en la estación del metro

 

Dios en ese entonces

estaba hecho de aire comprimido

de carne de lata

de comida especial para la guerra

cualquier guerra

de utensilios de cocina

Dios estaba hecho de un sabor a dulce y arenque

y grasa de cerdo

 

Todo era Dios y Dios estaba en las uñas

en el pelo

en las caries

un Dios infiltrado

ADN divino

células del cáncer

del VIH

de lo que tiene cura y lo que no

porque Dios es el sí y el no al mismo tiempo

existe

pero no es

se posa en las copas de algunos árboles

en ciertos desiertos

y los buitres lo miran sin miedo alguno

porque saben que Dios es ellos

y comerá también la carne cruda y tibia

del que pase.

 

 

¿Por qué escribo?

 

Para ser honesta, no sabría decir bien a bien por qué escribo. Me gustaría decir que por terca; porque dos personas creyeron en lo que hacía antes que yo misma lo tomara en serio. Tampoco sé bien qué es tomarlo en serio. ¿Que me paguen por hacerlo? No siempre funciona de esa manera. Los escritores vivimos de muchas cosas: dar clases, corregir textos, traducir, pero pocas veces ganamos por lo que queremos escribir.

¿Saber eso me “deja tranquila”? Lo que sí sé es que cuando escribo me encuentro en un lugar donde estoy sola y nadie entra. Es un espacio físico y hecho de otra cosa: me concentro tanto que no sé si alguien habla alrededor, si alguien requiere que haga algo. Muchos años creí que leer en bibliotecas era algo hermoso, ese silencio como de iglesia. Pero luego hallé que me podía concentrar mejor en cafeterías, incluso en bares, para escribir o leer. El ruido alrededor me permite elaborar eso de lo que hablo: estar separada de lo que pasa cerca. Luego, algo me distrae y es cuando me doy cuenta de que llevo ahí dos minutos o dos horas, o me da hambre o me dan la cuenta. Y tomo conciencia de dónde estoy. “Aterrizo”. 

“Razones de Rambo” lo escribí porque en un autobús que iba a Acapulco pasaron Rambo. Rambo y Rocky forman parte de un papel de fondo de mi infancia. Esas historias del sobreviviente, del único, del héroe casi desangrado, pero que triunfa sobre el mal. Y pensé en jugar con eso un poco. Rambo también puede ser aquel que te golpea, te cela, te posee creyendo que te “salva”. El poema es sobre la violencia aceptada que creemos amor. Un poema se puede hacer de lo menos imaginado, y me divierto pensando en ello: nadar en la alberca cuando hay tres o cuatro personas en un solo carril, ver a los demás, en temas grandotes como Dios o en temas pequeñísimos como tomar café, las hormigas, ver al vecino, cocinar, etc. También escribo ensayos, pero ahí mi proceso es otro, es un poco más serio y siempre tiene un tema en mente, está orientado a llegar a algún sitio. En la poesía me divierto, juego, veo qué puede ser poema y qué no y eso me atrae: una lista del súper puede ser poema, un recado que te pasan cuando tomas una clase, lo que dice la señora del mercado, los dichos de los mayores pueden ser poemas más que poemas “de verdad” publicados por “poetas verdaderos”. Y en esos bordes me voy enredando, como cuando te pones una liga entre las dos manos y pasas los dedos y eso te distrae. Más o menos eso intento hacer cuando escribo: hallar la liga y estirar, moverla, sin que llegue a romperse.

 

Brenda Ríos (Acapulco, México). Es tallerista y escritora. Entre sus libros más recientes se encuentran Raras, ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora (Turner, 2019); La sexta casa (Instituto Sinaloense de Cultura, 2018); y Aspiraciones de la clase media (Ediciones Liliputienses, 2018). Es miembro del Sistema Nacional de Creadores. Algunos de sus libros pueden ser descargados en línea en cuadronegroediciones.com. Proyectos espirituales, su antología poética, aparece en el sitio poesiamexa.wordpress.com