ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Una camiseta que diga

Román Luján

 

para Vivian Abenshushan y Bibiana Padilla Maltos

 

1

 

Lea en voz alta la primera frase motivacional que encuentre en una camiseta. Bese a quien la lleve puesta y dígale que acatará la frase con rigor por veinticuatro horas. 

 

2

 

Pregúntele a un taxista cuántas horas trabaja por jornada. Si son más de nueve, llore ruidosamente durante el resto del viaje. Dele una propina y cinco estrellas. 

 

3

 

Si su jefe le pregunta dónde está su camiseta, ábrase el pecho y muéstrele en sus órganos internos vestigios de antiguas camisetas. 

 

4

 

En el evento anual de la compañía pida una camiseta ajustada. Bájese los pantalones caqui y luego los calzones. Póngase la camiseta introduciendo las piernas por los orificios de los brazos. Asegúrese de que el logo de la compañía le quede justo en el trasero.

 

5

 

Sostenga un hielo del tamaño de su cráneo en cada mano hasta que se disuelvan mientras da una conferencia sobre disparidad salarial en una reunión de ejecutivos. 

 

6

 

Cuando su jefe le pregunte si se puso la camiseta, quítesela frente a él y muéstrele debajo otra camiseta y vuélvasela a quitar y muéstrele otra camiseta y siga haciéndolo hasta que transcurra su jornada, al cabo de la cual pida un ascenso.

 

7

 

Contemple su escritorio por diez horas. Cobre dos horas extra. 

 

8

 

En una camiseta escriba el número de horas que su jefe le adeuda desde su contratación. Si el número es muy largo, escriba en el reverso de la camiseta. 

 

9

 

Realice las faenas de su trabajadora doméstica por una semana y páguele dos semanas de vacaciones. 

 

10

 

Grábese explicando la manera más ineficiente de ponerse una camiseta a lo largo de una hora.  

 

11

 

Entre a la oficina de su jefe y renuncie parpadeando en clave morse. 

 

12

 

Después de una hora de trabajo grite ¡uno!; a la segunda hora grite ¡dos!; y continúe así hasta gritar ¡dos mil doscientos veinticinco! al cabo de un año de trabajo. 

 

13

 

Póngase la camiseta como si fuera un pantalón y mastúrbese leyendo un reparto de utilidades. 

 

14

 

Escabúllase a la oficina de su antiguo jefe y cuando llegue seguridad grite: ¡contratado! 

 

15

 

Arroje piedras incandescentes al fuego en una fábrica de cemento por diez horas sin faltar un solo día por cincuenta años. 

 

16

 

Trabaje hasta que se le entuman los brazos y las piernas. Dígale a su jefe cuánto lo emociona haber alcanzado ese estado alterado. 

 

17

 

Haga un video donde se quite tan rápidamente la camiseta que parezca una escena de Méliès.

 

18

 

Trabaje tanto que sus compañeros de trabajo ya no tengan trabajo y se vayan a casa a descansar. 

 

19

 

Cierre los ojos durante los diez días de vacaciones pagadas que la ley le otorga. 

 

20

 

Sea la mejor versión de sí mismo durante una semana laboral, pero asegúrese de ser una versión distinta de sí mismo cada día.

 

21

 

Quédese sin trabajo frente a una mesa vacía.

 

22

 

Durante una semana, llame por teléfono a su jefe a diferentes horas de la madrugada. Cuando conteste, dígale: feliz cumpleaños, picarón.

 

23

 

Saque a sus hijos de la escuela y póngalos a trabajar antes de que sus lóbulos frontales se desarrollen por completo.

 

24

 

Confeccione una bandera con la Ley Federal del Trabajo. Envuelto en la bandera, arrójese por la ventana del penthouse de su jefe al pavimento. 

 

25

 

Mantenga a su familia con el salario mínimo. 

 

26

 

Grite: ¡los pobres son pobres porque quieren! mientras se practica el harakiri y se toma un daiquirí.

 

27

 

Sea abogado y muérase de un infarto en un partido de golf tras cerrar un contrato millonario. 

 

28

 

Tatúese el logo de la empresa en la mitad del pecho. Póngase una camiseta blanca y mire cómo la sangre delinea el logo de la empresa. Salga en la portada de la revista de la empresa sobre el título: empleado del mes.  

 

29

 

Ofrézcale trabajo a la primera flor amarilla que encuentre. Conviértala en su mánager. 

 

30

 

Váyase a casa después de ocho horas de trabajo. 

 

Román Luján (México, 1975). Entre sus libros publicados se encuentran Instrucciones para hacerse el valiente; Deshuesadero y Sánafabich. Con Luis Alberto Arellano editó El país del ruido: 9 poetas mexicanos /Le pays sonore: 9 poètes mexicains y Esos que no hablan pero están: Antología de poetas en Querétaro nacidos entre 1940 y 1969. Cotradujo al inglés Palabras ajenas (The Words of Others), de León Ferrari. Obtuvo los premios de poesía Abigael Bohórquez, Francisco Cervantes y Amado Nervo. Ha traducido al español los libros Alternarse, de Juliana Spahr; En vez de un animal, de Leslie Scalapino; y ¿Dónde sientes?, de Donato Mancini. “Una camiseta que diga” pertenece al libro inédito Imagenigma.