ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Poema Rendy de Cristino Bogado

 

A Cristino Bogado —uno de los poetas latinoamericanos más singulares por el despliegue barroco de su poesía transfronteriza— le da pereza moverse de Lambaré, una ciudad situada a orillas del río Paraguay. Como diría él mismo: “tranquila, rural, con la soundtrack eterna de los pájaros mañaneros”.

En el delirio del encierro pandémico ha escrito Poema Rendy, un carnaval referencial, semántico y rítmico, una poema (Cristino dixit) de largo aliento, irónica, sexual, idílica… un mix subversivo que atenta contra el purismo cultural y la delimitación lingüística.

Cristino es novelista, poeta, colabora en medios culturales con el seudónimo Paranaländer y gestiona las editoriales independientes Jakembó y Felicita cartonera.

Rendy significa en guaraní saliva y también fuego, resplandor.

 

 

Poema Rendy (fragmento)

 

Quiero esta tarde inmóvil ser el yerno de Oscar del Barco

o heredar las habitaciones de plata vandeadas por las Vírgenes del sol 

–hijas que llevan la misma e irrepetible sangre solar del inca

(cromática sang del estero bellaco de la poesía)–

apropiadas por su Ancestro fabuloso Pedro del Barco

o arponear el trasero metafísico erigido por la visión del mago 

Witkiewicz

ese Parménides suicida a contracorriente de las ciudades 

oscuras 

atravesadas sobre las yeguas en hipnosis de la Diosa 

eleática

o sobrevivir a la invocación a la engendradora Venus 

de un De rerum natura del futuro -marino o cósmico

o huir definitivamente huir de la risa de Maat la semita

a la casa empapelada de poemas del ermitaño

o bucear entre los imanes del Titicaca esta tarde que no cesa de fluir

por debajo de su inmovilidad, calma y silencio planetarios

eso que Blaise Bailey Finnegan III gusta de llamar sustancia 

inefable

o salir a recolectar objetos y criaturas que portan el hovy del 

sufismo, 

el famoso verde-azul místico, un duo tone en una sola palabra

que reaparece hasta entre los guaraníes aún hoy

o denigrar a los chapapoyas esos vecinos nefastos de Guamán Poma, 

también quiero

porque el querer es insaciable, nunca cesa de sostener la 

naturaleza del ser,

releer con los ojos cerrados esta vuelta La Apología de Raimundo Sebond,

o entresacar de ella pequeños párrafos o estrofas subrayadas con temblor entusiásticos

y pegarlos acá en el poema de la tarde infinita

y hacer reír como Baubo mostrando a la tristeza lo que ocultan las vestimentas

buscar argumentos contra la pose sombría del padre Vieira

horas de oro en el hacer del ocioso incurable

otra vez el yopará tan pegado a tu yo renaciendo 

ya sea en la prosa de Svevo

el kanbun de Atsushi Nakajima

en la no neolengua de Murena

o en la Teologia natvralis del catalán Sabunde

el Ser que se dice se dice siempre en yopará acaso

no no estoy inventando el poema filosófico dentro de la muy poca extensa 

poesía paraguaya yo que no traduje a Artaud ni fui marxista ni 

psicoanalista

formas del chantismo sudaka de entonces 

ni exiliado ni polemista

apenas un vapor sonoro desintegrándose en el infinito atardecer 

como una song

de Ahmed Malek impregnada de ambay y eucalipto y risa

jamás nada más que un español sembrado de terminaciones latinas

o un guaraní cariado de arcaísmos castellanos en el caso que nos compete

usar para justificar la existencia mediocre e inútil la escritura

enjuiciar el universo y sus monstruos escriturarios

quiero esta tarde solar decir que para Lucrecio la vida

es una lucha entre elementos, fuego contra agua 

hasta la muerte final,

filósofo inhumanista avant la lettre

mientras Carl Schmitt (aunque nazi) y Comité Invisible

siguen siendo humanistas con su vida como lucha 

entre amigos y enemigos

el Artaud nazi de “Nuevas revelaciones del ser”

hace chocar los elementos

entronizando así la guerra como el equilibro de la naturaleza

 

quiero ser el Yñypyru del canto apapokuva cuando Ñanderuvusú trae el sol

en su pecho materializado como yvyra joasa rekoypy‚

en el principio está mi fin

allí donde resplandecen y alumbran las cosas naturales

y la poesía, receta para el autoengaño, no importa

si fuera Notario o Archipoeta

confesaría mis inocentadas como vagabundo de la vida

y no dejaría que las cosas excelsas pasen por poros mezquinos

si fuera un poderoso dios pardo inundaría tu vida seca y nerd

como la de una yiyi de Pleasantville

con violentos colores de mi lujuria embotellada

si viajara en el tiempo me gustaría verme como el Pseudo Dante

arrancando las rosas de las leonoras y melusinas en espera de sus trovadores

mudo y deslenguado de amor ante ellas porque todo poema es epitafio   

después de la felicidad les mostraría mi mochila maká llena de 

piedras 

en forma de objetos del mundo

mas no olvido que soy el príncipe de la torre derruida

oh tiempo tiempo tiempo irredimible

atenaza tus tedios sobre mí 

habiendo reído dios con la primera carcajada hizo la luz

es decir el aposento donde resplandece la belleza de las mujeres  

este poema si sobrevive se lo deberé a la gracia de los albañiles ka’u

y a la carne, celeste carne ante cuyo ardor y temblor el semen escupe sus pensamientos abisales

el haber nacido como primera desgracia

y pasar como un bólido de fuego por el tiempo lo segundo

la red del aliento tejida por el abaporu del sueño

cortar quiero 

ambosorose

el sueño devora sueños

definición de la Poema

 

Entrevista  por Carlos Vicente Castro

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué diferencia encuentras entre escribir narrativa y escribir poesía?

 

Cristino Bogado: Me río más escribiendo narrativa. Me parece un género más propicio al humor y al absurdo —la sátira sobre todo—, mientras que la poesía es más ritualística. El momento de sentarse y ponerlo por escrito —esa taxidermia de las letras— es sólo la fase final del poema. Antes está la picazón, las erecciones, la fiebre, el zumbido del amor demoniaco, la fuga hacia el alcohol y el sexo para no prestarle atención…

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué sueles hacer al levantarte de la cama?

 

Cristino Bogado: Preguntarme qué habré hecho anoche, que no recuerdo nada.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué jóvenes poetas paraguayos nos recomendarías a los mexicanos?

 

Cristino Bogado: Me cuesta recomendar, y además los jóvenes están en otra cosa, videojuegos y wasaps.

 

Carlos Vicente Castro: Música que sueles escuchar…

 

Cristino Bogado: Africana.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Eres disciplinado para escribir?

 

Cristino Bogado: No.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Sobre qué te consideras escéptico?

 

Cristino Bogado: La verdad, soy escéptico en casi todas las materias, el mundo es insoluble.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué es para ti sagrado?

 

Cristino Bogado: Ese instante en que he doblegado al aburrimiento aunque sea por dos nanosegundos.

 

Carlos Vicente Castro: Pensando en el portuñol salvaje o porounhol, en el jopará, esa mezcla de español y guaraní, ¿habría que borrar fronteras entre las lenguas?

 

Cristino Bogado: Y están borradas, al menos entre los poetas que leo yo, aunque también tiendo a una poesía ilegible, como si fuera una poesía escrita en una lengua muerta, desconocida u olvidada, como muchas veces los cantos indígenas guaraníes.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Lees autores mexicanos?

 

Cristino Bogado: Sí, están todos los que frecuento citados, distorsionados, canibalizados, allí en Poema Rendy, Gorostiza, López Velarde… más críticamente a Deniz y Paz.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué te gusta beber (claro, me refiero a cuestiones etílicas)?

 

Cristino Bogado: De todo, aguardiente de guavira, vino... 

 

Carlos Vicente Castro: ¿Cuál ha sido el saldo cultural de las cartoneras en Paraguay?

 

Cristino Bogado: Fue un speed de hazlo tú mismo que dejó un sabor de boca de libertad creativa, desinhibición y fomentó la autoestima. 

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué tipo de poesía rechazas?

 

Cristino Bogado: Esa de la marquesina deslumbrante de neón.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Podrías platicar de un recuerdo entrañable en tu infancia?

 

Cristino Bogado: Mi regalo de cumpleaños a los 12 años: un diccionario enciclopédico argentino impreso ¡en Colombia! Los besos azucarados de mi vecina bajo la mesa de la cocina… mientras oíamos caer las naranjas agrias.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué guiso le recomendarías a un mexicano que acaba de llegar a Paraguay?

 

Cristino Bogado: Un yopara, que mezcla locro, maíz blanco y poroto.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Cómo fue tu proceso de escribir Poema Rendy?

 

Cristino Bogado: Fue relativamente fácil. Sólo tuve que entregarme a la póra —que es memorada todo el tiempo como la poema en este libro—, suerte de fantasma femenino que hace de guardaespaldas o ángel protector o incluso actúa con ínfulas de esposa celestial, y a la vez de tirana sobre mi vida. En suma, dejarme seducir por sus cantos homéricos, ceder a sus asechanzas…

 

CVC: ¿Juegas videojuegos?

 

Cristino Bogado: No.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Practicas algún deporte?

 

Cristino Bogado: No ya hoy, aunque jugué mucho futbol hasta los 20 años. Y voleyball después, cuando fui maestro rural a mediados de los noventa.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué posibilidades encuentras como lector y escritor en las redes sociales?

 

Cristino Bogado: No muchas, siempre todo es la misma cosa reiterada una y otra vez.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Te gusta en especial tocar o escuchar algún instrumento musical?

 

Cristino Bogado: Theremín, mbira, balafón, rabel… pero no toco nada.

 

Carlos Vicente Castro: ¿Escribir poesía implica una toma de postura?

 

Cristino Bogado: Escribir poesía es escribir poesía: es la misma cosa elemental de siempre y, al mismo tiempo, es siempre otra cosa. Es casi un crimen perfecto, a veces parece no decir nada realmente…

 

Carlos Vicente Castro: ¿Qué consejo le darías a alguien que empieza a escribir?

 

Cristino Bogado: No hace falta dar consejos, a mí nadie me los dio en su momento. Escribir no es una patología, no es un estado depresivo que me puede llevar al suicidio… más bien, todo lo contrario.

 

 

Cristino Bogado (Asunción, Paraguay, 1967). Vive en Lambaré (cuna del cacique homónimo y origen del nombre de la revista totalmente en guaraní del siglo XIX). No poeta que ha escrito mucho y publicado Poema Rendy (2021), Iporäkaka (2019), Pindó kuñakaraí (2018), Puente Ka'i (2012), Mi yo es un Yopará (2015), Amor Karaiva (2010). Paranaländer es su seudónimo como periodista cultural.

 

Carlos Vicente Castro (Zapopan, 1975). Es autor de Salida de emergencia (Mano Santa Editores, 2020), Late night show (disponible en Poesía Mexa, 2019), Apócrifos + Circo + Un edificio en construcción (Mantis Editores y Secretaría de Cultura de Jalisco, 2014) y Carcoma (Écrits de Forges y Paraíso Perdido, Québec, Canadá, 2006). Fundó y dirigió las revistas La Calle y Metrópolis.