Y la muerte no tendrá dominio
(fragmentos)
Victoria Guerrero Peirano
19
No puedo hacer el amor.
Es un tema de la terapia. Un tema sin éxito. Hablarlo no ha hecho que sea mejor. Un obstáculo casi impuesto. Yo misma era mi propio obstáculo; otras, mi madre se interponía entre mi cuerpo y el de alguien más, allí estaba ella. Eso era seguro.
Ustedes dirán que son estupideces de poeta. Lo concedo, y, sin embargo, hay algo que no puedo nombrar, que no me deja ir más allá de mi propio cuerpo. Me encierro en mí. Mi cuerpo es una palabra no articulada.
horno pan caliente pasteles cenizas ojos
manos pelos
Quemado
Quemado
Quemado
olores humores semen asco penetración
imposibilidad mall compra capital arcadas.
Madre = calcinada.
Madre = cenizas.
25
Mi madre desdentada.
Mi madre bipolar.
Mi madre que ya no es mi madre, ¿o sí?
Mi madre ansiosa.
Mi madre depresiva.
Mi madre con veinte kilos menos.
Mi madre callejeando.
Mi madre pintando.
La caligrafía de mi madre.
Sus hermosos cuadernos de caligrafía.
Mi madre mandando al diablo a sus hermanas.
Mi madre mandándonos al diablo.
(A veces mandar al diablo es lo mejor en un país injusto)
Mi madre llorando por una escena de película.
Mi madre terrible.
Mi madre enferma.
Mi madre sin seno.
Mi madre aislada por tres días en una habitación de hospital.
Mi madre radiada por un cáncer de tiroides.
La risa de mi madre.
Mi madre era un escándalo.
“Mi madre era la risa, la libertad, el verano”.
La rabia de mi madre.
La locura de su madre.
También la playa.
El mar y un filete de corvina engullido hasta la cola.
Y hoy va camino a su velorio.
33
Suffering is one very long moment.
Oscar Wilde
La muerte es obscena.
Mi madre era un bulto en esa cama.
Dos celulares conectados en la mesa de noche.
Modelos que mañana serán basura tecnológica.
Ninguno era suyo tampoco mío.
Los enfermeros aprovechaban un agujero eléctrico donde conectarse.
No con la luz.
No con la luz.
Por cierto, mi madre se llamaba Luz.
Mi madre había sido mi madre por 45 años.
Hoy estaba desconectada para aprovechar en cargar baterías de celular.
Ahora era un bulto.
No podía verla.
No sabía qué había debajo de esas sábanas.
No quería saberlo.
Aunque luego la vi entrando al horno crematorio.
Y sí era Luz.
Y hoy aún no lo puedo olvidar.
[Naturaleza muerta]
Victoria Guerrero Peirano (Lima, Perú, 1971). Obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2020 con el ensayo transdisciplinar Y la muerte no tendrá dominio (FCE, 2019). Sus libros de poesía más recientes son La mujer (AUB, 2022), I am no body (2021) y Diario de una costurera proletaria (Editorial Máquina Purísima, 2019). Es autora de la novela corta Un golpe de dados (novelita sentimental pequeño burguesa) (Ceques, 2015).