ISSN: 2992-7781
REVISTA DE LITERATURA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Poemas

Maria do Rosário Pedreira

 

 

Padre, me dicen que aún te llamo, a veces, durante

el sueño —la ausencia no te apaga como la bruma

acalma, al atardecer, el borde de las esquinas. Hay 

en mis sueños un territorio suspendido de todo el dolor,

un país de verano adonde no llegan los bandazos de la

muerte y todas las conchas de la playa llevan perlas. Ahí

 

nos encontramos, para decirnos uno a otro aquello

que finalmente pensamos tener la vida entera para decir; ahí te

llamo, cuando la luz me ciega en el filo del mar, con 

labios que se mueven como serpientes, aunque sin ningún

ruido que envenene las palabras: padre, padre. Me cuentan

 

después que es de este lado de la noche que me escuchan gritar

y que por ello me liberan bruscamente del cautiverio

oscuro de este sueño. No saben

 

que la pesadilla es la vida en que ya no puedo decir tu

nombre —porque la memoria es una hoguera dentro

de las manos y tú donde estás tampoco me respondes.

 

 

* * *

 

 

Me alegra

que no morí todas las veces que

quise morir —que no salté del puente,

ni llené las muñecas de sangre, ni

me acosté en los rieles, allá lejos. Me alegra

 

que no até la cuerda a la viga del techo, ni

compré en la farmacia, con receta falsa,

una dosis de sueño eterno. Me alegra

 

que tuve miedo: de los cuchillos, de las alturas, pero

sobre todo de no morir completamente

y quedar por ahí —aún más perdida que

antes—a mirar sin ver. Me alegra

 

que el techo fue siempre demasiado alto y

yo ridículamente pequeña para la muerte.

 

Si hubiera muerto alguna de esas veces,

no escucharía ahora tu voz llamándome,

mientras escribo este poema, que puede

no parecer —pero es— un poema de amor

 

 

* * *

 

 

Levántate y maldice el tiempo—

la mañana tan rápida y casi nada

para quedarnos juntos hasta la oscuridad.

Tantas mañanas terriblemente lentas

antes de ti, tantas tardes de retratos

 

exhaustos sobre las mesas, noches que

nunca abrían grietas para el sueño; y de

repente los días huyeron como agua

desde adentro de una mano, la mañana tan

 

rápida. No te conformes: maldice 

el tiempo. Si hace falta, grita con Dios—

 

a mí me escuchó mientras te esperaba.

 

 

* * *

 

Dime tu nombre —ahora, que perdí

casi todo, un nombre puede ser el principio

de alguna cosa. Escríbelo en mi mano

 

con tus dedos —como las polvaredas se

escriben, inquietas, en los caminos y los

lobos manchan la sábana de la nieve con las

señales de su hambre. Sopla en mi oído,

 

como llevas las palabras de un libro para

adentro de otro —así conquista el viento

el tímpano de las grutas y entra el vaho del verano

en la casa fría. Y, antes de partir, pósalo

 

en mis labios lentamente; es un poema

azucarado que se derrite en la boca y arde

como la primera menta de la infancia.

 

Nadie olvida un cuerpo que tuvo

en los brazos un segundo —un nombre sí.

 

 

* * *

 

 

Sus vestidos negros encerrados

en el armario lanzan una sombra

funesta sobre mis días. Su voz

eterna en la cinta del teléfono es otra

espina clavada en mi silencio.

Le robé, sin saber, todas las

 

palabras que te dijo —porque,

en un beso mío, son todavía sus

labios los que buscas, es de ella el cuerpo

que abrazas cuando me abrazas.

 

Si me duermo a tu lado otra vez

esta noche, sé que sus ojos

han de posar helados en mis

párpados, robándome la secreta

 

ilusión de ese reposo. Y mañana,

si por acaso sales antes que yo,

esos ojos van a perseguirme por los

corredores, como echándome

 

para siempre de esta casa. El tiempo

es implacable con quien aguarda

en secreto el olvido de

una muerte. Déjame, por eso,

 

aguardarlo contigo; y, mientras tanto,

basta que me mientas, sí, miente,

pero nunca me digas su nombre.

 

Traducción de Sergio Ernesto Ríos

 

Maria do Rosário Pedreira (Lisboa, 1959). Escritora, editora y letrista. Es responsable del grupo editorial multinacional Leya. Publicó la novela Alguns homens, duas mulheres e eu (1993) y en poesía A casa e o Cheiro dos Livros (1996), con el cual ganó el Prémio Maria Amália Vaz de Carvalho. En 2012, apareció su Poesia Reunida.