Poemas bancarios
Patricia Huerta Lozano
Los bancos
No hay nada más complejo que un banco
en su ecosistema y entorno,
por eso recuerda:
Necesitas un banco de tres patas,
son más seguros,
más estables,
llenos de salud, amor y dinero.
Un banco de cuatro patas
es un riesgo sistemático,
sin puntos de apoyo.
El problema no es el banco de cuatro patas
ni del profesional, ni del diseño,
el suelo es imperfecto.
Basta con un pequeño desnivel
para perder la estabilidad del banco.
Una pata termina partiéndose,
sin golpes laterales,
eso pasa con las estructuras rígidas,
inflexibles muestras rotas
por intentar mecer y tejer en la nada.
Los bancos de tres patas no cojean
por la unión y la fuerza
de puntos de apoyo.
Los tres puntos posicionan
en una misma dirección
sin la misma longitud,
tocando el suelo a la vez.
Pero veo los bancos de tres patas,
dan sensación de inestabilidad,
aunque sean lo más estable del mundo,
y me quedo con los bancos de siempre.
Banamex
Hoy me di en la madre con treinta y cinco mil personas.
Imaginé,
un ejecutivo de Banamex en un maxiordenador
con tijeras en mano
cortando conexiones a los nueve minutos,
cortando conexiones por rebasar el límite de crédito,
cortando conexiones sólo porque sí.
Me di en la madre con treinta y cinco mil personas
por eso tengo boletos para el concierto.
Yo tenía siete años
Mi mamá cuenta que de niña nunca decía nada, ni lo que le gustaba porque se burlaban, ni lo que no le gustaba porque la regañaban, por eso siempre me dejó hacerla de pedo, en especial en los bancos el diez de mayo, cuando íbamos a recoger las ollas de regalo para mi abuela y para mis tías. Nunca faltó el viejo rascuache que estaba formado y dijo: “pinches viejas, ni cocinan”, y nunca le fallé a mi mamá en voltearme y hacerla de pedo, argumentado una y otra vez que sabíamos cocinar huevitos y quesadillas.
¿Otra vez olvidaste mi túper?
Existe una posibilidad en la monotonía del banco
de olvidar un túper con comida putrefacta
y crear un ecosistema atrapado en la sinergia
del banco que recaba información
del consumo de túper,
y no le importa si termina en su sucursal
con comida pudriéndose
porque lo importante
es tener hormigas
en un ecosistema putrefacto
lleno de azúcar fermentada
moviéndose hasta su muerte.
La abeja reina es un banco
Mi mamá y el banco,
productoras de obrerxs,
se desprenden de sus alas
para hacer un panal
un fenómeno complejo
que requiere la maduración del sistema.
Nota
Sólo tengo una certeza de los bancos: están llenos de estructuras narrativas que permiten problematizarlos desde el lenguaje. En algunos poemas mi intención es hacer más inmediato el tema e imaginar una explicación a los procesos invisibles que implican el uso de los bancos desde dispositivos electrónicos. También jugué en la ambigüedad de la palabra “banco”, haciendo alusión a la institución financiera y al diseño de un mueble. Por otro lado, la cercanía que tengo con el tema es por mi mamá, una mujer igual de imponente, neurótica y contradictoria que un banco. Al escribir los poemas y escuchar las propuestas de mis compañerxs en el taller de poesía de Grafógrafxs, fueron más evidentes las semejanzas entre las madres y los bancos, instituciones financieras, administrativas y meticulosas que intimidan con apenas nombrarlas.
Patricia Huerta Lozano (Morelia, Michoacán, 1998). Egresó de Literatura Intercultural en la ENES Morelia-UNAM. Fue coordinadora de la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura (2020-2021). Dirigió un club de lectura para adolescentes en la UNAM, Centro Cultural Morelia. Es integrante del taller de poesía de Grafógrafxs.