Moshi moshi
Andrés Paniagua
Puedo dejar la cara en la bocina
y quedarme en silencio
pero si tú no lo haces yo
no lo voy a hacer. Un año
de tanto huir al fin la anécdota que provoca rasquiña
cuando hace tanto que no hemos en verdad
nadie quisiera traer el tema a colación.
Por qué siempre
debe haber un obstáculo tratando
en medio del camino.
Tendremos que hacer algunos cambios.
Un futuro donde las cosas posean inteligencia
y una porción de la culpa. Teléfonos
entregando obsequios de puerta
en puerta
disculpándose contigo
por negarse a escuchar.
Lo curioso es que suceda aquí.
El muy imbécil nos metió en un problema
y está claro que fue planeado.
* * *
Las circunstancias en las que nos conocimos
(las mencionó por teléfono)
fueron estas:
un monólogo de Donne en la escenografía de un bosque.
Salimos de clase a compartir un helado
y sin deseos de escuchar el resto ofrecimos un malentendido
a las nuevas amistades.
Y si nos encontráramos en las mismas circunstancias
el monólogo debería ser otro
uno que no sólo busque toda clase de encuentros y gente extraviada
y al echarla de menos hablara menos acerca de ella y raras veces
pensar sobre el chisporroteo de tu agotada vela
con quién estoy o si te mueves o pellizcas
para despertar.
Ahora es cuando:
el truco consiste en moverse fuera de la voz y de la vista.
De otra forma no nos molestaríamos con levantarnos y salir
cerrar los ojos
con sacudidas de cabeza para lo que sea que tengas en mente.
* * *
Tendremos que hacer algunos cambios:
teléfonos sentados al pie de la cama
sosteniendo tu mano para ayudarte a entender:
las comidas
se volvieron más animadas
al duplicar las posibilidades de diálogo
y en lo que respecta a la bebida:
aprendiste a limpiarte la boca para no dejar
huellas en los vasos
* * *
En lo personal me gustarían otros cambios:
volver muy temprano por la mañana
mes y medio antes
de recibir ese inútil título en literatura y encontrarnos
corriendo escaleras abajo
al final de la primavera
* * *
(pero no hay sello postal que envíe llamadas
de vuelta a la Inglaterra de hace tres siglos
no hay sello postal que haga llamadas
hacia atrás hacia el momento en que su tumba
no había sido cavada y John Donne
mira por la ventana
las hojas de un abril que llueve
y pájaros caer entre los árboles como piezas
de un tablero lleno de estática
y John Donne de pie mira a la llamada
andar por el pasillo
hasta el salón de clases y la llamada camina
con sumo cuidado porque su bastón
está hecho de vidrio)
* * *
No es que me imagine desapareciendo
qué sucedió:
vi a los otros continuar
sin cambios en sus ocupaciones
en sus problemas frecuentan los mismos bares
a los mismos amigos
aunque libre de explicaciones el sentido dramático que llevo dentro
es capaz de conmover despojos
y desvestirse de la vanidad.
Sólo hasta entonces vino la calma. Como arrastrar hojas secas
la gente a mi lado ensuciará el baño y llamará
antes de venir y cuando el agua no baje por la tubería.
Excepto si se trata de la ducha: allí hay dos más hablando de un futuro
desconocido hasta ahora.
Ese futuro me parece una coladera.
Si llueve apostaré en contra de él.
Planeo gastarme todo en una comida con papas fritas, plato fuerte y helado.
* * *
Un futuro donde sólo nos comuniquemos con esto
tendremos que hacer algunos cambios
gente contestando el teléfono con la frase
papas y helado
y el volumen de la bocina lo suficientemente alto
para que puedas escuchar.
Andrés Paniagua (CDMX, 1992). Es autor de Usted está aquí (Mantarraya, 2016), Sin nada detrás (Periferia de escribidores, 2019), (Una banda de punk llamada) Rattus (Barnacle, Buenos Aires, 2020) y coautor de Señales de ruta (Herring Publishers México-Gold Rain, 2019). Además de ser traductor, ha colaborado en distintas revistas y sitios web, como Tierra Adentro, Oculta Lit, Dolce Stil Criollo, Vozed, Digo.palabra.txt, Low-fi Ardentía, El Humo, Al-Araby, San Diego Poetry Annual. Ha sido becario del programa Jóvenes Creadores del FONCA. Forma parte de Lhabloratorio Colectivo.