ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Dos poemas

Martín Gambarotta

 

 

De Punctum

 

 

10.

 

No hay, no va a haber, no hubo

 

no hubo, no, no hay, no va a haber

 

ni hubiese habido si; no hubo,

 

no hay, no va a haber, no,

 

hubo, nunca, ni hay, ni puede

 

haber, no hay, ni debe haber

 

habido, no hay, no hubo,

 

ni va a haber errores de línea

 

en el cráneo, la curva perfecta

 

de los huesos frontales,

 

no hubo, no hay, mejor serie que Kojak

 

ni máscara más concreta

 

que estas antiparras de soldador

 

para pasar la poda de la noche

 

neutra, no hubo, noche

 

neutra ni clara, no hay martillo

 

neutro ni pesado, no, que martille

 

agarrando el mango del martillo

 

para martillar con el martillo

 

la madera de los hechos, no hubo,

 

no hay: Kojak vendió su coche en llanta

 

a los chacales, entregó el escudo y arma

 

al Capitán Griego, los negros amagan

 

con quemar un kiosco y no lo queman;

 

no va a haber, Cadáver, mañanas

 

reales de color tierra

 

para usar el gatillo, un gatillo difícil,

 

tenso, que se resiste a ser gatillado

 

contra algún objetivo enemigo,

 

ni hay, no hubo, ni hubo de haber,

 

tiza para delinear con tiza

 

el contorno de la víctima tirada

 

boca abajo en el suelo duro;

 

no va a haber, líneas

 

de carbonilla en el cielo,

 

líneas de grano tieso y reventado,

 

líneas negras que cruzan otras líneas, en ángulo oblicuo

 

formando enredaderas con líneas

 

que se despuntan en líneas

 

que se pierden hacia un fondo

 

rayado por otras líneas curvas, ni hubo,

 

ni hay, no hubo no, no va a haber, no hubo,

 

ni hubo de haber habido, no hay, no.

 

 

 

Escopetas recortadas en cartón, bidones

 

de nafta, plantas alicaídas,

 

descompuestas, antes de lograr

 

una forma madura bajo el toldo,

 

vidrio molido en la carne picada,

 

una vieja con el tobillo sangrándole

 

bajo la media de nylon, el personal

 

de limpieza en la planta baja de IBM,

 

una cuadrilla de negros

 

que se deja caer del camión

 

para romper una calle.

 

 

De Relapso+Angola

 

 

Cuando se corta por primera vez

 

un pomelo en un lugar desconocido

 

con un cuchillo de punta redonda

 

y poco filo, más apto en realidad

 

para untar manteca, el pomelo se vuelve 

 

más extraño que el mundo que lo rodea

 

de modo que mirarlo detenidamente 

 

por demasiado tiempo antes de partirlo

 

es una invitación al pánico.

 

 

 

Cortó un pomelo transversalmente, partió 

 

la mañana en gajos raros, la carne 

 

rosada expuesta por primera vez 

 

 

hirió con énfasis su mundo intraducible 

 

generando una pausa acá

 

en el contexto de la fruta acuchillada.

 

 

 

Lo que decía no era lo que pensaba 

 

hasta que cortó un pomelo por la mitad

 

y expuso el centro de ese mundo a la luz

 

entonces sí, con la fruta una vez partida,

 

lo que pensaba era lo que decía.

 

 

 

 

El mundo no es un pomelo

 

pero el pomelo es un mundo

 

la fruta definitiva de pómulos rosa pálido 

 

que ahora sostiene en la palma de su mano 

 

para hacerle un corte con un cuchillo 

 

que en su hoja capta luz natural

 

sea o no sea esto cirugía.

 

 

 

 

No está dado el contexto para cortar 

 

un pomelo pero igual corta el pomelo 

 

y así cambia el contexto dado

 

con un ademán ficticio produce y no produce 

 

una alteración momentánea que oblitera 

 

el único dato cierto

 

nunca hubo fruta por cortar.

 

Nota

 

No hay nada más incómodo que escribir sobre escribir. Más incómodo es escribir sobre escribir poemas. Y mucho más incómodo todavía es escribir sobre haber escrito poemas. Escribir sobre escribir es una trampa en la que no hay que caer. Se escribe para no tener que escribir sobre escribir. Se escriben poemas para no tener que escribir sobre escribir poemas. Con incomodidad se escriben poemas, no poesía. Se escribe sobre la incomodidad de escribir poemas y no poesía. Se escribe sobre la incomodidad de no querer escribir prosa. La prosa no incomoda. Los poemas incomodan. Escribir poemas y no poesía incomoda al que escribe. Los poemas, una vez escritos, incomodan a todos; producen una especie de gloriosa vergüenza ajena. Mucho más incómodo que escribir es no escribir. Algo así.

 

Martín Gambarotta (Buenos Aires, 1968). Publicó los libros de poesía Punctum (1996), Seudo (2000), Relapso+Angola (2005) y Para un plan primavera (2011). Fue editor de la revista poesia.com entre 1996 y 2006.