Cinco poemas
Élian Cabrera
Capaz podremos dormir tranquilos
Quien te da el lenguaje te sirve como desayuno de campeones su propia carne,
te ofrece las arrugas de sus manos, esas coronas hechas de vacío y fuego.
Quien te da el lenguaje te da el cuerpo en los urinarios de estaciones de servicio, mientras fumás desnudo buscando tus medias.
Quien te da el lenguaje pausa la película que estás viendo para fingir que los minutos de metraje son eternos, te entrega recetas de cocina escritas sobre las fotos de tus padres.
Quien te da el lenguaje te concede una enfermedad venérea, la fiebre de todas las cosas.
Quien te da el lenguaje es el chongo sin nombre con quien te cruzaste en el parque y te da a elegir entre el paquete de cigarrillos o el paquete de forros, entre esconderse en los yuyales o mirarse a la cara sólo cuando las luces de los autos iluminan al pasar.
Quien te da el lenguaje es el extraño que ya no quiere verte e hizo de vos una carta que nunca leés.
Dos ratas
José Sbarra se toma una foto frente a la tumba de un taxista asesinado. Señala sonriente, como sabiendo. Nunca lo vi tan limpio y peinado, camisa blanca y pantalón planchado. Parado junto a un camino seco, unas llantas tiradas y una cruz de madera. Amoroso suicida, casi moscovita apache todo nieve.
¿Me querría si nos hubiéramos cruzado en alguna plaza, pidiéndole fuego o una jeringuilla?
Con querer me refiero:
Bajarse la bragueta y orinar sobre mí o leerme algunos poemas sobre pterodáctilos.
¿Me querría después de arrancarme tanto disfraz encarnado?
Con querer me refiero:
A que no me dejará envejecer con cócteles de chutes de heroína y testo.
¿Recorrerá con sus dedos mis cicatrices coronadas que antes eran mis senos?
Nos diríamos: somos. Pero estamos hechos de diferente material.
¿Me ayudará a inyectarme las hormonas para reformar la geografía corporal; besará con ternura la gotita de sangre del muslo?
Para darnos un mal amor, un amor anal, un amor con absoluto terror
esquivando la sobrevivencia, acompañándonos mientras sonreímos delante de tumbas, acaso nuestros nombres debajo de la tierra, en carreteras desiertas.
Monólogo de quien sueña con ser un mártir
mientras lee una novela rusa[*]
explicás el anochecer cuando cerrás los ojos
porque asomar en tus cuencas es otro espejo
con la sangre seca en las almohadas en las sábanas
destilarme en cada hematoma de tus mordidas
eyacular con el martirio de San Sebastián
cuando los venenos influyan en la parsimonia cotidiana
(porque él lo hizo en su delirio de bondage y flechas,
¿nacerá aquella flor
si es regada en el patíbulo con semen post mortem?
¿qué flores nacen de las erecciones de un santo?)
vestirse dolerá confiarse dolerá
no pasaremos por el ritual de la fotografía
de las sonrisas impostadas
abandonaremos esta cáscara que es el tiempo
sin recordar ninguna palabra de los rezos dominicales
pero siempre el estirón de oreja de la abuela
tiempo de visita: tus pies ajenos invaden la estancia de mi devenir
piedra lacerada por el mar
porque mejor naufragar que navegar en palabras rotas
que luego tenemos que coser
te acompaño en tus movimientos
en tu fluir constante de disparos sin objetivo
porque elegimos la entropía como himno
te reclamo esta carne llena de aguijones
castiga esta carne como verdugo fiel
retira mi piel sofocante enajenante
que antecede al lenguaje
que iracundo brota del lado contrario de la luz
como el más pequeño de los dioses que llora
al ser pisoteado por pies descalzos y sucios
germina en mí tu desobediencia
en los modos más elementales de convivencia
incendiemos la civilización
es el pacto que puedo ofrecerte
Transitar[**]
No queremos ser más esta humanidad.
Susy Shock
Corporeidad reencarnada en diagnóstico
Bolsas de carne etiquetadas
llenas de hermosos gusanos blancos protegiendo del desamparo
¿El consuelo?
Ponerme de cuatro y dilatarme ante Ginsberg
Perforación de umbrales hacia transiciones incorrectas
jóvenes canciones no llegaré al mar de esta forma
No deseo su corona de flores pigmentadas
en entonaciones clarividentes
Necesito embriagarme nada más para tolerar el sopor
de este ascetismo cobarde
Pero Ginsberg murió
Los únicos hombres que quiero que me cojan son maricas que murieron hace mucho
¿Lemebel? Hombre-loca entre basurales y labiales con tacones bien puestos para el combate, trayendo consigo el fin del mundo montado sobre una yegua. Muerto
¿Sbarra? Tierno gigoló del malquerer, hermosa rata en un mundo de plástico, nos hiciste a todos poetas y putas. Muerto
¿Ginsberg? Nos prometió que la revolución sería anal al son del jazz. Muerto
Nos están consumiendo, compañera
Si no es junto a las travestis, sangre de mi sangre, olviden mi nombre
Si no es junto a los preciosos maricones, finjan no conocerme
Si no es para la alegría y la danza y fiesta y el desborde de las marimachas, no me interesa
Si no es para limpiar la hojarasca de los cabellos de los marginados de afectos, no me molesten
Si no es para besar los pies de los desviados expulsados del paraíso, no me busquen
Si no es para zurcir las cicatrices de los desaparecidos, ni se acerquen
Si no es para pulir la aureola de los santos tempranamente encerrados en psiquiátricos por desviados, olvídense de mí
Si no tomarán la mano de los desterrados torturados a base de electroshocks y homilías, váyanse lejos de aquí
Si no abrazan a quienes se fugaron del carnicero régimen de los cuerpos, les escupo coágulos de la sangre de cada una de las muertas
Jovencísimas muertas enterradas con nombres equivocados
Todos aquellos que no permitieron la domesticación son mis hermanxs.
Monólogo del significante ausente
mi sexo es un apóstol con su texto sagrado
mi sexo es un color espectral y piadoso material textual
mi sexo es una interfaz amigable para el usuario
mi sexo es un momento para colorear como un fantasma cristiano
mi sexo es un niño viendo una película snuff con galleta y cocido
mi sexo tiene conversaciones teológicas con Chiquitunga
mi sexo es un constructo sintáctico similar a una iglesia sin identificar
mi sexo goza de impunidad
mi sexo es agente causal
mi sexo quiere tomar mate con el Gauchito Gil esperando la última devoción
mi sexo es el estiramiento psicológico
mi sexo es una mentira disciplinaria
mi sexo es un proyecto esperando un patrocinio
mi sexo tiene características ocultistas
mi sexo es una oscuridad de lípidos
mi gozoso sexo en tu podrida charla
mi sexo muerde en su repugnante formación geológica
mi sexo es un producto somato-contingente
mi sexo son escombros de un animal
esta concha de macho reniega de tu maquinaria de histerias
Élian Cabrera (Asunción, Paraguay, 1990). Cortó y pegó los fanzines Seppuku subtropical, Carne (alrededor del tajo) y Monólogos para un apocalipsis exitoso. En 2020 publicó su libro Tajo/Refugio (Aike Biene Ediciones).
[*] De Tajo/Refugio (Aike Biene Ediciones, 2020).
[**] De Tajo/Refugio (Aike Biene Ediciones, 2020).