¿Todos los segundos miden un segundo?
Carolina Conde entrevista a Matías Moscardi
Matías Moscardi nació en 1983 en Mar de Plata, Argentina. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Mar de Plata, donde actualmente trabaja como docente.
Ha publicado catorce libros, entre los que se encuentran Diccionario de separación. De Amor a Zombie(2016), El Gran Deleuze para pequeñas máquinas infantes (2021) y Las respuestas. 1779 preguntas (Beatriz Viterbo, 2022).
Ha escrito sobre filosofía, literatura, edición, relaciones humanas, objetos cotidianos y la mirada infantil, entre otros temas. En Las respuestas. 1779 preguntas, el autor recopiló las preguntas que se han formulado escritores, poetas, filósofos, ensayistas, científicos y él mismo.
Carolina Conde: ¿Cómo surgió la idea de publicar un libro sobre las preguntas que ha formulado la humanidad?
Matías Moscardi: Las preguntas son un género que siempre me gustó mucho. Creo que la primera que anoté la tomé de un libro de Alfred Polgar que se llama La vida en minúscula. La pregunta era: “¿Lo más importante de una cabina telefónica es el teléfono?”. La segunda, si no me equivoco, la tomé de un texto de Georges Canguilhem, “La monstruosidad y lo monstruoso”: “¿Habrá que asombrarse, ante un pájaro de tres patas, de que tenga una de más o de que sea apenas una la que esté de más?”. Creo que en el cruce de estas dos preguntas iniciales se me ocurrió una primera idea, la de coleccionar preguntas. Esa idea se fue expandiendo. Al principio, sólo se trataba de preguntas muy singulares, ingeniosas, perlitas. Después empezaron a aparecer todo tipo de preguntas. Hasta que de pronto me vi escribiendo, en medio de las que iba amontonando, preguntas propias. Así surgió la idea de armar un libro. Por otro lado, la pregunta como género tiene un encanto propio, sobre todo en los tiempos tan afirmativos que corren. El libro es como un homenaje a todo tipo de preguntas, a la pregunta como práctica, pero también a la pregunta lúdica, al juego de preguntar, incluso a las preguntas tontas, que son mis preferidas.
CC: Mencionas que “las preguntas son respuestas” por sí mismas, pero de las 1 779 preguntas que componen el libro, ¿cuál te gustaría que tuviera una respuesta concreta?
MM: Las respuestas suelen decepcionarme. Cuando en la película de terror aparece el monstruo, hay algo que pierde efectividad. Las respuestas funcionan de una manera muy parecida. Las preguntas, en cambio, son como la aleta del tiburón en la película de Steven Spielberg. Por naturaleza, toda pregunta es insinuante. Nunca sabemos bien qué bicho saldrá a la superficie después de una pregunta. Por otro lado, algunas de las preguntas que aparecen en el libro son preguntas tontas que muchas veces me hice. ¿Cuánto pesa una balanza? ¿Todos los segundos miden un segundo? ¿Hay un reloj de relojes? ¿En qué momento da vuelta un boomerang? ¿Y si en vez de medir la velocidad de la luz midieran la velocidad de la oscuridad? Esas cosas.
CC: Tu libro Las respuestas. 1779 preguntas se complementa con un código QR, con el cual las personas pueden aportar sus propias preguntas. ¿Qué papel esperas de tus lectores para que esta dinámica funcione?
MM: La idea es que el libro se expanda en un dispositivo preguntón infinito.
CC: Comúnmente se relacionan las preguntas con la filosofía, sin embargo, ¿consideras que para hacer los trabajos de traducción y edición también se deben formular preguntas?
MM: Las preguntas sirven para todo. De hecho hay una pregunta-hipótesis: ¿existirá alguien que jamás se haya preguntado nada? Toda pregunta es, por definición, humana. Por eso, para mí, toda pregunta es estructuralmente inteligente.
CC: ¿Prefieres realizar escritos desde la mirada adulta o desde la mirada infantil?
MM: Desde la mirada infantil.
Carolina Conde (Toluca, Estado de México, 2000). Estudia la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Uaeméx.