Cuatro poemas
Pia Tafdrup
Johan Borgen – Un ritual
Para empezar sus días, Johan Borgen tomaba un baño,
se arreglaba cuidadosamente, se vestía como para una fiesta, antes
escribía, fue visto en la televisión hace mucho, hacía
su caminata matutina a lo largo de la costa rocosa bajo el viento frío, gaviotas
en el aire, bancos de peces en el mar gris.
Hago como Johan Borgen, salgo de la habitación del sueño,
comienzo el día con un baño, dejo que el agua salpique y lave
piel, cabello, uñas, una delicia
de rayos cada mañana, una lluvia de luz, pero nunca las mismas
gotas.
Lavo la naturaleza salvaje de la noche, lavo el sudor, lo
colectivo, lo cultural, el sudor de todos los seres, todos
los pensamientos destructivos, blanca
y desnuda de pie sobre la alfombra del baño, aliviada, sin haber llorado
como una montaña, una nube de vapor llena la habitación, las ventanas
se empañan, el agua gotea desde mi cuerpo.
Respiro profundamente,
el mundo ha dejado de ser antiguo,
la ausencia de dolor en este momento en el que me enfoco aterriza en
mí misma.
La luz irrumpe, me visto como para una fiesta, percibo
a este día ordinario convertirse en un día especial, me siento
en mi escritorio, dejo vagar los pensamientos, las palabras
vienen, palabras que amo y a las que me enfrento.
Me extiendo más allá de mí misma, debajo de mí vuelan
las aves.
De pie ante los cisnes
Una parvada de cisnes flota sobre la luz en el agua,
mecidos por la brisa
que agita el lago en medio de la ciudad.
La sal de tus palabras
de pronto se arroja en mi herida.
Los cisnes se apresuran sobre el lago, se elevan al instante,
pesados despegan en parvada.
¿Qué fuerza quieren las aves que remonte
desde la superficie del agua, cuando tienen
un lago de cardúmenes, galaxias de algas verdes?
La herida conoce el dolor, conoce el miedo a la muerte.
Un delirio de plumas
se esparce en un abanico de miedo sobre los techos de la ciudad,
deslumbrantes bajo el sol. Un silbido
de cisnes a través del aire
deja el suelo en una calma tan sonora que las almas
se extravían entre ellas. ¿Y
qué quieren las almas cuando se elevan
desde tu cadáver,
desde tu sueño ahogado?
Cosecha
Ya no es suficiente
tomar peras y manzanas de los árboles o extraer el metal
de la tierra,
han de recolectarse el oro y el platino de asteroides distantes
en el sistema solar.
La minería se desarrolla
arriba de las estrellas, muy lejos en el espacio.
Es sólo un augurio de algo más,
y seguimos adelante,
aunque sólo descendemos de una lombriz, sin distinción
entre la boca y nuestro ano,
cuyo sistema
no funciona muy diferente al vértigo de una glorieta.
Luz de búsqueda
Se encuentra sentido de la vida en Kafka, Camus,
Duras
o al atrapar y limpiar un pescado de agua fría,
se encuentra al tener el pulgar en el aire para pedir un aventón
hacia lo intensamente desconocido,
se encuentra en el amor cuando penetra tus brazos, con un beso
que hace su camino
desde la fosa yugular hasta tus genitales,
al escribirse la conciencia del lenguaje en el futuro
con sus preguntas, hacer yoga, echar cartas del tarot, dar a luz a un niño. Sí,
dar a luz a un niño y escuchar
escalas en la misteriosa encrucijada de las lenguas, sonidos
que delimitan al danés mientras se excluye al resto,
al dejar que el niño sea un puente, que escuche y repita un
camino dentro del mundo
hasta que las palabras caigan como lluvia tibia, gotas que simplemente son,
como el significado al negar
mientras se busca significado,
y, sin embargo, se encuentra sentido.
Traducción de Rodolfo Herrera López
Pia Tafdrup (Copenhague, Dinamarca, 1952). Es una de las poetas más importantes de su país. Ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio de Literatura del Consejo Nórdico, el Premio Nórdico de la Academia Sueca y el Premio Ján Smrek en Eslovaquia. Es autora de una veintena de libros, entre los que se encuentran Los caballos de Tartovski (Bassarai, 2006) y Sol de salamandra (Ya lo dijo Casimiro Parker, 2019).