ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Animalitos en la leche

Elena Gómez

 

 

Mira, más antes pos repartían en todas las ciudades los lecheros. Iban en camionetas o en carretas a repartir el chocolate, la leche cruda, le llamaban leche bronca, y entonces la gente se enfermaba si la tomaba así, a veces porque era de vacas que estaban con fiebre de malta o fiebre tifoidea, y a veces se les rompían los intestinos por esa fiebre y se morían. No había antibióticos. Entonces la gente descubrió que tenían que hervir la leche, y la dejaban reposar toda la noche, y en la mañana le quitaban una natota bien rica; nos hacían tortillas recién hechecitas de maíz y entonces le echábamos nata, le echábamos sal y la comíamos o en las conchas de pan le ponían nata o si no, mi mamá guardaba las natas buen tiempo. Ya que tenía un montón de natas, lo que hacía era que se ponían en chorro del agua, abría la llave en un recipiente ahí y con natas, y empezaba con una cuchara o un tenedor a darle, darle, hasta que saliera todo lo más aguadito y quedara la pura grasita, ¿vedá?, y hacía mantequilla. Esa mantequilla se derretía más que la mantequilla del’otra. Ahí tengo mantequilla, ¿quieren ponerle?

A nosotros nos tostaban el pan, le untaban mantequilla al pan tostado y le ponían canela y azúcar; eran los llamados molletes, y nos los comíamos con el chocolate.

Cuando se les cortaba la leche que no la hervían a tiempo, se cuajaba, se cortaba. Eso lo utilizaban para hacer quesos. Lo dejaban que se hiciera más y más y más, luego le echaban sal y luego lo lavaban, lo ponían en canastitas a que escurriera el suero, decían, ¿ves? Y era queso o cuajadita. Esas cuajaditas sabían muy ricas con los frijoles.

Mira, úntenle de’ste al pan, sabe muy rico. Déjame traer un platito.

Y entonces hacían quesos, ¿verdad? También otra cosa que hacían era: ponían a cocer la cuajada (esa así le decían) y le echaban canela y azúcar, y esos se llamaban chongos. Hay una ciudad que es muy famosa en México, Zamora Michoacán, que hacían los chongos zamoranos, y esos les echaba uno limoncito, muy sabroso.

Bueno, pos así eran los postres y los dulces que comía la gente de más antes.

En ese tiempo de lo que les voy a contar no había estufas, más que de leña, o había fogones. En un triángulo de la cocina ponían así muchos ladrillos o adobes y ponían unas piedras y algún fierro y ahí ponían la olla de la comida que iban a hacer. Tons hervían la leche en unas ollas grandotas, porque compraban cuatro o cinco litros pa la familia, ¿vedá? Y entonces y la cocían con leña; en todas las casas había leña. Mira, esto fue en 1941, en Culiacán, Sinaloa, porque habían cambiado a mi papá de Guadalajara, donde había nacido Rey, a Culiacán, a trabajar. Era inspector federal del trabajo y los cambiaban seguido pa que no hicieran compromisos con los patrones ni los sindicatos que les daban mordidas, ¿ves? Resulta que entonces mi mamá, yo no notaba, estaba esperando a Fausto, mi hermano, que en paz descanse este, y resulta que fue mi abuelita Anita a verla, porque era la mamá, pos pa darle ánimos, ¿vedá? Y entonces resulta que ponían a hervir la leche para merendar y esas cosas, y un día pasé yo por la cocina y acababan de poner la olla de la leche y que veo que brinca algo. Me asomo, estaba yo chiquillo, tenía tres años de edad. ¿Por qué sé eso? Porque estábamos en Culiacán. Fausto nació en el 41 en Culiacán y yo había nacido en el 38, tenía tres años, fíjate, y me acuerdo. Bueno, pos total, que veo que son unos animalitos. Yo no los conocía. Y voy y le digo: Oye, mamá abuelita, fíjate que están unos animalitos brincando ahí en la leche. ¡¿Cómo?! Y que vienen corriendo. Eran unos ratoncillos, así de este tamañito de tan chiquititos; eran bebés, y no, pos ya te imaginarás el escándalo y el asco que les dio.

Había un agujero en el rincón. En ese rincón estaba precisamente el fogón. Había un rincón por el que entraban y salían las ratas. Había muchas ratas, y entonces pos ya esa leche la tuvieron que tirar.

 

Elena Gómez (Ciudad de México, 1970). En 2017 ganó el primer lugar de cuento infantil en el concurso del Estado de Coahuila-Fundación PAPE, con Zapalinamé. Fue becaria del PECDA en 2018 con el proyecto “Mascotas [generación X]”. Aparece en diversas antologías, como Cartografía a dos voces (Fundación PAPE e Instituto Municipal de Cultura de Saltillo, 2016), Estos son mis papeles (Seminario Amparán y SEC, 2016), Resonancia en acción (ComuArte, 2017), Mujeres poetas en el país de las nubes (Centro de Estudios de la Cultura Mixteca, 2017), Villa Diodati (Seminario Amparán y Cerdo de Babel, 2020), Yo quería llamarme Emilio, como tú, y otros poemas (Grafógrafxs, 2021), Blavatsky. Antología del taller de poesía de Grafógrafxs (Grafógrafxs, 2022) y Desgracia, ebriedad, locura y tal vez Illinois. Poemas de amor de Grafógrafxs (Grafógrafxs, 2022). Ha publicado en Replicante, Blog del Seminario Amparán, Asociación Canadiense de Hispanistas, Carruaje de Pájaros y en Acequias. Forma parte del taller de poesía de la revista Grafógrafxs.