Todos los sólidos se desvanecen en el aire
Israel López Solano
Soñé al pájaro
se convulsionaba en un cable
o algo así
abría y cerraba el hocico
sin sonido
Vino hoy en la tarde
Lo escuché cantando
Me dijo que era de fuego
y a veces también de agua
Cómo
pregunté
Eres incapaz para el asombro
También soy de piedra
Puedo escoger la consistencia, hay miles
Soy un pájaro bailarín
puedo incendiarme si quiero
al bailar
Cómo mueves las alas
Cómo bailas
Cómo es que vuelas
Es imposible si eres de piedra
No entiendes nada
Desaparecerás así
ignorante y confundido
en la insatisfacción
Puedo ver lo que tú no
El color de tus riñones y de tus intestinos
no es el mismo cuando están dentro
son más oscuros y cristalinos
Tus cadáveres
Tienes cuatro
Uno de ellos es un ahorcado
se colgó un 24 de diciembre
de un tragaluz
con un alambre
Era sordo y mudo
Fuiste a verlo cuando lo bajaron
Estabas en un mercado callejero cuando te avisaron
una fiesta de barrio en derredor de un santuario
Se acaba de ahorcar el mudo
Quieren que vayas a verlo
Lo viste ahorcado
Te concentraste en su lengua
Pensaste en los perros que atropellan en las carreteras
Quedan ahí, con la lengua colgando hacia el suelo, como si lo lamieran
como si de esta manera intentaran aferrarse al mundo por última vez
Se les apagan los ojos en la carretera
Las lenguas de los ahorcados se inflaman
son moradas
les llena la boca
parece que la muerden
para respirar, quizá
por la presión de la asfixia
Hay una fotografía
un niño amarrado a una varilla metálica
en un patio sucio y pobre
una casa en obra negra
Está mirando hacia el obturador
Llora y grita
Su mirada es distinta de la de los otros niños que conoces
la de un animal doméstico desorientado
Palabras ajenas a su capacidad cognitiva
Glotal-Oclusiva-Morfema-Fonema
Guitarra-Concierto-ElectroPunk-Recital
Existe otra foto
trabaja en una fábrica de churros
aros lágrimas tornados
Hay un cazo gigante con aceite hirviendo
Menea las tiras de harina con una pala
Tiene el rostro contraído y perlado de sudor
Le molesta el calor
Te duele el movimiento que hay en la imagen
Burlas comunes entre los amigos que fuman juntos en la esquina durante la noche
Está enojado el mudo, casi no habla
No creo que esté enojado, yo digo que está pensativo
Tú qué crees
Por qué ya no nos hablas, te hicimos algo, cómo te fue en el jale, cuéntanos algo, tu vida si quieres
Mudo idiota
Se carcajean en grupo
Lo veías cuando te drogabas
en los objetos de los que puede colgar una cuerda
balanceándose como un péndulo
Escuchabas los gritos desarticulados que utilizaba para llamarte
los intentos de vocalización que te hacían voltear a verlo
La lengua de los ahorcados
la lengua de los ahorcados
repetías, como un cantar
Hay otro
Se desangró en el pavimento
Lloviznaba y era miércoles
Tú caminabas en un túnel
cuando se moría
Habías leído todo el día
mitología griega
Vivías en un callejón
a espaldas de un castillo
Intentaste ver una película
Veías muchas películas
Una distopía sobre el amor en un mundo controlado por la inteligencia artificial
Joaquin Phoenix interpreta a un hombre gris y aburrido
toca un ukulele, se enamora de una máquina
lleva un bigote poblado, espantoso y ridículo, usa lentes
Está bien
dijo su mamá
Mi hijo batallaba mucho, por la tendencia que tenía
Estará mejor así
Lo mataron por puto
te dijeron en la facultad
A todos los putos les sucede lo mismo, es su destino
O qué
Imagínatelo de viejo
Joto, viejo, y con la suerte que tenía, sidoso
Qué puto asco
Le fue bien, pasaría tarde o temprano
Abrieron un seminario, ya me di de alta
Antropología Estructural
Levi Strauss tristes trópicos
Date de alta
Irás a la marcha de los 43
Eso sí estuvo cabrón
Fue el estado
Si vas, me escribes
Te lo tengo que decir así
como va
Recuerda nuestro lema
“la verdad os hará libres”
Así es esto
No podías dormir
Lo soñabas mutilado
sin una pierna
sin una mano
ciego
En una ocasión, sin las cuatro extremidades
cuatro muñones en un jardín
Desapareció el pájaro
Dejó un baúl
En el exterior del baúl hay un texto
“Jamás entenderás mi danza
Mi cascabeleo mi danza
Mi cascabeleo mi danza”
Dentro hay nombres escritos
A lo mejor está el tuyo
Benjamiana/kantiana/aristotélica
Trabajé perifoneando siete años en un mercado callejero de animales y artículos robados. Había un árbol enorme lleno de colmenas y estaban ahí las abejas zumbando todo el tiempo. Montañas de polvo. Cuando hacía calor venían las arcadas colectivas. Yo devolvía el estómago en el árbol de las colmenas, luego lo abrazaba. Cuando recuperaba la calma volvía a la vendimia. Los visitantes devolvían a su paso con naturalidad, como escupiendo los jugos gástricos. Las disputas por el espacio eran constantes, dejaban ahí los molares, los ojos, chorros de sangre, pedazos de piel. En tiempo de lluvias el lodo nos llegaba hasta las rodillas; nos invadían las ratas.
Tengo cuatro años de edad cuando sueño al cocodrilo. Aparece en el patio, entre la escalera y la cocina, boca arriba, con las entrañas expuestas. Lo miro con los ojos llenos de lágrimas; hordas de moscas metálicas, de espalda tornasol, se detienen en sus vísceras a frotarse las patas. Otras veces aparece vivo. Me acerco a acariciarlo, lo abrazo, quiero lamerle la espalda. Él me invita a montarlo, le jalo los párpados para conducirlo. Me fascina la proyección de su barriga amarilla, su ternura oculta, históricamente discriminada. Los mosaicos del piso forman un tablero de ajedrez, de cuadros azules y dorados. Montarlo es maravilloso, y el aleteo de las moscas.
Encubé diez años en el convento/facultad de los impostores. Aprendí ahí el apellidismo, el uso de la muletilla ¿no?, a hacer hipérboles, que aludir al contexto es la salida a muchas cuestiones difíciles, y que es posible permanecer una década, o toda la vida, dándole vueltas a los mismos problemas. La conversación más trivial era ahí benjaminiana/kantiana/aristotélica. Incorporé también que se puede remitir durante años a los conceptos de ser y tiempo sin asomarse al texto; una aventura en Wikipedia o en un video en YouTube es suficiente. Los espirales de Sísifo (licenciatura-maestría-doctorado-posdoctorado, conferencias, estudios en el extranjero, artículos en revistas especializadas) eran agobiantes; la competencia, extrema. Todos nos desmayábamos frecuentemente, luego nos levantábamos incólumes; esa era la regla, aparentar que no sucedía nada. La miseria existía en los periódicos, pero a nosotros nos importaba poco, estábamos ocupados en lecturas más trascendentes, persiguiendo ideales estéticos desorbitados.
Empecé a leer/escribir en ese sitio, hice textos en “académico” que nadie nunca va a leer; para hacerlos me despellejaba las cutículas y las yemas de los dedos; están por ahí, perdidos/olvidados en carpetas de correos electrónicos, inútiles, ni a mí me importan. A veces me dan ganas de volver, luego algo me dice que la simulación permanece (los mismos apellidos ¿no?, las mismas preguntas, la palabra “contexto” en todos lados), y mi entusiasmo disminuye. Las expresiones más escandalosamente homofóbicas, clasistas, elitistas y autoritarias las escuché ahí.
***
No tengo idea de si mi escritura tiene coordenadas o una procedencia definida. Me gusta la poesía porque no tiene camisas de fuerza, la veo salvaje y libre. Intenté ir al taller de narrativa los sábados. En la primera visita una compañera comentó: “los del jueves (los del taller de poesía) escriben puras mamadas”. Yo me empecé a marear. Tengo astigmatismo, desconozco la relación que esta anomalía tenga con el estrés, pero cuando un estímulo altera negativamente mi sistema nervioso empiezo a sentirme muy incómodo, me arden mucho los ojos y se me inflama el cerebro, una consistencia (tiempo, aire, oxígeno) se densifica. Debe de ser de humanidades (filosofía, letras, historia, antropología, sociología), sospeché prejuicioso. Esas opiniones tajantes/autoritarias suelen transmitirse y normalizarse en esas escuelas: “los historiadores escribimos para otros historiadores, la gente común, de a pie, que no conoce nuestros métodos ni la estética de lo que hacemos, simplemente, no nos interesa”; “escribir poesía es una tontería, escriban cosas serias, complejas, El péndulo de Foucault ¿lo han leído?”, decía (probablemente lo haga aún) uno de los mejores maestros que tuve en la licenciatura. Mi segundo intento en el taller terminó de despejar mis dudas: había un muchacho joven de cabello largo y lentes gruesos charlando sobre sus métodos narratológicos; explicaba que tenía un pizarrón donde dibujaba a sus personajes, y que para aproximarse a la voz/psicología femenina, que era la que él usaba, leía mujeres obsesivamente. Adornaba su exposición remitiendo a los ideales estéticos particulares, a su juventud temprana, cuando imitaba a Raymond Carver. Mientras transcurría la charla yo paulatinamente veía todo más borroso y me palpitaban los ojos, como si me fueran a reventar las máculas o se me fueran a caer las retinas; hacía mucho calor. Tiempo después asumí que no tenía ánimo de incorporarme a un régimen disciplinar/metodológico de ese nivel, y que nunca leería los cuentos del muchacho de los lentes (al parecer bastante extensos), simplemente porque su manera de hablar, sus obsesiones y sus tejidos explicativos me intoxicaban de una pereza enfermiza.
Padezco una especie de ansiedad postraumática sensible a los discursos que polarizan el acontecer. La poesía me permite escribir sin preocuparme por las reiteraciones, continuidades, ritmos, márgenes o por la forma lograda del contenido. Si tuviera que jugar a hacer una taxonomía entre ambas disciplinas, diría que escribir un poema es como acostarse a dar vueltas en el suelo; la narrativa, en cambio, se asemeja al acto de caminar erguido con los hombros y el cuello tensionados. En un trasfondo deportivo, hacer un poema encajaría en una disciplina de saltos enlazados a la sensación vertiginosa de ir cayendo; la narrativa lo haría en la natación, mantener el estilo cuidando la técnica, el apoyo en el agua, y el ritmo cardiaco. En un enfoque más ecléctico, la poesía aparecería en la naturaleza fortuita y desigual de una pelea callejera; la narrativa, en un combate limpio y sistematizado de esgrima. En mi caso, por vago, quizá, estimulan más mi perplejidad los combates callejeros. Disfruto arrastrarme en el pavimento haciendo nada. Me aburre discutir conceptos, el deber ser del mundo, y el predominio emocional, obstinado y absurdo de la lógica “A más B igual a C”.
Nota
En lo más alto de Metepec hay una pandilla de chicas adolescentes; se pintan el cabello de fucsia y de verde. Tienen como regla básica llevar las agujetas desatadas. En la madrugada, cuando no pueden dormir, atraviesan la ciudad en bicicleta. Inhalan cristales de metanfetamina. Hacen figuras con los borbotones de vapor. No les importan las reglas ortográficas.
Israel López Solano (León, Guanajuato, 1986). Estudió Historia en la Universidad de Guanajuato. Prepara la tesis “Desollamiento humano entre los mexicas durante el Posclásico tardío (1200-1520 d. C.)”. Tiene una pequeña galería para fumadores. Actualmente trabaja en la edición del fanzine Ratas con pelo de hongo. Es integrante del taller de poesía de grafógrafxs.