ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Fragmento de “Ou o Poema Contínuo”

Herberto Helder

 

 

La mañana empieza a golpear en mi poema.

Las mañanas, los martillos veloces, las grandes flores 

líricas.

Muchas cosas comienzan a golpear contra los muros de mi poema.

Escucho un poco con miedo el ruido de las gárgolas,

el giro de los rosetones de mi

poema golpeado por la revelación de las cosas.

Los finos ramos de la cabeza cantan movidos

por la sangre.

Tal vez enloquezca a la orilla de esta oscuridad

rápidamente transfigurada.

Golpean en las puertas de las palabras,

suben los escalones de esta intimidad.

Es como una casa, es como los pies y las manos

de las personas invasoras y calientes.

 

Estoy recostado en mi poema. Estoy universalmente solo,

acostado de espaldas, con la nariz que aspira, 

la boca que enmudece, 

el sexo negro en su quieto pensamiento.

Golpean, suben, abren, cierran, 

gritan alrededor de mi carne que es la complicada carne

del poema.

 

Una inspiración hiende lirios en mi cabeza, 

los hiende a la mitad

como los rayos hienden las sencillas copas de piedra.

Yo sonrío y llevo tomado de la mano a este niño poderoso,

una visita de la sangre llena de luces interiores.

Lo acompaño, como tocando una especie de paisaje

levitante,

las palabras personas caudas luminosas ascéticas aldeas.

 

Es la madrugada y la noche que ruedan sobre los tejados

del poema. Es dios que rueda y la muerte 

y la violenta vida. Y mi corazón es un portavelas

a la orilla

del pueblo que ante mí separa las espinas de las formas

y trae su pureza aguda y legítima.

—Traen liras en las manos, traen en las manos brutales

pequeños clavos de oro o peces delicados

de música fría.

 

—Yo enloquezco con la dulzura de los meses perezosos.

 

El poema me duele, me hace feliz y trágico.

El pueblo lleva cosas para su casa 

de mi poema.

Yo despierto y grito, pego con los martillos

de los días de mi muerte

la materia secreta de la que está hecho el poema.

 

—La mañana comienza a colocar el poema en la parte

más límpida de la vida. Y el pueblo lo canta

mientras se deshace en los campos que se levantan 

a la cumbre de las savias.

La mañana comienza a dispersar el poema en la luz incontenible

del mundo.

 

Traducción de Sergio Ernesto Ríos

 

Herberto Helder (Funchal, Portugal, 1930). Fue poeta, periodista, bibliotecario, traductor y locutor. No le gustaba conceder entrevistas, que le tomaran fotografías ni recibir premios (en 1994, rechazó el Premio Fernando Pessoa). Entre sus obras se encuentran Do Mundo (1994), Poesia Toda (1981) y Ou o Poema Contínuo (2001).