ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Cuatro formas de bailar frente a un ataúd

Luis Fernando Rangel

 

 

1

Esta noche dejé mi rastro sobre el sillón,

quiero decir,

lloré sobre el sillón porque recordé a mi exnovia,

escupí sobre el sillón porque no me gusta el vodka,

vomité sobre el sillón porque nadie soporta tantos four loko

y sin embargo sé que he de revivir al ritmo de los tambores

que en ritual

separan el alma del cuerpo

y me ofrecen dos opciones:

            quedarme sobre el suelo

            o levantarme a perrear hasta el suelo,

sabiendo que no hay otro destino

que morir en una fiesta.

 

2

La luz de la pantalla

no ilumina igual que la luz

de una vela, pero sirve.

Ver en la oscuridad. Caminar

entre sombras y cuerpos tendidos.

Iluminar y ver la luz al final del túnel:

la esperanza de un mensaje que no llegará.

 

Pero esperas

viendo memes.

 

Deslizas el dedo

y ves un extraterrestre muerto

y de fondo suena una canción

                        Pa  que retocen

                        Todavía

                        Ella me levantó

mejor dicho: se canta un himno

para esta patria llamada perreo.

 

El meme dice

cuando ya estás hasta la madre

y ponen una canción de Daddy Yankee

pero prefieres a Tego Calderón.

 

Deslizas el dedo

y ves una noticia sobre una balacera

a dos cuadras de la universidad.

 

3

Llorar no es bueno, dicen

las canciones:

no llores por él,

no llores por ella,

no gastes tanto llanto por nada,

mejor baila, sal de fiesta, canta

por todas las penas

y que se joda el mundo

igual tú ya estás jodido.

 

4

¿Qué tal si cuando asesinaron a Colosio de fondo hubiera sonado El General y no Banda Machos, que hubiera sonado Tu estás buena, pareces una botella de Coca-Cola y no Y yo grité: ay, la culebra?

No hubiera sido buena idea que sonara El General cantando Tu pum pum no me puede matar.

 

Nota

 

No puede haber fiesta sin reguetón. Una fiesta es también un lugar para reír, bailar y, por qué no, llorar. Cuando el alcohol y la compañía empujan a las conversaciones profundas surgen los recuerdos y las lágrimas. ¿Lloramos por lo que no tenemos y nunca podremos conseguir o por lo que tuvimos y ya no? ¿Lloramos por las relaciones amorosas fracasadas, los amigos que traicionan, la muerte de algún ser cercano? Partiendo del perreo y la muerte, hablamos de los cuatro momentos en los que podemos bailar ante el dolor: cuando recordamos a una expareja, cuando tenemos la esperanza y la vemos morir, cuando te das cuenta de que estás jodido, cuando te das cuenta de que alguien más está jodido. Los tambores suenan y el cuerpo comienza a bailar: la poesía también es un cuerpo en movimiento.

 

 Luis Fernando Rangel (Chihuahua, 1995). Poeta, narrador y editor. Es licenciado en Letras Españolas por la UACH. Autor de Corridos de caballos (Medusa, 2021; IV Premio Nacional de Poesía “Germán List Arzubide”) y Dibujar el fin del mundo (Editores UACH; Premio Estatal de Poesía Joven “Rogelio Treviño” 2017), entre otros. Su obra ha merecido los reconocimientos de los Juegos Florales de Lagos de Moreno 2021 en la categoría de cuento y el segundo lugar del Premio Nacional de Relato “Sergio Pitol” 2017. Textos suyos aparecen en revistas de México, Colombia y Estados Unidos, como Tierra Adentro, Punto de Partida, Punto en Línea, Rio Grande Review, Nueva York Poetry Review, Visitas al Patio, Cuadernos Fronterizos y LIJIBERO, así como en diversas antologías. Es director de la revista Fósforo. Literatura en Breve y director editorial de Sangre Ediciones. Actualmente conduce el programa radiofónico “El Pensador” en Radio Universidad de la UACH y forma parte del taller de poesía de Grafógrafxs.