ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Cuatro poemas

Samuel Rodríguez

 

 

El día que el cielo se convirtió en hielo seco

 

Regresábamos del mandado el día que el cielo se convirtió en hielo seco. En cuanto volteé hacia arriba, un presentimiento desconocido desgarró mi cuerpo. “Es el fin, ¿verdad mamá?”.

Toda mi vida esperando este momento, pero no estaba preparado para celebrarlo.

Después de un rato de silencio, se abrieron agujeros enormes por donde caía agua a raudales, como cuando agitas los garrafones de agua y se hacen remolinos.

Mi madre comenzó a cantar canciones que hablaban de la gloria de Dios. Yo la miraba como quien se prepara para la amargura.

Después del agua vino el fuego, y después del fuego, el exterminio.

Caí postrado, aceptando que ya era el fin, pensando en rogar perdón por todo, pero de mi boca no salía ni una sola palabra.

 

 

Ya no quiero ser alpinista

 

Estoy en el Himalaya

En la punta de una de sus montañas

Recibiendo el azote de Dios

Me ha arrancado dos o tres nervios

de un solo golpe

Y aunque hay algunos cantos que lo enternecen

traigo su mirada clavada en la nuca

 

 

Apetito

 

Esa mañana todo fue como de costumbre. Desayunamos huevo y café. Terminé los pendientes de la escuela y avancé en el diseño del restaurante.

Pero al salir de la casa, comencé a sentir ese apetito extraño y perturbador de “aquellos sueños”. Traté de ignorarlo. “Son sólo sueños”, me repetía. Hasta que pasé por un lugar donde vendían pollos rostizados, y ahí ocurrió lo inevitable. Me comí al hombre que preparaba los pollos. No sé si fue el sudor que le escurría de la frente o el olor del adobo.

Ahora corro por los montes, esperando a mis presas a la orilla de la carretera.

 

 

Seres bidimensionales

 

 

Al día siguiente, aparecí en una fotografía de Franco Fontana. Yo era el árbol en medio de un paisaje reducido a dos planos. Nunca había experimentado lo que alguna vez guardé en mis notas aplicables al diseño: “el hombre se adapta al paisaje”. Pero aquí no había profundidad. Arriba de mí estaba el cielo, debajo el pasto, pero, como dije, no había profundidad. El cielo, el pasto, el color... todos éramos una sola cosa. Yo miraba lo que las personas no ven cuando contemplan una fotografía.

 

Samuel Rodríguez (Tecate B.C., 1986). Arquitecto y docente en la UABC. Es colaborador de la revista Liber. Publicó de manera independiente el libro Y habitó entre nosotros. Es integrante del taller de poesía de Grafógrafxs.