ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Lolbé González Arceo (Mérida, Yucatán 1986). Es maestra en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Yucatán y obtuvo el título de Técnico en Creación Literaria por parte del Centro Estatal de Bellas Artes de Yucatán.

Es docente en la Licenciatura en Lengua y Literatura Modernas de la Universidad Modelo y estudia la Especialidad en Psicoanálisis en el Colegio de Saberes de la Ciudad de México.

 

DOS POEMAS

 

Compensación del riesgo

 

nos han dicho «la evidencia es inconclusa»

nadie entiende bien

él, todo amabilidad,

«con mucho gusto te lo explico de nuevo»

 

aclara que los cubrebocas nos calman

(en estos momentos relajarse es una orden federal)

(en estos momentos relajarse es un peligro sanitario)

uno se coloca el dispositivo

y la felicidad aparenta estar al alcance de la mano

sale de casa

saluda al vecino

se rasca un diente

 

compensación de riesgo quiere decir varias cosas

por ejemplo

que las certezas son el bosque donde aguarda la mala fortuna

«el elemento compensador

excluye del panorama la conciencia de peligro»

 

entonces mejor no creer que se está a salvo

no pensar que se ha actuado absolutamente bien

«aquello ocurre raramente en la experiencia clínica»

la población general quisiera tener respuestas precisas

dicotómicas

respuestas de blanco y negro

soluciones del tipo aquí termina el mal aquí empieza lo otro

«no hay evidencia sustancial de que tal cosa exista» nos dice el funcionario

 

lamenta decepcionarnos

porque una buena mañana

te levantas

lees el periódico / contestas la llamada / miras el espejo

y te enteras de que lo has hecho fatal

«es importante manejarnos con la evidencia: 

no hay consideraciones absolutas»

o algo que se aproxima a lo peor

 

al final del día es cosa de tenerlo más o menos claro

no hay nada más imprudente

que vivir

pensando que se está a salvo

 

 

El Penumbra

 

I

 

Eliminar a los vampiros satánicos de la noche es sencillo.

Lo difícil fue, con esos ojos oscuros como gafas negras,

atravesar el tiempo

contemplar la destrucción que dio paso a lo que sabemos.

 

Hicimos el amor debajo de la sombra de un pino

y no nos preguntamos nuestros nombres

porque ya los sabíamos desde antes y lo supimos 

después.

 

En doscientos mil siglos algo se aprende:

el sabor de las gambas, el bacalao, 

las coquinas al ajillo,

la rumba de la calle.

 

La luna surgió de la tierra y no al revés,

no te hagas lío

y si no te lo crees, problema tuyo.

 

 

II

 

De lo que yo te hablo es del clitorítico pipotero de las extraterrestres

de la sombra de los pequeños meteoritos 

en lo que después supimos que se llamaba domingo

al delirio sistemático le pusimos religión

al delirio experimental le llamamos “lo científico”.

 

Desde mi ovípara paraexistencia te digo

no te líes los cables: yo soy Adán.

 

Éramos dos pero mi madre tenía tres tetas

la necesaria existencia algo anhelado por inalcanzable

se sabe

un pezón en la boca y el otro en la contemplación

en el deseo jamás satisfecho.

 

 

III

 

Volucionamos con la volución de los que a cada paso llevan la desmemoria

por eso me enredas los argumentos

por eso te ríes y me preguntas por Adán.

 

En doscientos mil siglos algo se aprende:

volvería a decirle sí a Eva y su manzana

coordenadas del sudor de la frente 

parirás con dolor. No como mi madre.

 

Alienígena ancestral

mezcla de gallina y pez

concentrada en su proyecto de inoculación de la vida.

He construido una réplica

a su imagen y semejanza.

Algunas noches la desempolvo y me acuesto a su lado

para evocar su olor a sedimento galáctico.

 

 

Compensación del riesgo es un poema-collage escrito durante la pandemia con recortes del discurso oficial yuxtapuestos con una serie de asuntos no oficiales.

 

En el caso de El penumbra se trata de la recuperación y calculada distorsión de las afirmaciones de José Verdún cuya entrevista puede verse en la siguiente liga: https://www.youtube.com/watch?v=O5aBsDguelw