Kraken Mare
(fragmentos)
Agustina Perez
Halfo Priorio sueña de espaldas lo que Rahee Forner pinta de frente
cuando el Ejército Pilatho consumó la devastación de Titán, la ehrrata Hojoi supo que era —recién entonces, cuando todo estaba ya perdido y era la pérdida misma la que empezaba a funcionar— momento de empezar un final.
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supo, Hojoi, que era tiempo de convocar a su comandanta: a la artista argentina Rahee Forner.
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fue así.
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Rahee Forner estaba en las lindes de las Últimas Poblaciones, en el taller de Halfo Priorio, copista y artista argentino de origen oriental. su coequiper dilecto.
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Halfo Priorio estaba allí y, al mismo tiempo, como siempre, para no perder la costumbre, estaba en Otra Parte.
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Halfo Priorio, deshilachado su cuerpo sobre un montón de lienzos en arrumbe en un lateral del estudio, dormía y soñaba con un animal preciso y precioso, con una rata argentina, de óxido y dióxido de nitrógeno, en estado gaseoso. como se sabe, este compuesto químico es el único de color azul.
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azul de verdad. como ese que pisan, en sueños, los camellos.
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los camellos que van, como dormidos, sobre la fina película del Mar Muerto, rumbo a Jerusalén.
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la rata argentina que Halfo Priorio vio en sueños estaba hecha de azul, del azul del nitrógeno.
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y era de una seriedad mística.
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su figura gaseosa oscilaba como el reflejo de un espejismo sobre un fregadero repleto de té chun mee, pero, pese a esto, siempre siendo distinta, era siempre Una y La Misma.
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en arameo obsoleto, lenguaje que, como es obvio, Halfo Priorio no desconocía del todo, la rata que lo visitó en sueños dijo llamarse Daehi. dijo también ser una heredera de la resurrección. y que tenía planes: cierta manipulación manual de la materia prima que permitiría vivir en serio. algo imposible, allí como estaban, en el taller clandestino de Halfo Priorio, situado, como casi todo el mundo, en la Ciudad Autómata de Buenos Aires, si bien en las lindes que conducen a las Últimas Poblaciones.
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las palabras de Daehi no sonaron como una promesa, mucho menos de campaña. sonaron, en cambio, como una campana que daba la hora de un conjunto, disoluto y disolvente, de acciones defensivas con continuidad espacial. sonaba, era raro, pero era, como suena una Visión. cuando se sueña en el umbral del
Despertar.
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en el tallercito rioplatense, Halfo Priorio soñaba, recostado en una esquina de la sala, sobre un montón de lienzos arrumbados. soñaba, Halfo Priorio, de espaldas a Rahee Forner, que en ese
momento pintaba, directamente sobre la pared del taller, un lienzo, a su modo.
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Halfo Priorio dormía como despierto y Rahee Forner pintaba como dormida, con la punta de los dedos, que eran de uñas cortas.
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Halfo Priorio, por su parte, estaba en el suelo, en posición de luna creciente, de cara a la pared, acostado sobre los lienzos en arrumbe, como el niño fifí que era. y estaba Rahee Forner de pie, de espaldas a Halfo Priorio, pintando en la pared opuesta a la que Halfo Priorio tenía en frente y que, en algún punto y, según la perspectiva, era la misma, ya que el taller clandestino de Halfo Priorio estaba hecho, en un solo trazo, de forma triangular.
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las espaldas de uno y de otra eran las que se miraban, y quizá eso, de algún modo, incidió en la Visión que tuvo Rahee Forner.
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pero antes de la Visión, o por eso, Rahee Forner pintaba.
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Rahee Forner pintaba con los dedos, directo en la pared del tallercito, una geografía raquítica que era y no era así: en el paisaje general, sobre un suelo salino masacrado, entre troncos de árboles de arena mezclada con cal blanda, yacían ramas de árboles de lino. algunos troncos, se veía que subrepticiamente, insistían en ganarse la vida volviendo a brotar en versiones maltrechas de sí mismos. pero sucedía que, en ese intento torpe por perpetuarse, no echaban ramas, sino alambres de cobre, que irrumpían al mundo ya en formas de figuras dolientes, figuras con algo ominoso, figuras humanas con cabelleras rojizas que se dispersaban por los vientos.
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eran, sí, los vientos Bóreas y Siroco quienes malversaban en los alambres de cobre recién brotados esas figuras dolientes. esas figuras humanas, femeninas, españolas, que quedaban fijas en una pose.
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en el margen izquierdo del lienzo había un tronco clanco, particular. la mutilación que sufría, al contrario de lo que podría creerse, no había sido hecha por humanos. tampoco había sido producto de la errática, precisa naturaleza. se trataba, más bien, de un proceso personal.
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parecía una mujer venida abajo, implorante e impaciente.
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el tronco era una mujer yacente que alzaba la mano. que no pedía piedad, sino justicia.
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la rama era parte del tronco. el tronco era parte de la pintura. la pintura era de Rahee Forner, y no.
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todo lo de Rahee Forner era y no era de Rahee Forner. era de Rahee Forner, sí. pero también un Dictado de El Eclesial, libro santo y errante.
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y todo era un reclamo de las cosas que llevaba hacia las cosas.
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al fondo del cuadro se divisaba un mar muy azul, que podría asustar a cualquier fariseo por su fijeza y consistencia.
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ese mar era Kraken Mare.
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entonces fue la Visión.
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una Visión que se oía con la corteza auditiva.
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en la pintura hecha sobre la pared, lienzo ancestral de las cavernas de Lascaux, ese mar empezó a escribir un ruido, y ese ruido decía Daehi. y Daehi era una palabra de marina y de sal. era la palabra, o más bien el nombre propio, de la ehrrata con la que Halfo Priorio estaba soñando.
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no fue necesario más.
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Rahee Forner comprendió, sin mediación.
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pronto emprendió su viaje al Mar Muerto y, desde la cenicienta Ash Shuqayc, peregrinó hacia la costa, para atravesar el estrecho salitre líquido del Mar Muerto en dirección a Jerusalén.
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en busca de Daehi.
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Daehi, Rahee Forner. dos paralelas que habrían de cruzarse, gracias a Hojoi, quien la abdujo, en un infinito contenido, material.
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ese infinito contenido, material, era Kraken Mare.
Rahee Forner nada en el Mar Muerto, es arriada hacia el Hadal, llega a Kraken Mare
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desde la cenicienta Ash Shuqayc, Rahee Forner fue en romería hacia la costa del Mar Muerto. allí se echó de espaldas sobre el agua, impasible y salitrosa.
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Rahee Forner tenía las uñas cortas, y con la punta de los dedos dibujaba en el agua densa mientras era arriada, por designio de El Eclesial, hacia el Sur, hacia Jerusalén.
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pintaba formas sobre la película líquida, hasta que una combinación específica, que le llegó del Afuera, dibujó la figura exacta de la ehrrata Daehi, a quien no había visto nunca, ni siquiera cuando Daehi era una rata que frecuentaba los alrededores del Bajo, sitio por el que Rahee Forner deambulaba, casi sonámbula, a diario.
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lo hacía cuando la noche estrechaba y los árboles de la plaza se iluminaban por la luz turca de los postes eléctricos.
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cuando, sobre la película del agua, Rahee Forner dibujó la figura exacta de la ehrrata Daehi, la misma que Halfo Priorio había visto en sueños, sin saber tampoco que la había dibujado, pues estaba echada de espaldas al agua, de cara al espacio abierto, una película de un solo fotograma se proyectó en la pantalla del firmamento estelar.
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eran las tres de la mañana de una noche sin luna, pero repleta de estrellas que titilaban. la película que se formó en el cielo completamente despejado la desconcertó. el fotograma.
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aparecieron una serie de pulsos electromagnéticos de electricidad estática, rayos que tenían la extraña manía de durar. los rayos no necesitaron de la radiación electromagnética visible del espectro, los relámpagos, para hacerse ver por Rahee Forner.
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este tipo de descargas traman un canal de aire ionizado, en extremo caliente, conducto a través del cual se presentifican. al cortar el flujo de cargas eléctricas, el canal se enfría al instante, descomponiéndose en puntos lumínicos cada vez más módicos que desaparecen con rapidez.
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bueno, estas leyes que dominan la Tierra no tuvieron lugar en esta ocasión.
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lo curioso es que este rayo había sido producto de la actividad volcánica del Eyjafjallajökull, un volcán situado en las tierras altas de la región islandesa de Suðurland, en las lindes de las Últimas Poblaciones.
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el Eyjafjallajökull se empecinó de nuevo en su enemiste con todo lo que tiene que ver con la Tierra Reseca, y colaboró con Hojoi, porque ambos eran parte de la hueste de El Libro no fraguado, El Eclesial, y sus tantas, tantas Copias.
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su trabajo no fue poco difícil.
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tuvo, el Eyjafjallajökull, que hurgar en la carne viva del fondo del tonel montañoso hasta dar con la brea negra del depósito. subió entonces, por su tráquea larguera, una solución de hidrocarburo, metanos y sulfuros. produjo, finalmente, una erupción contenida.
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el material pulverizado más los gases propulsados explosivamente a la atmósfera crearon una columna de partículas, cuya densidad produjo cargas de triboelectrificación, ocasionando destellos potentes que no se manifestaron en aquella zona de Islandia, sino que, muy por el contrario, resplandecieron en el cielo despejado que, desde el Mar Muerto, echada de espaldas sobre el agua, contemplaba Rahee Forner.
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el mensaje, enviado por la ehrrata Hojoi, era claro. la película que apareció en el firmamento, sin luna pero con un titilar convulsivo de estrellas, era un fotograma único: el de una cartografía del hundimiento.
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debía, Rahee Forner, nadar, oponiéndose a la resistencia salítrea del Mar Muerto, hasta la profundidad de sus confines.
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nadar a oxígeno pelado, sin ningún accesorio.
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y eso hizo, hasta arribar a los 7 000 metros de profundidad, mediante un conducto que la buena ehrrata Hojoi había tramado para ella.
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allí, en las zonas abisales del Hadal, encontró el portal, o pórtico, que la teletransportó hacia Titán, la luna de Saturno, hogar de la joya del lugar: Kraken Mare.
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todo esto sucedió como en un rapto del Bien, en cuestión de
microsegundos.
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Rahee Forner fue la primera humana en pisar suelo saturnino. nuestra heroína. nuestra heroína es Rahee Forner.
las antenas transmisoras estelares hechas de té chun mee
esta es una historia de Llamados
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como habría de tardar en llegar (ponerse en contacto con él era muy difícil), apenas arribada a Kraken Mare, sin estar al corriente de lo que sucedía, pero temiendo que no se trataba de nada bueno, Rahee Forner mandó a Llamar, a su vez, a Halfo Priorio, el artista oriental nacionalizado argentino, su propio, más querido, más caro, coequiper, quien había quedado durmiendo en el tallercito.
Agustina Perez (Buenos Aires, Argentina, 1991). Es autora de Nala (Las Injurias, 2014), Arenal (Ediciones Ludwig, 2016), Caperuxita (Club Hem, 2021), Lecciones para los niños muertos de Bethlehem (La Oficina Perambulante, 2022) y de Kraken Mare (Libros del Cosmonauta, 2024). Dirige y guioniza Un brillo de fraude y neón (producido por Estudio Fiord), largometraje sobre Osvaldo Lamborghini, que será su ópera prima en el cine.