ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Improvisaciones

Luis Arce

 

 

improvisación 50 [Staré Město, República Checa]

 

Y le hablará de té, y le hablará de hornacinas

 

o por el contrario: conservo la escasa impresión de este suceso.

Frente a mí se ha agolpado un grupo de flores silvestres

sacudidas por el tránsito tectónico de una ciudad marchita.

El comienzo del texto puede explicar mejor la imagen:

“té”, palabra guarecida entre en los recovecos de un hablar inaprensible;

por lo mismo deduzco, o pretendo deducir, que no le hablará de la hoja,

ni del triste martillar de una cuchara fija en las moléculas de porcelana.

 

El hecho aquí es que no hay manera de recuperarla,

esperaba algo de la palabra indicada, pero ese algo vino de otra parte,

una representación de la cosa en sí misma;

el quedarse estancado, sin pensar absolutamente en nada,

nada sobre la adivinación del té,

o el aroma de la viejas iglesias, donde uno entra para entender

que también urge levantarse, que urgen varias cosas: el amor,

el caminar de los gatos, la fija procesión de la primavera y la espera,

sobre todo la espera, la condición de seguir hasta que alguien nos escuche,

sermón tras sermón, palabra por palabra y cornisa debajo.

 

Hemos caminado hasta la bóveda nervada,

creyendo encontrarnos en una casa vacía,

esbozo a lo imperfecto que hay en colocar un pasillo por aquí,

una ventana de este lado, un lugar donde la luz entre incuestionable.

Los puertos para descansar son pocos; no hay lugar para allanar,

y una vez dentro, vagamente conscientes de nuestro estado,

el nombrar se hace dudoso.

Quisiste decir algo que se supone debo considerar,

y sólo trajiste hasta mis labios una oportuna delación, un sollozo enfermo,

como el que escuchan las figuras de esta iglesia todas las tardes,

al desplomarse el nubarrón de la fanfarria.

 

Aún así, continuamos la tarde en relativa tranquilidad.

Pero ya somos viejos.

Y la pirotecnia de recuerdos acelerados se dispone a tomar su lugar en la charla,

arrastrando el letargo del día hasta su triste conclusión.

 

Nos queda perder cosas mejores.

 

 

 

improvisación 75

 

Renuncié a todo. El trabajo, la familia, los Kinks, todo.

Renuncié a Schopenhauer y con él también dejé la vitrinas

averiadas por francotiradores. Cuestiones aparte,

la mano que tiñe la estantería no es la misma que la crea;

tenemos todas estas dificultades, cada uno se las apaña como puede,

y luego, cuando no queda más que deslindarse de lo dicho,

anotamos en sueños que seguimos adelante,

pero renunciando, de la forma más prudente,

a los ejemplos de convivencia que adquirimos en la televisión,

a las normativas del abecedario y a los formatos predispuestos por el entendimiento

de una escena: una línea que divide las cosas según su peso,

primero aquellas que parecen inevitables:

tropiezos, movimientos de lengua alrededor de una goma de mascar,

el camino de ida, donde se escribe esto,

para encontrarse con la inevitable continuidad

del drama necesario, las pausas de un día amoroso,

y el nefasto hecho de saber que no hay absolutamente ningún progreso,

con nada,

con nadie,

en ninguna parte.

 

 

 

improvisación 71

 

Gabriel Fauré tocó el órgano en el funeral de Verlaine,

y no salvó su vida.

Las pequeñas notas en la partitura no nos dicen nada al respecto.

Mejor así. De otra manera habríamos de correr tras ellas,

encantados como ratones, serpientes o alivastas.

Pero, ¿cómo deletrear serpiente?, ¿qué rayos es un ratón?

 

Caminos libres, a medias, aire color verde a la vista,

perpendicular a la distancia que lleva de la tumba y los mausoleos

a lugares más cómodos y menos angustiantes: está la música,

y con ella las partículas que la vida ha dejado tras de sí,

mirándonos con cierto desconsuelo, tan terribles,

como uvas recién lavadas en un frutero de mimbre,

nadie se atreve a comerlas.

 

Luis Arce (Ciudad de México). Sus textos han aparecido en diversas revistas, como Luvina, Metrópolis, Tierra Adentro, Periódico de Poesía, Punto de Partida, La Tempestad y Vice, así como en las antologías Paraíso en llamas (2008) y Motivos de sobra para inquietarse (2015).