Ahora es que son ellas[*]
(fragmento)
Paulo Leminski
Capítulo 21
1
Lindo comienzo para un candidato a la sabiduría, no sabía cómo lograr lo que los gallos, los antílopes y hasta los pueblos logran sin hacerse mayores historias.
Insoportable, además, que la razón de ser de mi vida fuese otra persona, persona, por cierto, que yo estaba lejos de saber dominar, ¡quién pudiera!, si, por lo menos, la influenciara.
Una persona a la que le decía:
—Vamos para allá.
Y ella respondía:
—Qué lástima.
¿Quién me mandó a escuchar los consejos de amigos, conocidos y desconocidos, que decían maravillas acerca de los métodos de Propp? ¿Quién me mandó a anotar el teléfono del consultorio? ¿Quién me mandó a arreglar una cita (la palabra no era consulta)? ¿Quién me mandó a tocar el timbre de 27 de Septiembre, 894?
¿Quién me mandó? ¡Socorro!
2
Imaginemos. Supongamos que tenés una concha entre las piernas. Una mera suposición, claro. A menos que la enfermera haya exclamado: ¡es una niña! cuando naciste, ¿te acordás?, ¡qué memoria, nena!, si no hubiese sido así, supongamos que vos tenés una concha entre las piernas.
¿Cómo crees que piensa la cabeza de alguien que tiene una entre las piernas? No vale decir, como mi madre, que esa fijación en mamá y Nueva York es cosa de maricón. ¿Cómo crees que piensa? ¿Como quién?, ¿cómo es realmente?, ¿habré oído bien?, ¿habré oído doscientos mil?, ¿doscientos cincuenta, doscientos sesenta? ¿Habré oído a alguien decir Norma Propp?
3
Propp decía que no hay profetas en las historias de encantamiento.
Sería intolerable, los esquemas rechazarían de inmediato a un personaje que apareciese contando lo que va a suceder más adelante. Sería negarle toda lógica a la narrativa.
Por eso, en las historias de encantamiento, todo profeta es crucificado apenas se manifiesta. La muerte de ese profeta alcahuete está catalogada como la función alfa-37, después de la macrofunción “Héroe Enfrenta al Monstruo”. Recuerdo que Propp se reía mucho cuando hablaba de esa función. Se acordaba del profesor Freud, se reía, se reía, recordando que Freud había dicho que esta función era apenas la proyección del estupor infantil del niño, cuando constataba que la pija del padre era más grande que la suya. Un día, confesé:
—Profesor, ya no soporto estos ímpetus de profetizar.
—Es común en ese período. Para resistirlos pensá en el efecto que vas a causar si no anticipás ningún momento de la historia. Tenés que llegar hasta la función gama-42.
A través de una argumentación toda equipada de citas, Propp me había demostrado que el itinerario de mi vida ya había cumplido todos los primeros estadios de su lista de funciones de los personajes.
La salud era completar todo el itinerario del héroe.
Apenas sabía él que… bueno, pero hay una cosa sobre la que prefiero ni pensar.
4
En un solo caso Propp admitía la existencia de profetas en los cuentos de encantamiento. La función zeta-43, la del falso profeta, ese que sólo profetiza un evento para que los presentes crean que está pensando lo contrario, y así piensa lo obvio, y así hace lo totalmente distinto, si es que eso tiene algún sentido.
Propp previó que iba a necesitar otros cinco años para profundizar la noción de ese personaje. Mal profeta, se murió antes.
En sus historias, no había modo de interrumpir la lógica que conducía hasta el final invariablemente irremediable.
Traducción de Reynaldo Jiménez
Paulo Leminski (Curitiba, 1944-1989). Es uno de los poetas brasileños más emblemáticos del siglo XX. Publicó Quarenta clics, Polonaises, Caprichos e relaxos y Distraídos Venceremos, entre otros. Es autor de la novela experimental Catatau.
[*] Ahora es que son ellas fue publicado por Libros de la Resistencia. Este fragmento forma parte de dicho libro. Agradecemos la cortesía de la editorial.