Cinco poemas
Sara Teasdale
Vendrán lluvias suaves
Vendrán lluvias suaves y el olor de la tierra
y golondrinas que rondarán con su brillante sonido
y ranas que cantarán por las noches en los estanques
y ciruelos silvestres en un blanco trémulo.
Los petirrojos vestirán sus plumas de fuego
y silbarán a su antojo sobre un alambrado
y nadie sabrá de la guerra, a nadie
le importará cuando haya terminado.
A nadie le interesará, ni a las aves ni a los árboles
si la humanidad perece por completo
y la primavera misma, cuando despierte al alba,
apenas sabrá que nos hemos ido.
Sola
Estoy sola, pese al amor,
pese a todo lo que recibo y lo que entrego…
pese a toda tu ternura,
a veces no me alegro de vivir.
Estoy sola como si me irguiera
desde el pico más alto del mundo agotado y gris.
Encima de mí sólo se arremolina la nieve;
sobre mí se despliega un espacio infinito.
Con la tierra oculta y el cielo oculto,
sólo el orgullo de mi espíritu
me aleja de la paz de aquellos
que no están solos, pues ya han muerto.
Torrentes de primavera
¿Será siempre así hasta mi muerte?
¿Debo soportarlo todo de nuevo cada primavera,
con la primera bruma de las ramas de los arces en ciernes
y el primer aroma dulce de la lluvia?
Soy como una roca en el río creciente
donde el agua de la inundación se quiebra en la desembocadura,
como una roca que conoce bien el llanto del agua
y es incapaz de darle respuesta.
Noche de mayo
La primavera es fresca y no conoce el miedo.
Cada hoja es nueva.
El mundo rebosa luz de luna,
las lilas rebosan el rocío.
Aquí, donde se mueven las sombras,
tomo aire y canto.
Mi corazón es fresco, no conoce el miedo
y derrama la primavera.
Dado que no hay escapatoria
Dado que no hay escapatoria, dado que al final
mi cuerpo será destruido por completo:
esta mano que amo como se ama a un amigo,
este cuerpo que procuré, con el cual he llorado y gozado…
Dado que no hay escapatoria ni siquiera para mí,
que amo la vida con un amor insoportablemente afilado…
el aroma de los huertos bajo la lluvia, la mar
y las horas sola, demasiado quieta, dispuesta al rezo…
Dado que la oscuridad me espera, entonces
permite que descienda con las olas que azotan contra la costa
con entereza. Permite que cante con mi último aliento.
En estas escasas horas de luz, elevo el rostro.
La vida es mi amante. He de dejar atrás a los muertos
si existe alguna posibilidad de frustrar a la muerte.
Traducción de Jazmín Montesdeoca
Sara Teasdale (San Luis, Misuri, Estados Unidos, 1884-1933). Escribió siete libros de poemas, en los que alterna el deseo de vivir y el rechazo hacia la vida. Entre estos se encuentran Love Songs (1917), The Answering Voice (1917) y Flame and Shadow (1920). En 1918 fue galardonada con el Premio Pulitzer de Poesía.