ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

La mujer gallina de Karo Castro o el vuelo imposible

Malú Urriola

 

 

Corina Inés Lemunao nació el 1º de mayo de 1953 en Lonquimay (Chile) afectada de autismo y asperger. Su familia, imagino pobre y en condiciones precarias para afrontar la existencia de un ser fallido, la conminó a vivir en un corral desde los cuatro años. Olvidada en el patio trasero, Corina fue encerrada en una jaula como un pájaro o como un error, una metáfora cruel y viviente del abuso contra las mujeres y una réplica del poder dictatorial que desató su furia derechista contra los cuerpos de miles de mujeres chilenas.

Corina, sin haber aprendido más lenguaje que el de las gallinas, pasó la dictadura, sin conocer la palabra dictadura, en un gallinero cercado con mallas de alambre que impiden el vuelo de las aves domésticas. Fue desprovista y desarraigada del clan familiar, de los afectos; inhumanizada por su propia madre, aprendió el lenguaje de las gallinas, imitó su corporalidad y se alimentó como ellas, con granos y sobras arrojados al suelo.

Sobre este hito que fue noticia nacional de un país que se horrorizaba de sí mismo, Karo Castro puso el foco de su mirada y su pluma en la niñez abandonada, en la doble soledad de quien no conoce las palabras y está impedida de darle una forma reconocible a las emociones, confinada al olvido desde sus primeros años de vida, como se olvidan las cosas que no queremos reconocer. La mujer gallina es tal vez la metáfora de un Chile patriarcal y castigador, donde olvido y encierro son dos palabras que contienen los años más oscuros de la historia de nuestro país.

La mujer gallina, de Karo Castro, se divide en tres capítulos o partes: “El gallinero”, “La domesticación” y “Desplegar las alas”. Tres actos de la trama aristotélica para reescribir un drama secreto que jamás podría ser contado por ese hablante en primera persona que sólo conoce el lenguaje de las aves o de dios, el dios con minúscula de Castro, que le fue negado junto con la humanidad y el habla desde sus primeros años de vida.

En “El gallinero”, primera parte del libro, Castro recoge esa voz cacareante e incomprensible que ha naturalizado la jaula como nido, patria. Un ave humana en cautiverio con una vida más larga que sus coetáneas, que a lo sumo llegan a vivir de 10 a 12 años. Hay estudios que dicen que las gallinas frente a un espejo pueden reconocer su individualidad, que pueden incluso reconocer su nombre si son nombradas y que en su confinamiento sus lugares dependen de su lenguaje corporal y de un debate de miradas.

Me detengo en la mirada poética de Castro y en el interés de reescribir una historia desterrada del lenguaje humano. En este sentido, me parece interesante que se haga desde la poesía, sobre todo cuando el hablante poético levanta la pregunta sobre “habitar el espacio más árido del corazón”. ¿Se refiere al silencio, a no reconocerse jamás ni doblegarse al lenguaje humano del que fue desterrada por sus progenitores o hace referencia a esa soledad de quien no se reconoce fuera de la jaula o a la diferencia de no poder volar como lo hace a veces el averío?

En el segundo capítulo, “La Domesticación”, Castro sitúa a Chile bajo las alas de la voz hablante, “a su cultura de siglo XV, a su esclavitud silenciosa”, “el horror que sucede en Chile” y “la belleza de lo monstruoso”, porque cabe preguntarse si es el monstruo, lo monstruoso, el engendro, lo deforme o la quimera de una pesadilla humana donde se representa nuestra inhumanidad. De todas maneras, lo monstruoso se niega a la domesticación, ha sido formateado fuera, en el margen de lo normal, y normalizarlo sea tal vez más monstruoso que asumir la diferencia.

En el último capítulo, “Desplegar las alas”, se cierra el tercer acto de una hablante liberada de la jaula conocida para ser encerrada entre humanos; las rejas que dejaban entrar al sol libremente durante el día le son cambiadas por ventanas y utensilios para comer, que la hablante no reconoce ni se esfuerza en usar. Tampoco renunciará al silencio hasta su muerte, donde dice la hablante poética que “en su cuerpo agoniza la voz de un pájaro”.

La mujer gallina es el primer libro editado de Karo Castro, cuyo adelanto, la plaquette El gallinero (Ediciones G, 2015) ganó el Poetry Slam del Goethe Institute, la beca de Creación literaria 2016 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y una mención honrosa en los Juegos Florales Gabriela Mistral.

Con La mujer gallina Castro se sitúa en el escenario poético nacional en un día emblemático como hoy, 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer), en el que se conmemora la muerte de las tres hermanas dominicanas, Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, asesinadas en 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Tal vez sea porque el cuerpo femenino, aún en pleno siglo XXI, sigue siendo un cuerpo sumiso, domesticado, un sujeto de castigo, que tal vez como la comparación de la gallina con la cobardía, recién comienza a vislumbrar las rejas del corral neoliberal y esa posibilidad de libertad que se urde imposible en el vuelo.

 

Santiago, 25 de noviembre de 2016.

 

Malú Urriola (Santiago, Chile, 1967). Poeta, guionista y dramaturga chilena. Es autora de Dame tu sucio amor(Surada Ediciones, 1994), Nada (LOM, 2003) y Cadáver exquisito (Cuarto Propio, 2017). En 2006 obtuvo el premio Pablo Neruda. Sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, francés y alemán.