Discurso sobre el hijo-de-puta
Alberto Pimenta
I
el pequeño hijo-de-puta
es siempre
un pequeño hijo-de-puta;
pero no hay hijo-de-puta,
por pequeño que sea,
que no tenga
su propia
grandeza,
dice el pequeño hijo-de-puta.
sin embargo, hay
hijos-de-puta que nacen
grandes hijos-de-puta
que nacen pequeños,
dice el pequeño hijo-de-puta.
además,
los hijos-de-puta
no se miden en
palmos, agrega
el pequeño hijo-de-puta.
el pequeño
hijo-de-puta
tiene una pequeña
visión de las cosas
y muestra en
todo cuanto hace
y dice
que es justo
el pequeño
hijo-de-puta.
aunque
el pequeño hijo-de-puta
tiene orgullo
de ser
el pequeño hijo-de-puta.
todos los grandes
hijos-de-puta
son reproducciones a la
sazón grandes
del pequeño
hijo-de-puta,
dice el pequeño hijo-de-puta.
dentro del
pequeño hijo-de-puta
están en idea
todos los grandes hijos-de-puta,
dice el
pequeño hijo-de-puta.
todo lo que es malo
para el pequeño
es malo
para el gran hijo-de-puta,
dice el pequeño hijo-de-puta.
el pequeño hijo-de-puta
fue concebido
por el pequeño señor
a su imagen
y semejanza,
dice el pequeño hijo-de puta.
es el pequeño hijo-de-puta
el que da al grande
todo aquello de lo que
él precisa
para ser el gran hijo-de-puta,
dice el
pequeño hijo-de-puta.
además,
el pequeño hijo-de-puta ve
con buenos ojos
el engrandecimiento
del gran hijo-de-puta:
el pequeño hijo-de-puta
el pequeño señor
Sujeto Servicial
Simple Sobra
o sea,
el pequeño hijo-de-puta.
II
el gran hijo-de-puta
también en ciertos casos comienza
por ser
un pequeño hijo-de-puta,
y no hay hijo-de-puta,
por pequeño que sea,
que no pueda
llegar a ser
un gran hijo-de-puta,
dice el gran hijo-de-puta.
además
los hijos-de-puta
no se miden en
palmos, agrega
el gran hijo-de-puta.
el gran hijo-de-puta
tiene una gran
visión de las cosas
y muestra en todo
cuanto hace
y dice
que es justo
el gran hijo-de-puta.
por eso
el gran hijo-de-puta
tiene orgullo de ser
el gran hijo-de-puta.
todos
los pequeños hijos-de-puta
son reproducciones a la
sazón pequeñas
del gran hijo-de-puta,
dice el gran hijo-de-puta.
dentro
del gran hijo-de-puta
están en idea
todos los
pequeños hijos-de-puta,
dice el
gran hijo-de-puta.
todo lo que es bueno
para el grande
no puede
dejar de ser igualmente bueno
para los pequeños hijos-de-puta,
dice
el gran hijo-de-puta.
el gran hijo-de-puta
fue concebido
por el gran señor
a su imagen
y semejanza,
dice el gran hijo-de-puta.
es el gran hijo-de-puta
el que da al pequeño
todo aquello de lo que él
precisa para ser
el pequeño hijo-de-puta,
dice el
gran hijo-de-puta.
además,
el gran hijo-de-puta
ve con buenos ojos
la multiplicación
del pequeño hijo-de-puta:
el gran hijo-de-puta
el gran señor
Santo y Seña
Símbolo Supremo
o sea,
el gran hijo-de-puta.
dónde, procurando bien, no se encuentra un hijo-
de puta. El hijo-de-puta no cambia, el hijo-de-puta
nunca cambia, es eterno; pero evoluciona y alarga su esfera
de ocupaciones, se expande, utiliza nuevos métodos
(de los sanitarios a los cementerios), cuando los viejos,
como todo, acaban por gastarse y dejar de ser
eficaces. Esa es la técnica (o progreso) del hijo-de-puta:
expandirse multinacionalmente en círculos concéntricos,
cada vez más anchos, abarcando en el nuevo
círculo todo lo que tienda a escaparse del antiguo:
nada, nada puede detener este surgir y expandir, y lo
mismo se puede naturalmente decir del lugar que el
hijo-de-puta ocupa. El hijo-de-puta, ya sabemos, está
en todos los lugares, aunque tiene hábitos y modos
diversos, conforme al lugar en que se encuentra. Si en
ciertos lugares del sur es por ejemplo musulmán, en
otros es por ejemplo católico y en otros protestante, y
en otros encima judío o incluso ateo. Por eso los
pragmáticos consideran que el orden y la función social
son una cuestión de gusto. El hijo-de-puta es siempre
aquello que los otros hijos-de-puta del momento y
del lugar son; es, porque es eso que “conviene” ser, y
por lo tanto es eso que es él. El hijo-de-puta se inserta
siempre en el proceso en curso, cualquiera que este sea,
y ese es otro rasgo distintivo del hijo-de-puta. El hijo-
de-puta colabora, y anda siempre en el viento, siempre
en la marea, siempre en la ola. El hijo de puta es siempre
en lo más
Traducción de Sergio Ernesto Ríos
Alberto Pimenta (Oporto, Portugal, 1937). Es poeta y ensayista. Entre sus libros destacan O labirintodonte, Ascensão de dez gostos à boca, Ode pós-moderna, Planta rubra y O discurso sobre o filho da puta, libro, a todas luces, inclasificable, donde consigue enlazar sus intenciones políticas y estéticas.