5 poemas
Mônica de Aquino
255 pulsaciones por minuto
tu corazón mueve el mío,
multiplicado.
Como si tuviera adentro un gato
a la espera,
sobrepuesto.
Como si tuviera adentro un lobo
que transmuta el cuerpo
en noche y faro.
Como si tuviera un pájaro
que inventa un nido
sobre el vuelo.
170 veces late tu corazón-ala.
A él mi pulsación se dobla,
sumada una vez más la frecuencia.
Como si tuviera un corazón
en cada palabra.
Palpita la placenta bajo la máquina,
otro corazón que te abriga.
Mientras guardas padre y madre
en los latidos, dos veces más rápida
calcula:
el tiempo de lo que renace.
Sumamos los tres el corazón
de un ave.
Como un perro que la persiguiera
—y que a ella se suma—
enfrento todos los nombres
el ritmo inventa este juego de encaje
del sonido viene el rostro, la carne, los gestos.
Tan rápido el flujo
debo hacerme pequeña
para acompañarla
hija de nuevo, aguardo
tú tan frágil, pez doméstico
dentro de las orillas-corrientes
de la madre-acuario-mar-abierto.
La vida se propaga en lo que es violencia
y canto
siento el corazón oceánico del mundo
–ballena, lento, moviendo las aguas
el amor, las decisiones
todo es espera
y sólo tu corazón acelera
el silencio
50% más de sangre
para el mismo corazón, o será otro
con las mismas vísceras, u otras
la misma historia, o es otra
que te cuento cada día
que se forma, arbitraria.
La vida exige agua, carne, tiempo
para dos corazones nuevos:
corazón-placenta, en cripta
que guarda el tuyo, subterráneo
cielo que se oculta
big bang particular
El cuerpo exige estrellas, movimiento, apuesta.
Todo es exceso, ahora, de la sala al cuarto
atravieso un desierto, pulso
taquicardia de un sol interno
mar que se aparta –y se traga en olas–
La arena de la infancia, todo me atraviesa
la sangra nueva hunde
una promesa
eres minúscula y ya tomas la casa
lo que expulsas: pasado, futuro
lo que exiges, sólo una urgencia
ancestral
cada latido es vuelta
para dónde, cuándo, vuelta
crecen pelos, curvas, sombras,
hipótesis
“todo apunta hacia el crecimiento”, la médica explica
pero existe también lo que escapa
tu sangre mezclada con la mía
lo que en mí es el inicio o retorno
el llamado de la tierra
del cuerpo
–devuelta–
a qué misterio y silencio
El amor posee otra materia
desconocida
en explosión
Mi deseo era la mitad de la trama
aún imperceptible bajo la piel.
La llegada del amor inventó un contorno:
la suma de las tesituras
de los cuerpos antes desconocidos
cose el diseño de un hijo.
Primero, en charlas excesivas.
Después, soñando su silencio.
Hijo pensado aún antes del entendimiento
del amor, forma en lenta expansión.
Hijo-pensamiento, hijo-principio, hijo-ovillo.
Y nosotros dos (la familia que inventamos)
hijos de este ovillo que ahora somos
que nunca terminará de deshilarse.
Sí, hija mía, no eras abstracta
tu padre era la línea, creando conmigo
la ficción de lo que sería.
Porque a su lado gano el mapa:
huellas de un nuevo pasado
dirección a través del laberinto
—el formato (el camino) de la elección—
cielo que se vuelve a poblar
en este mapa irreflexivo:
las Parcas observan, sonríen,
mientras él toca el mapa de mi piel
(y de un cielo de palabras)
y tengo certeza, otras estrellas
nacen —estrella–pensamiento, estrella principio,
estrella–ovillo.
Y tú, hija, eres la extraña que sumas
tu deseo a la trama que ahora nombras.
[a partir de la lectura del ensayo
Antevéspera, noite interior,
de Gustavo Silveira Ribeiro]
Por la mirada submarina del ultrasonido
te veo en el monitor
sueño lo que ves:
el cuerpo de la máquina, dentro, casi te toca
plástica es la primera aparición exterior.
Protegida en el líquido y en la oscuridad
no imaginas la luz, la confusión de formas.
Aún es otoño aquí, creces en el humus
de pérdidas y reencuentros,
en breve llegará el invierno,
fuerzas las extremidades del cuerpo.
Podrías también extender una mirada
en dirección a mí, podrías registrar pulsaciones
gestos, investigar el mundo seco
el ojo revertiría el orden del nacimiento.
Por ahora, sueña a través de la membrana,
imagina seres compactos
curvas son todas las formas
el mundo es liso, acompasado
piensas en tocar la superficie alargada
que investiga tu existencia,
te volteas, vuelves
danza al ritmo del propio corazón.
Nacer es siempre prematuro.
Continúa en el tiempo
discontinuo
del cuerpo
esfera partida.
Sí, nacer es excesivo.
Se prolonga en la vida
diluido en pequeños fines
y vueltas
Nacer es también la hora correcta.
Verbo que acecha, salta
movimiento en círculo.
Nacer es provisional.
Reinventa su propio inicio.
Continuar naciendo hasta el último día
e incluso después
continuar
Ahora, soy yo quien desciende de ti.
Traducción de Sergio Ernesto Ríos.
Mônica de Aquino (Belo Horizonte, 1979). Es autora de Sístole (Editora Bem-te-vi, 2005), Fundo falso (Relicário Edições, 2018) y Continuar a nascer (Relicário Edições, 2019). Publicó también cinco libros para niños en la editorial Miguelim. Ganó el Prêmio Cidade de Belo Horizonte en 2013 y fue finalista en el Prêmio Jabuti en 2019.