Frente al Club Mudd,
Calle White # 77[*]
Kathy Acker
Desde una limusina son expulsadas dos parejas de millonarios. Los hombres visten sin llamar la atención. Las mujeres llevan puesta una ropa de hace diez años, ropa que los pobres, quienes estaban a la moda, solían lucir hace diez años. Toda la gente pobre, aquellos quienes están poniendo este club tan a la moda que los ricos desean venir con todo y que siguen sin hacer un peso de la diversión de estos riquillos, se quedan en sus autos y sólo ven a la distancia la pasarela de los ricos acercándose al club.
Unas que otras lacras rodean la entrada al club. Un hombre flacucho con la camisa abierta, desabotonada, y quien dice ser artista, es la persona que decide quién puede entrar al club. Como son las tres de la mañana, no hay muchos pervertidos tratando pasar el filtro. El artista no deja entrar jipis ricos.
—¡Mira ese auto!
—¡No jodas, es uno de esos carros de jipi rico!
—Hay que robarlo.
—Pero el chofer está por ahí.
—Pues lo secuestramos.
—O le damos un botellazo en la cabeza.
—No, no quiero terrorismo. Sólo quiero dar un rol.
—Está bien. No tenemos nada que ver con terrorismo. Escucha, le diremos que queremos tomar prestado el auto por una hora.
—Igual y nos lo presta si le explicamos que somos terroristas en capacitación, que necesitamos el auto para nuestras prácticas terroristas.
Tres cuartos de hora después, las dos parejas de millonarios se suben de nuevo a la limusina. Su chofer los aleja del club.
Una chica tiene unos montoncitos de cabello castaño como espuma de capuchino, de esos de la Pequeña Italia; calza unas zapatillas negras que se usan para el S&M; se asoman dos tetas anticuadas y apretujadas desde un corsé verde, descolorido, mientras lanza todo su cuerpo sobre un auto. Sobresalen las mallas negras de piel sintética que lleva y están tan a la moda. En las manos trae una botella vacía.
Diego presiente que habrá problemas. Se baja del auto. Camina lentamente hacia la chica. La botella sigue siendo mecida. Al final la chica se arma de valor y le lanza la botella al artista flacucho a cargo de la entrada.
La chica y el artista se pelean sobre la calle. Los que están de espectadores en sus carros se bajan y los separan. Otra vez puede verse a la chica grandota lanzarse contra un carro.
Sus tetas se mueven tan rápido al aire que seguramente quiere tener nuestra total atención. Se empieza a sentir insegura, incluso un poco violenta, simplemente porque no está logrando lo que quiere. Si al menos nos diera un mejor espectáculo. Nos pinta dedo y lo levanta tan alto como puede.
Se retuerce encima del auto. Se mueve tan erráticamente que seguramente es un brote psicótico.
Un taxi se aproxima al club lentamente. A un costado del taxi queda la entrada del club. A contramano, está la chica retorciéndose sobre el carro negro. De ese mismo lado tres chicas que pretenden ser trasvestis bajan elegantemente del taxi y se encuentran con el enorme cuerpo de la chica. La primera chica está envuelta por una faja blanca y con transparencias. Los patrones diagonales del diseño te dirigen la mirada inmediatamente a su sexo. Las otras dos llevan vestidos ajustados, también blancos. Se abren paso rumbo al club.
El chofer del taxi se niega a subir a la chica grandota. Ella se retuerce visiblemente, pues ha sido rechazada. Se controla un poco porque empieza a encararse con las trasvestis. Al final huyen porque la grandota tiene sífilis.
La chica grandota trata sin éxito de meterse a un carro blanco por una de las ventanillas, y entonces se va corriendo rápido, cada vez más rápido, hacia un callejón, donde está un taxi. El chofer pone los seguros del auto de prisa al verla avanzar hacia él.
Le ofrece mamársela.
En otro lado de la calle, un chico feo, quien tiene un seguro como piercing en el labio superior, está cruzando de una acera a otra, y nos dispara con una pistola de agua. Hay una lesbiana sentada junto a mí, quien me dice que más temprano, en esa misma noche, le arrancó el seguro del piercing.
* * *
Son las cuatro de la mañana. La ciudad aún arde de calor. El calor húmedo apretuja a esta ciudad. La neblina surge en el ambiente. El líquido que se evapora desde los poros de la piel de cada persona se va endureciendo como un caparazón, brillante y liso. Nos vamos a convertir en reptiles.
Nadie quiere moverse. Nadie quiere estar en un cuerpo. Las propiedades físicas se pueden ir al diablo, incluso esta noche.
Johnny, como todos los demás neoyorquinos, no quiere saber nada sobre sexo. Odia el sexo porque el aire es asfixiante, porque los sentimientos son sosos y porque los humanos son repulsivos.
Como cualquier neoyorquino, le dice a cualquier mujer que él es gay, absolutamente gay, y que todos los hombres mariconas deben arder en el infierno, porque eso es lo que les pasa. Johnny lo hace porque cuando tenía dieciséis años sus padres lo querían muerto y lo enrolaron en la marina mercante. Ahí todos los marines, porque eso es lo que hacen, lo violaron por el culo con rayas de coca encima.
Baudelaire no es tan literal al tratar la autosatisfacción como consecuencia del siguiente mecanismo: X quiere a Y y, por cualquier razonamiento, cree que no debería querer a Y. X cree que esto es MALO porque quiere a Y. Lo que quiere Y es a X y ser bueno.
Baudelaire hace lo siguiente para resolver este dilema: entiende que alguna agencia (sus padres, la sociedad, su amante, etc.) dice que querer a Y es MALO. Esta agencia es una autoridad, así que tiene razón. La autoridad lo castigará porque él es MALO. La autoridad lo castigará tanto como sea posible. Castígame, castígame, más de lo que se necesite, hasta que tenga que ser obvio para todos que la reprimenda es injusta. Cualquier autoridad ahora se pudre y va directo al infierno. En consecuencia, no hay BUENO ni MALO. X no puedo ser malo.
Es necesario ir a tantos extremos como sea posible.
Traducción de Fred Castillo Dávila
Kathy Acker (Nueva York, Estados Unidos, 1947-1997). Novelista experimental, poeta punk, dramaturga, ensayista y escritora feminista prosexo. Su escritura fue influida por Black Mountain School, William S. Burroughs, David Antin, la teoría crítica francesa, la filosofía, el misticismo y la pornografía. Estudió escritura creativa en San Diego. Entre sus libros publicados se encuentran New York City in 1979 (Penguin Random House, 2018), Aborto en la escuela (Anagrama, 2019) y Grandes esperanzas (Malas Tierras Editorial, 2020).
[*] Este texto está incluido en el libro New York City in 1979 (Penguin Random House, 2018).