Nina Rizzi: Un día, leí al poeta brasileño Manuel Bandeira y el amor se convirtió en posibilidad: percibí que la poesía no era sólo lo que conocía hasta entonces, también lo era lo prosaico, palabras que nacen, viven, aman, mueren
Grafógrafxs entrevista a Nina Rizzi, por Sergio Ernesto Ríos
Sergio Ernesto Ríos: ¿Cómo llegaste a Alejandra Pizarnik y a Susana Thénon? ¿Hay alguna experiencia o aprendizaje luego de traducir a poetas tan poderosas?
Nina Rizzi: Hice un viaje a Argentina a comienzos del 2000, con el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, para un evento de la Vía Campesina en el ámbito de la campaña global por la reforma agraria. Fue un viaje de pocos días, pero aproveché para conocer un poco de su poesía contemporánea. Hasta entonces todo lo que conocía era mucho del canon (Pizarnik aún no era celebrada en Brasil como hoy). Fueron Pizarnik y Jacobo Fijman los que me impactaron más. La traducción de Pizarnik y la consiguiente investigación me llevaron a leer a Susana Thénon y a otras poetas de su generación.
Los aprendizajes son innumerables: en el idioma, el lenguaje y la poesía, que de un modo “amoroso” se va mezclando con la mía.
Sergio Ernesto Ríos: En tu poesía noto, de un libro a otro, búsquedas distintas y que a la vez se van acendrando. En cierto modo diría que se despojan de una retórica y responden más a cierta contemplación y goce, de “tambores pra n’zinga” a “Sereia no copo d’água”. En casi una década de escritura, ¿cómo percibes tu relación con el poema, el planear un libro?, ¿qué sucede?, ¿cómo lo has vivido?
Nina Rizzi: Creo que ya lo escribí en alguna poema: “abandonar el territorio conquistado”; es decir, un libro es un libro, otro libro es otro libro. Me gustan las experimentaciones del lenguaje, saber qué tan lejos puedo llegar o no con lo que quieren decir las poemas (dicho todo así con A, en femenino, lo descubrí mientras escribía mi libro quando vieres ver um banzo cor de fogo, esta partícula A dota al lenguaje de un devenir sin poder, porque todo poder es masculino y violento: el estado, la iglesia o la policía). Así, si en Tambores quería afirmar musicalmente el cuerpo de poeta, el lenguaje debía recorrer ese mismo camino; si en duração do deserto quería buscar territorios áridos del cuerpo, el lenguaje también debía ser árido; en quando vieres ver um banzo cor de fogo quise hacer un experimento más radical, mezclando palabras indígenas, palabras que no existen, buscando así tocar de algún modo, si eso es posible, los orígenes de la propia poesía en su estado salvaje, que es como el amor. En fin, en sereia no copo dá’gua las voces poéticas son múltiples, voces femeninas, que por siglos no oímos, por eso es el libro más “oral”, es decir, para leer en voz alta, erguir la voz.
Sergio Ernesto Ríos: Hay la noticia de una nueva ley de impuestos en Brasil y por otro lado veo un auge, una época dorada de editoriales pequeñas publicando y arriesgando por su gusto, lo mismo que las revistas, blogs y ediciones digitales. Podrías comentar un poco de estos temas.
Nina Rizzi: Como dijo Federico García Lorca: “No sólo de pan vive el hombre. Yo si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro”. La falacia del desgobierno de Brasil es que los libros son objetos de la élite, y que, por lo tanto, deben tener impuestos, pero nunca tasan las grandes fortunas. La verdad es que los libros no son objetos de ninguna élite, son bienes de derecho del pueblo, son bienes de emancipación del pueblo, y ahí está una de las claves de la pregunta: desde siempre los gobiernos nos quieren en los márgenes, sin conocimiento, sin hacer preguntas, un pueblo que se quede callado ante la iglesia, ante los patrones, ante los gobernantes. Y un pueblo con libros, un pueblo que lee, no se queda así. Pero como dijiste, hoy tenemos revistas, blogs, ediciones digitales y las editoriales independientes que en Brasil son muchas, y esas publicaciones son un verdadero bálsamo en medio del mar de importación de las grandes casas editoriales; son pequeñas acciones que juntas han causado fisuras en ese sistema, al publicar poetas hasta entonces desconocidos, traducciones de obras no canónicas, etcétera. Y vamos a continuar leyendo, internet es piratería, y la piratería nos une.
Sergio Ernesto Ríos: ¿Tienes algún recuerdo determinante sobre tu comienzo en la poesía? ¿Cómo has relacionado esto con tu formación como historiadora?
Nina Rizzi: Viví toda mi infancia en el campo. Eso es algo fundamental para mi cosmovisión, y para todo lo que decidí hacer en mi vida. Cuando aún era pequeña y tenía pocos amigos, debido a esa geografía, la lectura era mi amiga y la escritura, mi amiga imaginaria. Leía todo lo que me llegaba. En cuanto a la poesía, a pesar de que no comprendía algunas cosas, amaba las palabras, amaba los sonidos y el ritmo, como cuando oímos música en un idioma que no conocemos y no obstante nos gusta. Un día, leí al poeta brasileño Manuel Bandeira y el amor se convirtió en posibilidad: percibí que la poesía no era sólo lo que conocía hasta entonces, también lo era lo prosaico, palabras que nacen, viven, aman, mueren y, por lo tanto, pueden resucitar cuando las escribimos, y cuando leemos, sentimos. Percibí que lo que hacía con mi “amiga imaginaria” también era poesía.
Sólo muchos años después fui a la universidad, pero, como todo lo que hacemos, las cosas que vemos, los niños en los semáforos, el hambre que arde en el mundo, la solidaridad, todo esto impacta en mi escritura.
Sergio Ernesto Ríos: ¿Cuál fue el contexto en el que creciste? ¿La ciudad y la familia tienen alguna relación con tu búsqueda en el arte?
Nina Rizzi: Crecí en el campo. Mi madre y mi padrastro no eran propietarios, ellos cuidaron de la tierra de otras personas, personas ricas. Nuestra casa era pequeña y la de ellos era grande; yo no podía acercarme a su casa, no podía nadar en la piscina, y debíamos decir “sí, señor”. Después de que nos mudamos de ahí, tenía unos 11 años, vivimos en la periferia de muchas ciudades del interior de São Paulo. Mi madre muchas veces tuvo dos empleos. Mi padrastro enfermó. Empecé a trabajar a los 11 años, estudiaba de noche. Nunca fue fácil, no lo es para nadie, lo sé, pero para unos es más difícil. Todo esto, como dije, me convirtió en lo que soy, una mujer, una poeta de mi tiempo y, naturalmente, mi búsqueda sólo puede ser transgresora, libertadora. El arte y la poesía liberan, cualquiera que sea tu tema; los poemas de amor llaman al amor, y el amor libera; los poemas de lucha llaman a la lucha, y la lucha libera, y por ahí va.
Nina Rizzi (Campinas, 1983). Es historiadora, editora, poeta y traductora. Ha publicado los libros tambores pra n’zinga (Editora Multifoco, 2012), A Duração do Deserto (Editora Patuá, 2014), geografia dos ossos (Editora Douda Correria, 2016), quando vieres ver um banzo cor de fogo (Editora Patuá, 2017) y sereia no copo d’água (Edições Jabuticaba, 2019). Es traductora de Susana Thénon, Alejandra Pizarnik, Óscar Hahn y Clorinda Matto de Turner.