Seis poemas
José Luis Vera Jiménez
La belleza y las moscas
A estas alturas de mi vista
reconozco una piel triste
y el desconcierto que provoca
Está en medio de la extensa llamarada
y la oscuridad sin fin de las pieles que no se utilizan,
es una cualidad que incita a su recorrido
a descubrir todas las tonalidades que resguarda,
todas las sutilezas de su temperatura
Es un paisaje complejo, atractivo pero triste,
un paisaje desordenado, casi vacío
¿Cuántas pieles aspiran a esa tristeza,
a ese refugio de soledades y pasiones lánguidas?
Es una tristeza tranquila, sin pretensiones,
alejada de la efervescencia de las pieles intensas
pero momentáneas,
su sabor a mar compensa los límites de su belleza
Mientras las moscas con su insomnio aran las paredes,
las mujeres con piel triste inundan de suave silencio
las telas sencillas que las cubren, los espejos,
los ojos aun más tristes.
Autobús
Hoy vi a la misma pareja en la mañana en la noche
soportando tristemente no sé qué enfermedad,
buscando un lugar en el sórdido autobús,
buscando un pedazo de paraíso sin muchas ganas
quizá aceptando la falta de señales,
los obstáculos del ruido, las trampas del tiempo
Mientras cenaba pensaba en las cosas que cargaban
en las bolsas y maletas como amuletos,
como recordatorios de nuestros pendientes
para no perdernos, para no dejarnos llevar
por nosotros mismos hacia la nada,
pensaba en lo pesado de los objetos
que nos fijan a la vida
He visto últimamente
mujeres y hombres sin brazos
y pienso en sus posibles rutas, caminos sin energía
tapizados por el otoño
donde la densidad esquiva cualquier ritmo
El cuerpo es un sobre cerrado
sin secretos, cediendo ante el vacío
¿Quién, qué trabaja sobre la carne?
¿Cómo saberlo sin poder palparla?
En renta
Esta casa que rento
no ha entendido nada,
los muros tampoco entienden,
obedecen a un único amo,
¿qué pago, por qué pago?
¿pagar por los muebles sin sentido?
¿por las cajas abandonadas
que no dejan escapar los recuerdos?
¿Por las baldosas que se chupan
hasta las sombras?
Esta casa que rento
es un mapa doblado
con olor a estraza,
sólo es eso.
Mueblería
Trabajo en una tienda de muebles
—en la sección de colchones—
donde veo
gente sumergida
en la extrañeza,
pesos que se descomponen
en su tránsito efímero
Me gusta probar la plenitud
de esas llanuras suaves,
pensar en su posible comportamiento
junto a una mujer también suave
Un colchón es una máquina
cuadrada blanda que respira,
su mecanismo es simple:
la solidez de sus recuerdos en el día,
en la noche se activa como duna,
se extiende, se fragmenta
bajo el calor de quien descansa
¿Soy quizá
una estructura de alambre?
¿estoy relleno de burbujas,
de plásticos
y forrado por una tela estampada?
Suicidio
Es el lugar, la calle, la oficina
quien hace al suicida,
es la distancia entre los muebles
y la carne donde se refugia el peligro
Los olores y sus nervaduras,
los metálicos gritos de la carretera,
la densidad de los susurros,
los colores sucios embarrados en la banqueta,
tal es el catálogo del ambiente diurno
donde las chispas del suicidio se activan
Hablo de un suicidio simbólico
menospreciado pero igual de atroz,
que deja iniciativas sin concluir,
océanos de alegría diluidos
en las bolsas de basura
Hablo de matar lo que tengo de odio,
de rencor frente a mi sombra,
y luego, vacío de toda fe
verme cavando la tumba necesaria
entre montañas de trastes sucios;
un epitafio hecho de café, de pan duro.
Québec
Otra vez esa nube ahí.
¿Qué lugar ocupo frente a su simulación de cosa?
¿qué lugar ocupo?
¿qué trayectos hacia ella pertenecen a mis ojos?
¿qué objetos se amoldan a mi cuerpo
que se ensancha de tanto mirar?
¿Será que nada me pertenece?
¿que ningún objeto puedo comprender ni sentir?
¿que todo se ha vaciado en celdas oscuras,
que todo se comen?
¿Es que nada se salva hacia mí?
(Los recuerdos son imágenes pisoteadas,
rotas en cuadritos y luego mordidas
por el viento de otoño)
¡Qué frágil este punto de vista
sobre los segundos que acaban de pasar!
Otra vez esa calle que no se mueve,
otra vez ese espectro que dejamos
en la tiendita de la esquina,
en el hambre diaria,
en la asimétrica estructura del miedo
Otra vez esa nube. Ese estorbo.
José Luis Vera Jiménez (Tepeapulco, México, 1966). Es licenciado en Artes Visuales por la Universidad de Guadalajara, maestro en Educación Superior por la Universidad Autónoma del Estado de México y doctor en Artes por la Universidad de Guanajuato.