ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Cinco poemas

Alejandra Lerma

 

 

En esta balsa de madera

 

Dame tu dolor

lo ungiré con el aire

liviano será tu pensamiento

te dormirás junto al aroma del mirto

te llevaré conmigo

en esta balsa de madera

a la que algunos llaman ataúd

y a la que tú y yo llamaremos casa.

 

 

 

Comenzaste a crecer cuando te vi en la morgue

 

Sé que las uñas crecen en la muerte.

Antonio Gamoneda

 

Comenzaste a crecer cuando te vi en la morgue

la sábana llegaba a tus rodillas

y pensé que nunca volverías a bailar

se acabaron los pasodobles, la salsa de Richie,

las orquestas cubanas

las uñas y el cabello de tus vecinos seguirían in crescendo

pero imaginé que en ti se extendería el fémur

y te volverías sólo piernas

una extensión enorme de corrientes óseas

debajo de las tumbas

como esas enredaderas que la gente llama maleza

mamá está segura de que al otro lado pasan cosas

 

Parece que las almas no van a discotecas

por eso cuando bailo te siento en mis rodillas

mis huesos vienen de tus huesos

te llevo por las noches a las fiestas

para que no te aburra la eternidad.

 

 

 

Bach es la palabra para el agua que fluye

 

Para Robin Köhler

 

Se enamoró de un río
de su presente fugaz
del remanso escondido

Pedro Guerra

 

Venía del desierto

de un lugar sin paisaje

convertida en espina

y de pronto tu casa, desde el aire, como un jardín secreto

la promesa del bosque

libélulas azules entre el follaje verde

y los cuerpos que ceden ante la desnudez de la corriente

 

Me guiaste por los senderos frescos del verano

decías «esta ciudad es más invierno que luz»

aquí vuelan los cuervos y la nieve es un manto que duele demasiado

pero hicimos un pacto con la dicha

pequeño templo de junio

para trenzar el agua con el fuego

 

Como la música, «Bach» es la palabra para el agua que fluye

el instante transparente de sumergirme en ti

de nadar en el sentido opuesto de la noche

y flotar hasta que el cauce me regrese a tu orilla.

 

 

 

Vi morir a mi hermano

 

Tengo 25 años

vi morir a mi hermano

vi morir a mi abuela

vi morir a mi padre

veo morir cada mes a los hijos que no se gestan

dentro de mí

los expulso con mi sangre

estuve a punto de verme morir

asistí al funeral de mi amiga del colegio

se inyectó removedor en las venas

aún puedo ver sus uñas despintadas

y escucharla decir que Dios nos ama.

 

 

 

En caso de emergencia

 

La psiquiatra te pide que hagas un listado

con todos los nombres de la gente que puedes llamar en caso de emergencia

 

Descartas con rapidez:

los que te consideran normal, porque te ven sonreír y leer con perfecta dicción

las que usan diminutivos con tu nombre, pero sólo te conocen en fotos

con quienes firmas contratos

a quienes traicionaste antes de tiempo

los que se alegrarían de verte en una ambulancia

las compañeras de oficina

los demasiado felices o distraídos para interrumpir en las madrugadas

los que usan perfumes empalagosos

 

Estás cansada de involucrar a mamá, también la tachas

tu hermana no te habla hace más de dos años

tu mejor amiga vive en Turquía

tu pareja está teniendo sexo con una mujer de larga cabellera negra

a quince horas de distancia en avión

mientras escribes estas palabras como incendios, en una cama, donde sólo cabes tú

 

Te quedan los nuevos amigos, que no conocen la profundidad de tu abismo

te queda la mujer a la que le alquilas una habitación, pero sólo dices hola y hasta luego,

no puedes decir auxilio

te quedan los amantes, que no quieres espantar con el horror de lo cierto

te quedan los gatos que perdiste por dejar ventanas abiertas

te quedan los muertos con quienes conversas sin fatiga, sin esperanza

 

Te queda una hoja en blanco

en caso de emergencia.

 

 

 

Sobre escribir poesía

 

¿Por qué?: Porque me duele mucho todo, casi todo el tiempo, y escribir poesía es una manera de extraer las espinas enquistadas, de hacer que de la carne herida crezcan flores. Me ayuda a traducirme, a conversar con el silencio más íntimo y saber que todo lo que digo ya fue dicho y es una fiesta y un asombro permanente. Nadie habla en versos en su vida cotidiana, pero los versos, cuando son honestos, nos regresan la imagen más real y profunda de lo humano y terminan configurándose como el lenguaje más natural que puede acompañarnos. Además, se me dan pésimo las matemáticas, los uniformes y los quirófanos, sólo puedo lidiar con las palabras.

Manías: Tengo la manía de escribir descalza. Sólo así puedo escribir poemas. La prosa soporta zapatos, pero la poesía exige desnudez.

No puedo escribir con música de fondo: las palabras tienen su propio ritmo y las canciones interfieren, hacen más grandilocuente lo mínimo y más edulcorado lo insípido. Me resta escribir con música de fondo.

Método: Nunca corrijo ebria, triste o enfadada. La forma inicial de un poema soporta cualquier alteración, pero corregir exige tiempo, cordura, reposo.

Quién lee: Tener un par de almas lectoras (antes de publicar), despiadadas pero honestas, es de lo mejor que le puede pasar a nuestra escritura. Rodéense de gente que lea con ferocidad, que les diga todo lo putrefacto que hacen y luego váyanse a beber una cerveza o a comer un helado con esa gente, como si no pasara nada. Esto tiempla la escritura y el espíritu.

Susurro: Si pudiera hablar conmigo misma cuando comencé a leer poesía, susurraría estos nombres para el camino: Miyó Vestrini, Blanca Varela, Maya Angelou, Olga Orozco, Vicente Gallego, Carilda Oliver Labra, Clarice Lispector, Roberto Juarroz, Piedad Bonnett, Chantal Maillard.

¿Y los poemas que aparecen aquí?: La poesía es ofrenda, insulto, homenaje. Con esta selección quiero decirles a varios seres: gracias, te extraño o hasta nunca.

 

Alejandra Lerma (Cali, Colombia, 1991). Es comunicadora social y periodista. Tiene un máster de escritura creativa en la Universidad de Sevilla, España. Entre sus libros publicados se encuentran Trébol de cuatro hojas (Editorial El Bando Creativo, 2014), No habitar ya la tierra (Editorial Ojo de Poeta, 2019) y La herida primordial (Seshat Ediciones, 2020). Ha obtenido diversos reconocimientos, como el I Concurso Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio, el concurso Nacional de Poesía Casa Silva de Colombia y el premio argentino Mundial de Escritura, en la categoría de poesía.