Cinco poemas del libro A tela finalmente escura
(La pantalla finalmente oscura)[*]
Calí Boreaz
la soledad de un carrito de palomitas
la soledad de un carrito de palomitas y la soledad del hombre del carrito de palomitas y la soledad de quien pasa y observa la soledad que queda.
la soledad de la ciudad que se observa desde el exilio, y titubea.
la soledad del silencio que exilia la palabra y mide las distancias.
la soledad de la palabra que, a su vez, aguarda el movimiento de la boca y mide la fatiga.
la soledad de los callejones y de las avenidas que es la misma al encenderse de las ventanas.
la soledad del poste de luz entre otros postes de luz.
la soledad de la luz que se enciende en el ojo de alguien para iluminar a otralguien.
y la soledad de cada color dentro del semáforo.
la soledad de cada amor dentro.
la soledad de un automóvil, entre otros automóviles, parado en un semáforo.
la soledad de la rueda — la del automóvil, la del carrito de palomitas — que es potencia de movimiento pero, también, de inercia: cuanto más gira, menos sabe que gira.
la soledad de un planeta girando sobre sí mismo.
la soledad parece ser una sola. estar en ella es lo que, al fin, nos une:
yo soy el exilio del otro más mi exilio en el otro. yo sola
la palabra menos la lengua
si se agotara una palabra en todas las lenguas humanas, de todos los continentes e islas y montañas y bosques, incluso en los más remotos, y hasta en las lenguas muertas, y no hubiera más ninguna forma de decirla, ¿qué quedaría
de esa idea apalabrada, en el silencio, despojada de todas las ropas que son todas las combinaciones de letras y sus posibles sonidos, privada de todo su recorrido etimológico, de todo curso lógico, de toda reflexión, de toda literatura, en fin?
¿mantendría ella, aún, algún sentido, o existencia, alguna textura así, desamparada de la lengua, o, exhausta, exangüe de quererse apoyada y no tener en qué, se rendiría, en fin, al absurdo de no-ser?
¿qué sería, entonces, si tal palabra fuera la propia palabra palabra? ¿desaparecerían todas junto con ella, en remolino?
pero si remolinada fuera la palabra silla,
la silla continuará ahí siendo silla. aunque todas las lenguas en unísono exploten, en el momento siguiente aún nos podremos sentar en ella, con total confianza en lo que es
—sin recordarle un sentido, sólo por experimentarla con los sentidos.
y, después, después,
andar por ahí deseando mezclarse en otras pieles desconociendo los pronombres posesivos del amor.
y, a veces, detenerse para mirar un pájaro en el cielo o una hormiga en la tierra y sonreír, en profundo desconocimiento de toda la historia de dios.
y, un día, en un mundo silencioso, morir como un animal, habiendo desconocido, toda la vida, la palabra muerte
el niño mexicano
la seriedad paulatina del niño mexicano, preparando su oficio como quien limpia el polvo de las esquinas y barre los techos y ventila la calle, para, finalmente, encender puntos de luz en el suelo, el suelo que es lo único que lo sostiene — he aquí mi puerto seguro. entonces él, todo iluminado de sí mismo, tocará y cantará una ranchera desgarrada que aún no puede comprender, porque aún no ha amado, aún no se ha desgarrado de pasión, aún no ha dejado súbitamente oficios y seriedades para, todo iluminado de otro, correr sonriendo hacia unos ojos que le sonríen — el vuelo inseguro. pero él canta como si… lo observo. de repente conozco el secreto de su arte. pero, a través de este, jamás conoceré el secreto de
su vida.
es el vuelo que sostiene el puerto. es el vuelo que sostiene el puerto, mi niño.
pero es el puerto que inventa el vuelo, señora
es bonita esta madrugada
es bonita esta madrugada en la que ninguna otra es posible. es bonita
la mentira y es por eso que se miente: para hacer [más] bonito. y eso
es bonito: querer lo bonito. por eso rayamos poesía. la poesía es
una manta sobre los hombros posibles. por más que la manta sea pesada,
sin ella los hombros serían más pesados. es desmatemática pura.
es bonita esta madrugada que impidió la existencia de otra.
nacer es eso: hacerse la única posibilidad. vivir, después, es mentir
acerca de eso.
pero de que es bonito, lo es
voy por los vanos de las venas
voy por los vanos de las venas con un nombre cerrado en las muñecas y un
silencio esparcido en los muros. los muros, llenos de letreros. las muñecas,
llenas de señales de tráfico. el paso que se pide en el vacío estruendoso,
¡claro! yo lo doy. y luego, otro. sucesivamente me observo en el
espejo del vacío siguiente sin saber si ya estoy en él o hacia allá camino
o si el caminar está al revés. fractalidad fatal con la que me miro,
o finto. en el espejo más lejano, sin embargo, una de mí desentona, despasa.
vuelo por las vanas callejuelas con un cielo de bolsillo y un estruendo de amor. entonces,
en lugar del silencio envuelto en palabras — la palabra revuelta de silencio.
en lugar de tu nombre cerrado en las muñecas — la pulsación de lo innombrable
Traducción de la autora
Calí Boreaz (Santarém, Portugal). Poeta, actriz, directora de teatro y traductora. Estudió Derecho en Lisboa, así como Traducción y Lengua y Literatura Rumana en Bucarest. Es autora de La palabra menos la lengua [Musa Impassível, 2024], La pantalla finalmente oscura [Kafka Edições, 2023], Teseracto [Guerra e Paz, 2024 / Caos & Letras, 2020] y Otoño azul al sur [Ed. Urutau, 2018]. Tradujo las novelas O regresso do hooligan (Editora ASA, 2010), de Norman Manea, y Lisboa para siempre (Editora Thesaurus, 2012), de Mihai Zamfir.
[*] Publicado en Brasil, en 2023, por Kafka Edições.