Lolbé González Arceo (Mérida, Yucatán 1986). Es maestra en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Yucatán y obtuvo el título de Técnico en Creación Literaria por parte del Centro Estatal de Bellas Artes de Yucatán.
Es docente en la Licenciatura en Lengua y Literatura Modernas de la Universidad Modelo y estudia la Especialidad en Psicoanálisis en el Colegio de Saberes de la Ciudad de México.
DOS POEMAS
Compensación del riesgo
nos han dicho «la evidencia es inconclusa»
nadie entiende bien
él, todo amabilidad,
«con mucho gusto te lo explico de nuevo»
aclara que los cubrebocas nos calman
(en estos momentos relajarse es una orden federal)
(en estos momentos relajarse es un peligro sanitario)
uno se coloca el dispositivo
y la felicidad aparenta estar al alcance de la mano
sale de casa
saluda al vecino
se rasca un diente
compensación de riesgo quiere decir varias cosas
por ejemplo
que las certezas son el bosque donde aguarda la mala fortuna
«el elemento compensador
excluye del panorama la conciencia de peligro»
entonces mejor no creer que se está a salvo
no pensar que se ha actuado absolutamente bien
«aquello ocurre raramente en la experiencia clínica»
la población general quisiera tener respuestas precisas
dicotómicas
respuestas de blanco y negro
soluciones del tipo aquí termina el mal aquí empieza lo otro
«no hay evidencia sustancial de que tal cosa exista» nos dice el funcionario
lamenta decepcionarnos
porque una buena mañana
te levantas
lees el periódico / contestas la llamada / miras el espejo
y te enteras de que lo has hecho fatal
«es importante manejarnos con la evidencia:
no hay consideraciones absolutas»
o algo que se aproxima a lo peor
al final del día es cosa de tenerlo más o menos claro
no hay nada más imprudente
que vivir
pensando que se está a salvo
El Penumbra
I
Eliminar a los vampiros satánicos de la noche es sencillo.
Lo difícil fue, con esos ojos oscuros como gafas negras,
atravesar el tiempo
contemplar la destrucción que dio paso a lo que sabemos.
Hicimos el amor debajo de la sombra de un pino
y no nos preguntamos nuestros nombres
porque ya los sabíamos desde antes y lo supimos
después.
En doscientos mil siglos algo se aprende:
el sabor de las gambas, el bacalao,
las coquinas al ajillo,
la rumba de la calle.
La luna surgió de la tierra y no al revés,
no te hagas lío
y si no te lo crees, problema tuyo.
II
De lo que yo te hablo es del clitorítico pipotero de las extraterrestres
de la sombra de los pequeños meteoritos
en lo que después supimos que se llamaba domingo
al delirio sistemático le pusimos religión
al delirio experimental le llamamos “lo científico”.
Desde mi ovípara paraexistencia te digo
no te líes los cables: yo soy Adán.
Éramos dos pero mi madre tenía tres tetas
la necesaria existencia algo anhelado por inalcanzable
se sabe
un pezón en la boca y el otro en la contemplación
en el deseo jamás satisfecho.
III
Volucionamos con la volución de los que a cada paso llevan la desmemoria
por eso me enredas los argumentos
por eso te ríes y me preguntas por Adán.
En doscientos mil siglos algo se aprende:
volvería a decirle sí a Eva y su manzana
coordenadas del sudor de la frente
parirás con dolor. No como mi madre.
Alienígena ancestral
mezcla de gallina y pez
concentrada en su proyecto de inoculación de la vida.
He construido una réplica
a su imagen y semejanza.
Algunas noches la desempolvo y me acuesto a su lado
para evocar su olor a sedimento galáctico.
Compensación del riesgo es un poema-collage escrito durante la pandemia con recortes del discurso oficial yuxtapuestos con una serie de asuntos no oficiales.
En el caso de El penumbra se trata de la recuperación y calculada distorsión de las afirmaciones de José Verdún cuya entrevista puede verse en la siguiente liga: https://www.youtube.com/watch?v=O5aBsDguelw