Un poema lumpenburgués
Nadia Escalante Andrade
Me invitó un sándwich de verduras
con mozzarella y mayonesa, y envuelto
en una servilleta de papel reciclado.
Tumbadas en la hamaca,
me contaba que la habían despedido:
era community manager
de un centro budista.
“Creo que hice las cosas a su tiempo,
con cuidado; me gustaba.
Pero el director pidió
que le escribiera un discurso
y lo armé con esas fórmulas que usan:
‘La felicidad no es algo que sucede
a tu alrededor. Pasa dentro de ti’,
‘Sólo el amor disipa el odio’,
‘Somos lo que pensamos’.
Si me preguntas, eso fue lo que aprendí,
pero él sentenció:
‘Es una cadena de memes
unidos entre sí por tu ignorancia’.
Respondí:
‘Cuando las palabras del otro
producen ira y agresión
es porque reflejamos en ellas
nuestra propia oscuridad’,
leí eso en algún sitio.
Me ordenaron que me fuera al otro día”.
Lila es pelirroja y sonriente,
hoyuelos en las mejillas.
Dijo también que todo
nos queda cerca, y que no
me preocupara
por no haber viajado tanto.
“¿Sabes que en dieciocho horas
llegas a Punta del Este,
haciendo escala en Santiago?
¿Y en cinco horas,
a San Francisco, California?
Si lo piensas, es fácil en el tiempo y el espacio”.
Lila huele siempre a jabón,
de esos orgánicos que usa,
sobre todo a cítricos y verbena.
“Oye, Lila, ¿y si pido tu trabajo?
Necesito pagar deudas y karma,
puedo vender mi ingenio
a esos budistas. Me iluminaré
cada vez que necesiten un eslogan.
Además, mucha gente se dedica
a atribuir frases al Buda
y hay de dónde escoger:
‘Pasa el tiempo y ahora creo que
el vacío es un lugar normal’.
Puedo hacer tiras de branding
como ese rosario de sándalo
que traes en el cuello, ¿sabes?”.
Lila sonríe y me aconseja
que mejor adopte un perro.
Comemos papas con orégano
y mecemos. El sol me dora la cara
y la Lila perfecciona sus pecas.
“Yo adopté una perrita el mes pasado,
pero no tiene nombre.
La llevaba al trabajo
y dormía junto a mis piernas”.
“Podrías llamarla Verbena”,
opino, y pienso en que si yo oliera
al jabón de Lila, tal vez la perrita
me tendría confianza.
“Una maestra me confesó un día:
‘El budismo es ya una práctica corporativa,
sólo así puedes aguantar doce horas diarias
en una oficina climatizada de mierda
con paredes blancas
y una alfombra plagada de alérgenos’.
Pensé que sí
y era peor si no te dabas cuenta.
Awareness, Mindfulness, Metta:
SWOT Analysis, Six Forces Model.
Conocí también reincidentes,
me decían ‘quiero ser budista de nuevo’,
la maestra solía cuestionarlos
pero también la despidieron”.
Bajamos a la playa,
Lila escribió sobre la arena:
La felicidad no es algo que sucede a tu alrededor. Pasa dentro de ti.
Sólo el amor disipa el odio.
Somos lo que pensamos.
Nadamos hasta que la brisa
se hizo viento,
pensé que Lila
ya no olería a verbena, sino a sal
y humedad, al sargazo esporádico
de las brazadas. “Mira, ven —llama Lila—,
la marea subió y borró la mitad.
Ahora dice:
La felicidad no es algo que sucede/
Sólo el amor/
Somos”.
Nadia Escalante Andrade (Mérida, Yucatán). Es licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana y maestra en Cultura y Literatura contemporáneas de Hispanoamérica por la Universidad Modelo. Ha publicado los libros de poesía Adentro no se abre el silencio (FETA, col. La Ceibita, 2010), Octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo (Textofilia, 2014) y Sopa de tortuga falsa (Montea, 2019). Poemas suyos han sido traducidos al inglés y al alemán. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Es profesora en la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes.