Fuck off,

grita el niño a la salida de la escuela mientras patea una puerta oxidada.

En la pared pueden leerse un par de grafitis y algunas esperanzas,

pero la ciudad se muestra aún como una fuerza incontestable.

 

Vi, en Latinoamérica, un fenómeno similar,

una puntuación tan parecida que el texto podría ser casi del mismo autor.

Casas pintadas de colores –según lo mande el gobierno;

niños corriendo detrás de ancianos,

ambos saben ya lo que es la desesperación.

Los turistas toman fotos,

asegurando que sólo una imagen en blanco y negro le haría justicia a este panorama.

 

Todos los poemas son poemas de amor.

Quien diga que la peores empresas extractivistas son las canadienses

está, probablemente, hablando de amor.

Quien diga que escribe sobre los devastadores efectos de la desigualdad económica, sin duda está hablando de amor.

Quien diga que el expansionismo, la apropiación de los pueblos, las matanzas, etcétera,

está, definitivamente, hablando de amor.

 

Luis Arce (Ciudad de México). Sus textos han aparecido en diversas revistas, como Luvina, Metrópolis, Tierra Adentro, Periódico de Poesía, Punto de Partida, La Tempestad y Vice, así como en las antologías Paraíso en llamas (2008) y Motivos de sobra para inquietarse (2015).