Tres poemas
Brenda Ríos
Razones de Rambo
Me gusta cuando piensas en los otros baby
no cuando haces letreros de tu perro perdido
y comienzas
“Hola, me llamo Tonino,
me perdí en la calle de López,
y soy muy guapo”
Me gusta que me lamas los dedos de los pies
y que pongas tu cuerpo encima como una colcha
pesada, acogedora
tu cuerpo es la nave espacial
con una luz mirando a la tierra
yo soy la tierra
No me gusta nada baby
cuando no te pones condón
y finges tener sexo sólo conmigo
No soy posesiva bebé
pero cuando hablas así no eres mi persona favorita
tu modo de mirarme las piernas
con ganas de que nadie más me mire
No es fácil pertenecer
te digo te digo te digo
nadie es de nadie
pero te ríes y mandas doce mensajes al día que dicen
dónde estás amor
te echo de menos
Sucede que el amor es Rambo en un Vietnam imaginario
secuelas de una guerra
un hombre con metralleta dispuesto a amputar a todos
por una noble causa
Rambo toma el té en los descansos de las escenas
se ve cansado, aún más de lo que el papel requiere
sus manos son grandes, sus músculos se engrasan con aceite
para bebé
Rambo dijo apenas veinticinco palabras en un filme
de 107 minutos
Rambo tiene problemas con el lenguaje
no sabe decir bebé, he luchado, triunfé, liberé a los prisioneros
Me gusta cuando piensas en los otros baby
y haces la cena y me cuentas tu día
y yo hablo de Rambo por horas
como si fuera un libro o un día en la oficina
Cuando no me imaginas con otros hombres
podemos dormir abrazados con nuestros brazos enteros
las piernas enteras
sin que nadie venga a la recámara con un machete
y una cinta en la cabeza
los ojos justicieros locos
puestos en la oscuridad del cuarto mirándonos dormir
sin hacer ruido.
Monogamia
No conocí a las esposas de mis hombres
(todos ellos con un perfil particular
quijada pronunciada, altos, morenos, manos alargadas
temblaban al verme y, sospecho, al no verlas a ellas,
las dueñas del tiempo)
Las imaginé redondas, endulzadas por una vida relativamente simple aunque a veces se estresaban un poco,
al retrasar la cena,
un niño que se niega a lavar los dientes, comer o dormir
como hacen los niños normales del mundo
imaginé que todas ellas eran una sola mujer
ojos de vaca: llenos de amor
ganaron la batalla de un matrimonio dócil
sin haber sacado el cuchillo del cajón de la cocina
Yo los despedía aún febriles
ellas los recibían calmados y en paz
como si hubieran ido a misa:
con fe y con culpa como hacen los hombres normales del mundo
Me habría encantado hacer una fiesta sólo para ellas
yo usaría un vestido azul
y ellas sabrían quién era yo
y todas sabrían quiénes eran las demás
Se darían consejos del hogar y la crianza
de cómo lograr mantener atados a los maridos
con un hilo suave pero flexible de amor y chantajes finos
que no se deben creer
cada una tendría un vaso de vino y en la otra mano
el hilo amarrado, como debe ser
Yo no soy el centro de esta historia cruzada
a los veintisiete hombres que amé
los regresé a tiempo
nunca me excedí
no hay que dejar que el cuerpo tierno domine
para que haya amor debe haber contención y brindé
en la fiesta imaginaria con mis rivales
ellas sonreían llenas de agradecimiento
porque su plan no fue alterado
ellas eran las señoras
y yo la anfitriona
de un corazón tan grande
de un alma tan poderosa
que no tomé a ningún hombre para mí
los alimenté de mí
y los dejé libres
como a cualquier hombre normal de este mundo.
Pensaba en Dios en la estación del metro
Dios en ese entonces
estaba hecho de aire comprimido
de carne de lata
de comida especial para la guerra
cualquier guerra
de utensilios de cocina
Dios estaba hecho de un sabor a dulce y arenque
y grasa de cerdo
Todo era Dios y Dios estaba en las uñas
en el pelo
en las caries
un Dios infiltrado
ADN divino
células del cáncer
del VIH
de lo que tiene cura y lo que no
porque Dios es el sí y el no al mismo tiempo
existe
pero no es
se posa en las copas de algunos árboles
en ciertos desiertos
y los buitres lo miran sin miedo alguno
porque saben que Dios es ellos
y comerá también la carne cruda y tibia
del que pase.
¿Por qué escribo?
Para ser honesta, no sabría decir bien a bien por qué escribo. Me gustaría decir que por terca; porque dos personas creyeron en lo que hacía antes que yo misma lo tomara en serio. Tampoco sé bien qué es tomarlo en serio. ¿Que me paguen por hacerlo? No siempre funciona de esa manera. Los escritores vivimos de muchas cosas: dar clases, corregir textos, traducir, pero pocas veces ganamos por lo que queremos escribir.
¿Saber eso me “deja tranquila”? Lo que sí sé es que cuando escribo me encuentro en un lugar donde estoy sola y nadie entra. Es un espacio físico y hecho de otra cosa: me concentro tanto que no sé si alguien habla alrededor, si alguien requiere que haga algo. Muchos años creí que leer en bibliotecas era algo hermoso, ese silencio como de iglesia. Pero luego hallé que me podía concentrar mejor en cafeterías, incluso en bares, para escribir o leer. El ruido alrededor me permite elaborar eso de lo que hablo: estar separada de lo que pasa cerca. Luego, algo me distrae y es cuando me doy cuenta de que llevo ahí dos minutos o dos horas, o me da hambre o me dan la cuenta. Y tomo conciencia de dónde estoy. “Aterrizo”.
“Razones de Rambo” lo escribí porque en un autobús que iba a Acapulco pasaron Rambo. Rambo y Rocky forman parte de un papel de fondo de mi infancia. Esas historias del sobreviviente, del único, del héroe casi desangrado, pero que triunfa sobre el mal. Y pensé en jugar con eso un poco. Rambo también puede ser aquel que te golpea, te cela, te posee creyendo que te “salva”. El poema es sobre la violencia aceptada que creemos amor. Un poema se puede hacer de lo menos imaginado, y me divierto pensando en ello: nadar en la alberca cuando hay tres o cuatro personas en un solo carril, ver a los demás, en temas grandotes como Dios o en temas pequeñísimos como tomar café, las hormigas, ver al vecino, cocinar, etc. También escribo ensayos, pero ahí mi proceso es otro, es un poco más serio y siempre tiene un tema en mente, está orientado a llegar a algún sitio. En la poesía me divierto, juego, veo qué puede ser poema y qué no y eso me atrae: una lista del súper puede ser poema, un recado que te pasan cuando tomas una clase, lo que dice la señora del mercado, los dichos de los mayores pueden ser poemas más que poemas “de verdad” publicados por “poetas verdaderos”. Y en esos bordes me voy enredando, como cuando te pones una liga entre las dos manos y pasas los dedos y eso te distrae. Más o menos eso intento hacer cuando escribo: hallar la liga y estirar, moverla, sin que llegue a romperse.
Brenda Ríos (Acapulco, México). Es tallerista y escritora. Entre sus libros más recientes se encuentran Raras, ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora (Turner, 2019); La sexta casa (Instituto Sinaloense de Cultura, 2018); y Aspiraciones de la clase media (Ediciones Liliputienses, 2018). Es miembro del Sistema Nacional de Creadores. Algunos de sus libros pueden ser descargados en línea en cuadronegroediciones.com. Proyectos espirituales, su antología poética, aparece en el sitio poesiamexa.wordpress.com