Libros y lecturas
Jesús Montoya
1. ¿Qué representa para ti un libro?
Un libro representa para mí una manera de leer el mundo. Leemos, desciframos, codificamos a través de las palabras el laberinto de la vida. Un libro sería, acaso, una suerte de mapa para aligerar el tránsito.
2. ¿Qué autores jugaron un papel fundamental en el desarrollo de tu vocación?
Creo que las listas acaban siendo siempre injustas. Si pienso en mi primera juventud, diría que los filósofos presocráticos me introdujeron en la poesía. Pero también fue un tiempo en que leí a Oliverio Girondo, a Alejandra Pizarnik, a Gonzalo Rojas, a Antonia Palacios, a Jorge Luis Borges. Y sin seguir un orden específico, diría que las voces de Roberto Bolaño, de Pedro Lemebel, de Héctor Hernández Montecinos, de Antonio Porchia, de Marosa di Giorgio, de Octavio Armand, de Ida Gramcko, de Reinaldo Arenas, de Enriqueta Arvelo Larriva, de Miyó Vestrini, de Rafael José Muñoz, de Emira Rodríguez, de Jaime Sáenz, de Carmen Berenguer, de Verónica Jaffé, de Salustio González Rincones, de Néstor Perlongher, de Beverly Pérez Rego, de Luis Moreno Villamediana… todas fueron importantes. Creo que he sido un lector más inclinado por lo que se produce en América Latina y especialmente en un triángulo: Venezuela, Chile, Brasil. Tal vez por mis estudios académicos, tal vez por los tránsitos que he tenido que dar. De aquí de Brasil mencionaría a algunas voces contemporáneas, como Miriam Alves, Douglas Diegues, Prisca Agustoni, Patrícia Lavelle, Wilson Alves-Bezerra, Josely Vianna Baptista… aunque el panorama, sabemos, es mucho más amplio y, de hecho, este año me tomé el atrevimiento de hacer una antología que intentase traer a algunas de estas voces al mundo hispánico.
3. ¿Qué te han regalado los libros?
Una vida entera. Sin los libros no estaría donde estoy. Siempre pienso que gracias a los libros logré darle un sentido a mi vida. Pero no sólo se trata de los libros, sino de la poesía, que siempre conlleva a otros lugares fuera de la página.
4. ¿Cómo te fuiste introduciendo en el mundo de la lectura?
En mi casa no leía nadie. En un pequeño armario sólo había unos tres o cuatro libros. Recuerdo que uno de ellos era sobre la «agonística», que es el arte de los atletas, aplicada con la psicología del deporte. Mi padre, como yo, fue atleta de alto rendimiento en su momento y yo me interesé por revisar ese texto. El otro libro que había era uno sobre las leyendas de mi pueblo; eran textos que recopilaban relatos sobre apariciones, espantos, cosas del terror local, eran las llamadas Leyendas del Táchira, de la gran Lolita Robles de Mora. Todo esto despertó un interés abismal que generó que yo fuese con mucha frecuencia a la biblioteca estatal «Leonardo Ruiz Pineda» a leer, sobre todo en la sección de poesía. Así fui conociendo una serie de amigos y personas, con las que luego formamos un pequeño grupo literario en la ciudad. Y después de eso vinieron muchas cosas: recitales, performances, hasta que finalmente ingresé a estudiar Letras y me fui de mi ciudad de origen a otra.
5. ¿Qué libro que leíste en tu infancia sigue rondando en tu cabeza?
Algunos cuentos de los hermanos Grimm de un libro que me había regalado mi madrina, quien ya partió de este mundo.
6. ¿Realizas lecturas unitarias de autores —para captar su espíritu— o lees una novela de uno y otra de otro?
Soy un lector desordenado. Voy picando, tomando, bebiendo de un lado y otro, como si estuviese en una fiesta que siempre está comenzando.
7. ¿Qué libros están presentes en los tuyos?
Muchos. Escribo siempre con las voces que leo de manera muy latente: traigo epígrafes, reescrituras, traducciones, en fin, huellas que buscan dejar una pista al lector de dónde proviene lo que escribo.
8. ¿Qué libros has releído?
Los ensayos de Octavio Armand. Las novelas de Reinaldo Arenas. Y, claro, gran parte de la poesía venezolana.
9. ¿De cuántos libros está compuesta tu biblioteca y qué podemos encontrar en ella?
Dejé cerca de tres mil libros en Venezuela cuando salí con rumbo a Brasil. Es un duelo que cargo encima, casi siete años después, del cual no me recupero. Sin embargo, aquí he sabido reconstruirme. Y debo decir que me volví mucho más selecto. Mi biblioteca «brasileña», aunque es más compacta, tiene algunas joyas que he encontrado de literatura venezolana en las «librerías de viejo» de Brasil, obras que incluso dudo poder encontrar allá, lo que es muy curioso. Diría que en esta biblioteca hay mucha poesía y muchos ensayos.
10. ¿Cuál es el libro que te ha impresionado más y por qué?
Voy a darle la vuelta a esta pregunta porque no tengo uno en concreto. Por ello, aunque no me considero el mejor lector de novelas, confieso que una que me marcó profundamente durante estos años es Caderno de memórias coloniais, de Isabela Figueiredo.
11. ¿Qué significa para ti publicar un libro?
Florecer.
12. ¿Con qué autores te nutres actualmente?
Estoy leyendo mucha poesía brasileña. Me interesa entender su tradición tan amplia. En este momento me encuentro traduciendo unos poemas de Augusto dos Anjos, quise viajar un poco más atrás de lo que comúnmente hago. También lo hice el año pasado con João da Cruz e Sousa. Pienso que el siglo XIX, o algunos de estos poetas de entresiglo, tienen un brillo especial, una fuerza muy potente, que merece ser tan difundida como la de las voces actuales.
13. ¿Qué tipo de libros te producen antipatía?
Los grandes éxitos del momento según el mercado editorial. Me refugio en la poesía. La poesía, la verdadera, es la antítesis de ese teatro de máquinas y facturas.
Jesús Montoya (Tovar, Mérida, Venezuela, 1993). Poeta, traductor y ensayista. Doctorando en Estudios Literarios en la Universidad Federal de São Carlos. Es licenciado en Letras, mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana, por la Universidad de Los Andes y magíster en Estudios Literarios por la Universidad Federal de São Carlos. Ha publicado los libros de poemas Las noches de mis años (Monte Ávila Editores, 2016); Hay un sitio detrás de los incendios(Valparaíso Ediciones, 2017); Rua São Paulo (Fundavag Ediciones, 2019), obra con la que obtuvo el II Premio Franco-Venezolano a la Joven Vocación Literaria; y Transandínica (hochroth Verlag, 2021), libro bilingüe español/alemán, con versiones del poeta y traductor Léonce W. Lupette.