ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Paraná

Pablo Forcinito

 

 

Entre 2013 y 2015 escribí las tres novelas breves que integran la Trilogía de Paraná. La primera se titula En tu mundo raro y por ti aprendí (Metalúcida, 2014), la segunda Paraná (Metalúcida, 2015) y la tercera La orilla de los encantados (Metalúcida, 2016). Las novelas se editaron en tres libros distintos, y en 2019 se reeditaron juntas en un solo volumen, también por editorial Metalúcida y bajo el definitivo título Trilogía de Paraná.

Años atrás, antes de comenzar con la primera novela de la Trilogía, me dediqué a escribir cuentos de terror ambientados en suburbios ficticios y marginales, y que dependían de algún acontecimiento sobrenatural para que sus tramas funcionasen. Cuando terminé ese libro (que permanece inédito), tuve ganas de contar una novela policial que se desarrollara en esos mismos suburbios, pero que no necesitase de aquellos eventos sobrenaturales. Ahí fue cuando me surgió la idea de trabajar con un asesino en serie, que de inmediato llamé Paraná. El nombre ya me venía dando vueltas en la cabeza desde hacía rato, y surgió a partir de Mississippi, que es el apodo de un cuchillero que James Caan interpreta en el wéstern El Dorado (Howard Hawks, 1966). Como el Mississippi en Estados Unidos, el Paraná también es un río central en la obra de poetas y narradores argentinos. Puedo citar a Juan L. Ortiz, Juan José Saer o al uruguayo Horacio Quiroga.

Que el protagonista de En tu mundo raro… se llamase Paraná me motivó a escribir una segunda parte, Paraná, que ya no sucedería en el suburbio sino en tres de las provincias litoraleñas que atraviesan el río (Entre Ríos, Chaco, Corrientes). Como ya dije, la Trilogía se cierra con La orilla de los encantados, y todavía me sorprende cómo Mississippi, aquel personaje interpretado por James Caan en 1966, terminaría siendo decisivo para el desarrollo de mis tres novelas protagonizadas por Paraná. Paso a compartirles la segunda parte de la Trilogía, que así comienza:

 

*   *   *

 

—Me vas a esperar acá sentado, Quiquito —le dijo Papá, ofreciéndole de asiento la tapa baja del inodoro.

Quiquito. A veces, Nero, por lo morocho, pero nada de Enrique, y ni siquiera Quique. Y faltaban muchos años para que lo llamasen Paraná. Por lo pronto, Quiquito cabía mejor en su cuerpo.

Solo en el baño, él ya esperaba sobre el inodoro, y no para hacer caca, porque no tenía ni ganas ni los pantalones bajos. Zarandeaba sus piernas, que iban y venían sin alcanzar a rozar el piso. Del otro lado de la cortina, en la bañera, se oía la ducha abierta.

Papá volvió, trayéndose en una mano a Mamá y en la otra una cuchilla. Le tironeaba la oreja bien tironeada. Desnuda, Mamá agachaba el lomo de tan dolorida, y Papá le dijo algo al oído y corrió con la punta del cuchillo la cortina plástica. Quiquito nunca la había visto a Mamá ni tan desnuda ni con tanta cara de miedo. Sosteniendo firme y alta la cuchilla, Papá la hizo cruzar hacia la bañera. El pelo se le aplastó bajo el peso del agua. A Papá solamente se le mojaba la mano, que no se desprendía de la oreja de Mami por más que ella suplicara. Enojado, Papá lo miró a Quiquito.

—Se portó muy mal tu mamita —le dijo, y Quiquito se impresionó al ver que le hablaba con los dientes apretados: un muñeco que da miedo—. Por eso con un tirón de orejas no es suficiente.

Todavía encorvada, Mamá temblaba bajo la ducha. Ayudándose con el caño del toallero, Quiquito se paró sobre la tapa del inodoro. Le pareció que Papá lo miraba y que también le decía algo. Pero Quiquito seguía en lo suyo. Papá lo señaló con la cuchilla y le ordenó, esta vez bien claro:

—Te sentás.

Quiquito obedeció.

Papá le retorcía la oreja a Mamá. La retaba, siempre en voz baja, los dientes apretados. Mamá se arqueaba en dirección al piso. Tosía, pedía perdón, muerta de miedo. Por ahí esperando la cuchillada. Papá le acercó el filo a la oreja. Se lo veía decidido a cortar. Mamá pedía por Dios y por la Virgen. Juntaba las manos, y el agua temblaba en gotas que caían desde sus codos. Fijos los ojos en Quiquito, Papá dijo:

—Se cagó en nosotros, Nero. No nos respetó como familia. Ahora la que no vale nada es ella.

Papá alejó la cuchilla, pero como con bronca por no animarse a mandar el corte. Mamá se le prendió del brazo con las uñas, rasguñando, y Papá le tironeó fuerte de la oreja en dirección al piso. Mamá patina dentro de la pileta, arranca en su caída la cortina plástica. Golpea de frente, primero contra la canilla, y gira y vuelve a dar de lleno con el canto de la bañera. Un estallido de sangre chorrea en los azulejos blancos. 

Papá dejó caer la cuchilla. Alzó su mano derecha. Algo apretaba entre los dedos. Le echó un vistazo, quizá para terminar de reconocer de qué se trataba.

—La oreja —dijo como hablando solo y con la mirada vacía volteó hacia Quiquito—. Mirá, se la arranqué sin querer. —A Quiquito
le costaba comprender que ese pellejo en carne viva fuese todavía una oreja. Acercándoselo, Papá siguió—: Hablale vos. Decile que me perdone, que no se lo hice a propósito.

Quiquito entendió que Papá no mentía. Desde chico le habían enseñado que la mentira era mala. Mamá se lo repetía siempre. Papá insistió con su pedido de perdón una, dos veces más. De golpe, alzó la mirada. Retrocedió. Un brazo atravesaba el tragaluz del baño. Sostenía una pistola. Papá dijo:

—Álvez, compadre traidor, ya ves que con esta no vas a tener más cama.

El arma detonó dentro del baño. Alargó un fogonazo que lo alcanzó a Papá por el pecho. Hasta más allá de la puerta lo arrastró.

Al volver la vista, Quiquito ya no dio con la pistola. La ducha seguía mojando. Ni Papá ni Mamá decían nada. Tampoco la casa decía. Solamente la ducha. Quiquito saltó del inodoro. Se ahogó con un hipo que le subió hasta la garganta. Los ojos le ardieron de golpe y se largó a llorar.

 

Pablo Forcinito (Lanús, Argentina, 1978). Ha ejercido el periodismo cultural en distintos medios gráficos y digitales; y publicó, con el sello editorial Metalúcida, las novelas En tu mundo raro y por ti aprendí (2014), Paraná (2015) y La orilla de los encantados (2016).