ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Somos tantos bebemos tanto olvidamos tanto

Rafael Volta

 

 

Los sábados bebo y bebo sin tomar en cuenta la hora,
 locación ni compañía

 

El día que lo conocí no lo dejaron entrar al Zeppelin con una botella de Kraken (cuya etiqueta recuerda a Cthulhu) a medio empezar en la mano. El Kraken es un ron negro que estaba de moda hace algunos años. Una pócima oscura, como el Jägermeister, que en exceso y por su sabor dulce te hace hablar en lenguas. Ese día se presentaba la revista cartonera Prosvet. Una publicación vibrante donde varios autores de Querétaro empezamos a publicar. La editora, Elizabeth Haro, dijo que nada más estaban esperando a que el Gordo Arellano llegara para iniciar la presentación.

 

–¿Y él quién es?

–El mejor poeta de Querétaro –me contestó. 

 

Era 2013. Los únicos videos de aquella lectura están en mi memoria. No supe si escondió la botella en su morral o salió a la calle para tomársela de un jalón. 

 

Por eso las estrellas permanecen mudas, porque no saben hablar como nosotros

 

Nuestra comunicación por chat siempre fue intermitente. Después de algunos meses sin hablar, ni verlo, me escribió para que le mandara unos poemas a la revista Metrópolis. Le mandé dos textos realmente muy malos que, por supuesto, no fueron publicados. No quise preguntar qué le parecieron. Para ese entonces yo comenzaba a organizar las lecturas de “poesía open mic”, y que antes se llamaban “poesía precoz”. Un espacio pensado para que poetas principiantes leyeran sus textos ante un público más con el ánimo de pistear y ver a una banda de rock, que el de escuchar poemas. Nunca invité a Luis a que fuera el anfitrión de la noche. Imaginaba que él leía en otro tipo de eventos, digamos más profesionales. Ahora que lo pienso, seguramente hubiera aceptado ir. 

 

Todo comenzó como un domingo cualquiera, habían caído las bombas: no internet, no gobiernos, sólo tribus y astucia 

 

Pasaron algunos meses y me invitó a participar en un fanzine punk que se llamaba Adiós al Estado y que iba en contra de las políticas de la Secretaría de Cultura. Ahora que lo recuerdo, siempre trató de integrarme a su círculo, pero hasta ese momento nuestra relación era más virtual que real. Le daba “me gusta” a sus publicaciones y, sobre todo, le preguntaba de manera privada a quién se refería cuando lanzaba dardos envenenados hacia otros escritores. Siempre me contestaba quién era el verdadero destinatario. Ya saben: el chisme literario es un género adictivo.

 

Hablar con lengua de los pájaros
Hablar con lengua de los monos 
Hablar con lengua de los coatíes 

 

Después de que me gradué de la Escuela de Escritores de la SOGEM me encontraba perdido sobre todo lo que había escrito en ese par de años que duró el diplomado. Lo único que tenía claro era darle forma a un libro de poemas escrito a mano en un cuaderno y que se llamaba Enciclopedia empírica. Y otra vez así, sin pedirlo, me llegó una invitación para integrarme a su taller de poesía que se llamaba Título. Fue un taller totalmente gratuito que se hacía una vez al mes. Acepté sin dudarlo. No sabía lo que me esperaba.

 

… y el castigo corporal es una minucia para quejosos sin vocación de servicio

 

Yo sí conocí al Luis Alberto que era un perro como tallerista y crítico literario. Desde la primera sesión, recuerdo que al abrir el archivo lo primero que hizo fue darle un vistazo a toda la estructura del texto. Y después lo leyó en silencio. Quizá sea un recuerdo romantizado lo que voy a decir: tal vez no necesitaba escucharlo en voz alta para saber a qué sonaba. A la manera de Amadeus Mozart, le bastaba leer la partitura para escuchar la música dentro de su mente. Me tocó el turno de leer, y no iba ni a la mitad cuando me dijo que parara, que ya no continuara más porque las palabras chocaban entre sí, que todo era un antirritmo, que las rimas estaban chuecas. En resumen, todo, todo, estaba jodidamente mal. Trágame tierra.

 

Busca pensar en blanco Negar todo pensamiento y buscar el tropo sagrado El hálito primigenio La verdad oculta Revelación es el nombre del juego 

 

Luis Alberto siempre llevaba cosas para compartir en el taller. Una vez llevó una bolsa de mandarinas deliciosas. Si la reunión era en el Maco, invitaba la primera jarra de café. Nos compartía libros, referencias y, sobre todo, su tiempo y conocimiento literarios. Traté de aprender y grabar en mi memoria todos sus comentarios hacia mi escritura. Recuerdo en una ocasión que no solamente cuestionó mis poemas-bebés, sino incluso todo lo que yo era en ese momento: “¿Cuál es tu concepto de belleza? ¿Qué música te gusta? Está muy chafa lo que escuchas. Ya no escribas nada. Ya no leas nada. Vete de viaje. Deja de trabajar en el Zeppelin. Abandona todo para escribir. Deja de copiar a los poetas del pueblo. Compárate con los verdaderamente grandes, con aquellos que han sobrevivido la prueba del tiempo”.

 

Sé que esta es la ciudad / he llorado la mañana entre su madriguera antes

 

Al terminar la sesión salí entre agüitado y molesto porque me picaron la cresta. No cualquiera aguanta la crítica cara a cara. Me pregunté si todo lo que había escrito durante meses realmente valía la pena. Ni por un momento pensé en abandonar el taller o renunciar a darle forma a mi primer librito de poemas. Al contrario. Sentí que todo eso que me dijo Luis fue para provocarme, para retarme, para saber de qué estaba hecho. Sin duda, los débiles o los sin vocación huirían y huyeron despavoridos. Esa no es mi naturaleza. Aguanté vara. Piqué piedra. Lo que Luis intentaba decirme era que necesitaba trabajar con más rigor, disciplina y reflexión. 

 

Sé que esta es la ciudad / he leído la provocación en sus ojos antes

 

En Querétaro algunos artistas y poetas viven en una tremenda autocomplacencia, se rasgan las vestiduras y rechinan los dientes ante la crítica más simple. Lo que siempre admiré y extraño de Luis fue esa valentía y gusto por la provocación, que hacen de la escena literaria algo más vivo y con más adrenalina. Crítica dura y directa sin ninguna consideración, a pesar de que con ello ciertas “amistades literarias” se vayan perdiendo en el camino.

 

Letra invertida como cabeza vacuna
como poema catalá de tres patas

 

Pasaron algunas semanas y quedé de llevar unos bistecs para hacer un asado en un convivio entre poetas. Había comprado ya la carne, pero de último momento decidí no ir. Tontamente pensé que los rib eye iban a ser criticados duramente al igual que mis poemas. Después que nos vimos en otra sesión del taller me reclamó por haberle quedado mal. No supe qué decir. En verdad sí que llevaba muy buena carne.

 

Mi signo es fuego 
por eso olvido todo de manera inmediata

 

No recuerdo exactamente la última vez que nos vimos. Tal vez fue cuando nos quedamos chupando una promo de vickys en El Petras. Siento que nunca me abrí del todo con él. Que pudimos ser mejores amigos. Me platicó que pensaba irse a Ciudad Juárez en busca de un mejor trabajo como profesor, pues allá le ofrecían una planta. Lo noté triste. Le dije, para levantarle el ánimo, que a los buenos poetas la academia siempre los ha tratado mal, que tal vez le hacía falta un premio para que esa “academia” le diera un salario y prestaciones dignas. Ahora que abundan los premios literarios y que casi todo mundo es un premio nacional de algo, Luis fue un poeta que nunca siguió las normas, costara lo que costara. Pero quién era yo para darle consejos. Luis vivía al día y al cien por ciento de la literatura. Algo que yo no he podido hacer.

 

No camine por calles sin iluminación a sus espaldas / la oscuridad es premisa de Nadie

 

Le invité las cervezas y salimos de El Petras, pues ya iban a cerrar. Me platicó sobre un modelo de gestión cultural cuyos detalles he olvidado y sobre su tesis que estaba a punto de defender para obtener el doctorado en San Luis Potosí. Dimos vuelta en la calle de Guerrero. Yo había dejado mi auto cerca de su departamento. Las banquetas de cantera en Querétaro son angostas y dos poetas de espalda ancha nunca cabrían para caminar lado a lado. No quise ir delante de él ni tampoco detrás. Tuve que bajarme de la banqueta para seguir charlando.

 

a la salida de los cortejos fúnebres y sus cadáveres de ojos abiertos

 

El día de su misa fúnebre el atrio del templo de Santa Rosa de Viterbo era una lloradera. Llegó la carroza y entre varias personas ayudamos a bajar el ataúd para ponerlo sobre la base con ruedas. Nunca había cargado algo tan pesado. No sólo era su cuerpo. Era todo lo que había leído, escrito y pensaba escribir lo que realmente pesaba. El brazo me dolió tres días. El recuerdo de lo que pudo ser nuestra amistad me duele más. Me costaba trabajo creer que debajo de esa tapa estaba mi maestro. Ese que me enseñó a ser crítico, combativo y provocador cueste lo que cueste. Gracias a sus enseñanzas sigo escribiendo y espero seguir haciéndolo hasta que el cuerpo aguante.

 

porque nunca tuve nada
porque nunca tendré todo
porque afuera hace frío
porque no hay nombres para los objetos que hemos perdido
porque de nada sirve pensarlo en voz alta

 

En noviembre de 2020, su hermano Juan Adolfo me agregó a un grupo privado de chat donde nos invitaba a mí y a otros escritores a recoger los libros de Luis Alberto. Me sorprendió haber sido agregado, pensé que otras personas más cercanas a él merecerían quedarse con ese auténtico tesoro: libros, revistas, cuadernos de apuntes y películas. Me llevé como 10 cajas. Todo lo que cupo en mi Chevrolet Matiz. Buena parte del catálogo ahora está disponible en la Sala de Lectura Poe, ubicada en el lobby de Zeppelin Music Factory, donde todavía sigo trabajando. Otra parte está en mi casa. Espero ordenar todo ese material antes de que termine el año para que esté disponible en su totalidad al público en general. 

 

el tiempo de los muertos abandonados al alcohol
en las calles 
y avanzo durmiente como la sonrisa de los muertos

 

Como sólo los grandes maestros suelen ser, Luis Alberto Arellano fue muy generoso y duro conmigo. Le estoy eternamente agradecido. Sin duda me dio más cosas de lo que yo pude darle en vida. Algún día me encontraré con él en una galaxia muy muy lejana, y beberemos una pócima oscura y burbujeante en el bar del planeta Tatooine, donde extrañas criaturas y androides de todo el universo se reúnen a leer poemas.

 

Nota

Los versos en negritas y cursivas son fragmentos de Bonzo, el cual puedes descargar gratuitamente en Poesía Mexa https://poesiamexa.files.wordpress.com/2016/03/bonzo.pdf

 

Rafael Volta (Querétaro, 1977). Autor de Principia Mathe-Machina (Poesía), Fondo Editorial de Querétaro (2018); The Q Horses (Dramaturgia), Herring Publishers (2018), y de Neowise, confinamiento y virus. 20 poemas para Instagram Stories (2020). Funge como mediador en la sala de lectura Edgar Allan Poe, especializada en poesía, ciencia ficción y terror. Organiza noches de Poesía Open Mic en el Zeppelin Music Factory. Sus libros se pueden descargar en rafaelvolta.hotglue.me